«Eki en las Nubes» es el cómic de Beñat Olea que, como ocurre en «Heartstopper» y «Smiley», conjuga la idealización gay con un fondo más oscuro.
En los últimos tiempos, no me canso de recomendar el cómic y serie «Heartstopper» y la serie «Smiley» por motivos similares. Mi principal argumento en esta recomendación es, a su vez, una respuesta al mayor ataque que ambas ficciones han sufrido y que viene a decir que ambas ofrecen una visión demasiado idealizada del amor homosexual, ya sea en un entorno de instituto (que todos sabemos que no es el más acogedor con lo queer) o en una relación de pareja adulta (que también sabemos lo fuertecito que es este campo de minas en pleno siglo 21).
Mi argumento para la recomendación / respuesta a las críticas en ambos casos es sencillo: después de décadas y décadas en las que la única representación que hemos tenido como comunidad en la ficción ha sido a través de figuras villanescas destinadas a un final dramático (normalmente, la muerte como castigo contra el pecado de salirse de la heteronorma) y en las que necesitábamos hacer un ejercicio consciente de extrapolación para vernos reflejados en los productos culturales heteros (que eran los únicos que existían), pues bien nos merecemos cositas como «Heartstopper» o «Smiley«. ¡Vamos que si lo merecemos!
¿Por qué no tener por fin ese drama gay de instituto con el que todos soñamos cuando éramos jóvenes y nunca tuvimos? ¿Por qué no gozarlo con una rom-com marica sabiendo todos que el amor de las rom-com solo existe en las rom-coms, sean maricas o heteros? Pues eso. El mundo LGTBIQ+ se merece cultura de todos los niveles y calañas: desde altísimo culteranismo que nos haga pensar a la cultura popular que nos haga soñar y pasar el rato. Con todo lo que haya en medio también.
Ahora bien, los dos ejemplos que he escogido, «Heartstopper» y «Smiley«, no son para nada casuales. Y es que ambos tienen también algo más en común… «Smiley«, dentro de su visión romantizada de la relación de pareja gay, incluye una interesante reflexión de tipologías de relación (de pareja o no) dentro del mundillo LGTIBQ+, algo que añade bastantes e interesantes sombras a las luces del amorío protagonista. Y «Heartstopper«, por su lado, se muestra optimista en lo parejil pero no duda a la hora de mostrar muchas disfuncionalidades ligadas a la adolescencia queer, como pueden ser los desórdenes alimentarios.
Dicho de otra forma: ambas son ficciones que hacen del idealismo un Caballo de Troya en el que introducir otras cuestiones… Y ahí es donde viene a sumarse «Eki en las Nubes«, el cómic de Beñat Olea que acaba de publicar la editorial Sapristi. Cualquiera que conozca el Instagram del artista sabe que su estilo está marcado por dos constantes: por un lado, las referencias a subculturas como el manga, los superhéroes, los videojuegos o la ciencia ficción; por el otro, los chicos y hombres musculados con bubble butt y mirada de inocencia.
Todo ello está mucho más que presente en este «Eki en las Nubes» que sigue las andanzas del Eki del título, un chico inocente, enamoradizo, un poco friki, aficionado a mazarse en el gimnasio… y con algunas inseguridades que tienden a surgir en los momentos menos oportunos. Alrededor de Eki gravitan otros personajes igual de carismáticos, desde Zor (su interés amoroso) hasta Adei (su amigo delgadito pero pollón), pasando por la entrañable familia formada por y Nerea (una niña que te la comes) y su padre, el Señor Otchoa (viudo que sigue echando de menos a su marido difunto).
La trama es sencilla: chico (Eki) conoce a chico (Eki), establecen una relación desde la observancia de secundarios cercanos (Adei, el Señor Otchoa, etc.)… Pero algo ocurre. Y ese «algo» son las inseguridades de Eki. Y es que Beñat Olea consigue un equilibrio realmente interesante en el que las emociones positivas, los deliciosos colores pop, la expresividad extrema (tanto en cara como en cuerpo), las referencias frikis y el soft-porn más cachondón sirven para ocultar una capa interior un poquito más oscura.
Porque está claro que la lectura de «Eki en las Nubes» es una verdadera gozada: Olea combina la narrativa tradicional en viñetas con páginas a sangre que son, directamente, coloridas ilustraciones que podrías enmarcar y colgar en tu casa (ojo con dónde cuelgas las más subidas de tono, eso sí). El argumento es una fina y ligera línea que acompaña a una lectura basada en la mirada, ya sea esta una mirada de placer, de deseo o de pura emoción. Se agradece una visión de la masculinidad para nada clásica (chicos en crop top, etc.). ¿Y a quién no le gusta toparse con referencias que te tocan la fibra friki del tamaño de «Street Fighter«, «Sailor Moon«, «Spider-man» o «Evangelion«?
Pero, para mí, está más claro todavía que el verdadero fuerte de «Eki en las Nubes» son esos dos últimos capítulos que te dejan un poco con el alma prendida de un hilo y que viene a hablar de algo que no podría estar más a la orden del día: la irresponsabilidad afectiva en el mundo gay. No voy a caer en la trampa de los spoilers, así que solo diré que el final de «Eki en las Nubes» puede entenderse como la posibilidad de que el cómic se convierta en una serie (y, por lo tanto, explique la actitud final de Zor) o que se quede tal y como está (porque así es la vida, con muchos Zor que nunca llegan a darte tus explicaciones y con muchas Nereas que vienen a rescatarte aunque parezca que eres tú quien está rescatándolas a ellas).
No sé cuál de las dos opciones me gusta más, porque lo cierto es que ambas me ponen igual de palote. Pero lo que sí que tengo claro es que, a partir de ahora, voy a recomendar «Eki en las Nubes» cuando haga lo propio con «Smiley» y «Hertstopper«. Por los mismos motivos, además.
Porque Beñat Olea ha debutado con un cómic que te ofrece dos posibilidades como lector: habrá quien se quede en la superficie de músculos y colorinchis, es decir, de pura idealización… Y eso está bien. Ya lo he dicho más arriba: como comunidad, tenemos derecho a rellenar absolutamente todos los huecos culturas que tengan los heteros. Pero también habrá quien sintonice con la otra capa de «Eki en las Nubes«, allá donde moran las inseguridades y las sombras. Y esto también está bien. Más que bien. Porque el resultado siempre va a ser el mismo: desde la luz o desde la sombra, o desde la mezcla de ambas, vas a acabar un poco enamorado de Eki. [Más información en el Instagram de Beñat Olea y la web de Sapristi]