No sé si ustedes son conscientes de ello pero, en los últimos tiempos, resulta que todos hemos dejado de mirar Tumblrs de gatetes en roll infinito para lanzarnos de cara a la nueva frontera de la procrastinación absoluta: los tops. Porque esta nueva fiebre, además, es mucho menos selectiva que la de los felinos, que resulta que incluso tenía (desalmados) detractores. En este caso, hay tops para todos los gustos: de música, de cine, de celebrities, de moda, de animalillos.. Y, claro, los mejores de todos: los que no van de absolutamente nada y simplemente parten de conceptos tan absurdos como «gente que está teniendo un peor día que tú» o «carteles de tiendas de chinos con errores garrafales de ortografía». Después, claro está, llegan los que optan por rizar el rizo: los tops que recopilan los mejores tops que han hecho otras personas o medios de comunicación al respecto de un mismo tema. E incluso hay quienes, como el cómico Jayson Green (en su cuenta privada de Facebook), se atreven a hacer un top con sus tops favoritos (en su caso, el Top 10, el Top 25 y el 5 Best).
Pero, ¿qué hay detrás de esta nueva fiebre y por qué muchos medios nos hemos lanzado a alimentarla? Porque no pensarán ustedes que un medio de comunicación «serio» va a perder el tiempo en tontadas como esta si no resulta que saca algo a cambio. Es bien sencillo, y supongo que muchos ya habrán adivinado por dónde van los tiros: un top no sólo le proporciona más visitas a tu medio, sino que incluso puedes optar por «multiplicar» estas visitas con herramientas poco honrosas. ¿Alguna vez has tenido una sensación de hartazgo al caer en un top de imágenes que te hiciera especial ilusión pero que al final ha resultado ser una trampa mortal en la que cada imagen está en una página diferente y tienes que re-cargar la web al completo a cada nuevo avance? Cada una de esas recargas de la web contabilizan como visitas, y las visitas se pueden traducir de alguna manera u otra en ingresos monetarios. Más claro, imposible.
A estas alturas del texto, habrá ya quien esté pensando que con qué potestad estoy hablando yo cuando en Fantastic Plastic Mag hemos abrazado con mucha fuerza la fiebre de los tops y, sobre todo, también hemos optado por dividir la lectura de ciertos posts en diferentes páginas. Que cada uno se tome esta edito como quiera: como una disculpa o como una explicación que realmente nadie ha pedido. Pero la cuestión es que hace tiempo que, como director de este medio, sentía la necesidad de «explicar» nuestros motivos y, sobre todo, dejar bien claro nuestro rasero moral a este respecto. Nuestros motivos son dos: los de todo el mundo (las visitas) y que nos lo pasamos pirata cuando juntamos a la redacción al completo para hacer locuras como nuestro top de pelucas o nuestro top de canciones noventeras.
Lo de nuestro rasero moral ya es algo más complicado de desarrollar: en cierto momento, cuando todo esto de los tops estaba empezando, alguien de la redacción preguntó por qué no hacíamos tops tipo «las mejores canciones de este grupo que acaba de sacar disco». ¿Por qué no? Porque ya lo está haciendo todo el mundo. ¿Y por qué no hacer un top de discos o canciones ordenándolo de mejor a peor (o a la inversa)? Porque también lo está haciendo todo el mundo y porque en España fueron varias las webs que no tardaron en «adoptar» el modelo. Entonces, ¿dónde nos encontramos nosotros? ¿En qué punto? En uno muy sencillo que tiene que ver con nuestros motivos: el principal rasero con el que consideramos si hacer o no un top es, primero, que sea algo que no puedas ver en otro sitio y, segundo, que nos divierta lo máximo posible. Si no nos divierte, nos da igual que nos dé visitas o no. Al fin y al cabo, confiamos en que si algo nos divierte vamos a conseguir transmitir esta emoción y seguro que nuestros lectores también acaban divirtiéndose (y este es, sin duda, nuestro faro guía en la web). Si no fuera así, acabaríamos haciendo tops sin alma, tops mercenarios que irían a machete a por vuestras visitas.
Por si no os habéis dado cuenta, en FPM no queremos ser así.