En las últimas semanas, parece que se han ido acumulando las noticias de revistas musicales y de tendencias que se han visto forzadas a cerrar el tenderete. Como siempre que se atropellan casos tan similares, las comparaciones son odiosas… Pero necesarias. Porque ya sabemos todos que los tiempos que nos han tocado vivir son bastante jodidos: si España siempre ha sido un país en el que el periodismo musical y de tendencias nunca ha sido especialmente relevante ni rentable, la crisis ha barrido a muchos de los medios que parecían intocables y han llevado el oficio del periodista hacia una precariedad alarmante a punto de convertirse, directamente, en un hobby a combinar con otro trabajo «de verdad».
Pero, claro, es aquí donde vienen las comparaciones odiosas. Cojamos dos de los últimos casos. La revista H Magazine (de la que puedo hablar con conocimiento de causa, pues parte de mi carrera laboral se desarrolló en esta publicación) ha caído víctima de una mala gestión interna y de una incapacidad absoluta para adaptarse al nuevo paradigma editorial en tiempos de crisis. Así que tampoco hay mucho más que decir a su respecto. El caso verdaderamente preocupante ha sido el de Go Mag, el cese de la cual viene a ser algo así como la imagen del salmón que se cansa de nadar a contracorriente. Las decisiones de su último año son un dechado de adaptabilidad e inteligencia: muchos pudieron criticar que pasara de gratuita a revista de pago, pero lo cierto es que una revista gratuita, recordémoslo, ha de vivir de la publicidad, y este es un bien que escasea cada vez más. Así las cosas, es de suponer que no había otra salida que hacer de pago la publicación. Y, a partir de ahí, han intentando conjugar su nueva vocación comercial con el inquebrantable espíritu del magazine (con unas firmas de órdago siempre renovándose en nuevas y fructíferas canteras de nuevos periodistas). Para que nos entendamos: puede que pusieran a David Bowie, Kraftwerk y Daft Punk en sus últimas portadas, pero eso no alteraba para nada la calidad de su interior, tampoco significó un envejecimiento de sus contenidos (como si está pasando en otras publicaciones musicales que se están Mojo-izando) y, por favor, si a alguien le parece que David Bowie, Kraftwerk y Daft Punk no son artistas de los que sigue mereciendo la pena hablar a todas horas, que levante la mano. Que ya tengo el hacha preparada para cortársela sin piedad.
Reitero: un conjunto de decisiones inteligentes y más que comprensibles que, pese a todo, no han servido para hacer más llevadera esa corriente contra la que ha de luchar todo medio musical y/o de tendencias estos días. Entonces, ¿en qué posición nos deja esto al resto de medios que estamos intentando sobrevivir en la presente situación? Si un gigante como Go Mag ha tenido que echar el cierre, ¿qué esperanza queda para el resto? Cualquiera podría pensar que la reciente escabechina de medios impresos incidirá positivamente en el online: si los anunciantes ahora ya no han de pagar los precios (a veces) exorbitados del papel, lo normal sería que empezaran a apostar más fuerte por Internet. Sin embargo, lo mejor es no tener demasiadas esperanza en ello: en vez de un «quito esto de aquí y lo pongo allá», lo más normal será que los anunciantes se lo tomen como una posibilidad de reducir más todavía sus presupuestos.
Así que, sabiendo que la situación económica y publicitaria va a ser igualmente precaria después de esta debacle, habrá que sopesar el cierre de una revista tan icónica como Go Mag en otros términos. Para empezar, el emocional, que nos deja tan devastados como si de la muerte de un pariente cercano se tratara. Y, para continuar, sobre todo hay que pensar qué implica una desaparición como esta en una escena musical independiente como la española: si ya existían pocos espacios para que las nuevas propuestas crecieran, para que los los lectores pudieran encontrarse con propuestas nuevas e interesantes, ahora el panorama es desolador. Aun así, también supongo que es cierta esa vieja máxima de que los lectores tenemos los medios que nos merecemos: al fin y al cabo, un país como este, en el que la filosofía del «gratis ante todo» también se ha aplicado siempre al panorama editorial y en el que el mercado potencial de un medio como Go Mag (es decir: de «lectores» en su acepción más literal) es frustantemente pequeño, simple y llanamente no merecemos un medio como este. Eso es lo preocupante: que eran demasiado buenos para un país que prefiere las webs amarillistas y los medios que no tienen ni chicha ni limoná, pero sí muchos fuegos de artificio.