Tom Krell, el hombre que se esconde bajo el nombre de How To Dress Well, lleva dando que hablar desde que en 2011 lanzase su album debut «Love Remains» (Tri Angle, 2011) publicado bajo el sello americano Lefse (Tri Angle en Europa y Asia). Desde aquel primer disco, ya sentó las más férreas bases sobre las que se sustentaría su música: R&B contemporáneo bañado por sonidos lo-fi, atmósferas oníricas, un poco de electrónica aquí y allá y una voz en falsete que lejos de arruinarlo todo, como ocurre con la gran mayoría de cantantes masculinos que se suben al carro del farinelismo moderno (desde aquí hacemos un llamamiento para decir que no es absolutamente necesario para llegar al éxito cantar como si te apretasen bien fuerte la entrepierna; la voz colocada naturalmente también tiene su encanto), le da el toque definitivo de estilo que hizo que todos los oídos se girasen en la dirección de Krell. Casi dos años más tarde llegó el personal «Total Loss» (Domino, 2012), protagonizado por paisajes y espacios oscuros en los cuales se cantaba a la pérdida, haciendo hincapié en la angustia y la tragedia, muy en la línea de una oda a la tristeza bajo los cánones del siglo XXI. En esta entrega pudimos escuchar desde temas minimalistas y depresivos hasta otros puramente instrumentales cuya orquestación nos recordó a los trabajos de Sigur Rós, pasando por intentos de canciones más optimistas que no fueron del todo bien recibidas.
Nuevamente, otros dos años después, tenemos el tercer fascículo de su carrera musical: «What Is This Heart?» (Domino, 2014). En este parece predominar la amalgama de varios y numerosos estilos (soul, pop, electrónica experimental…) en detrimento del R&B que preponderaba en sus dos discos anteriores y que tan popular se ha hecho en los últimos años gracias a artistas como The Weeknd o Frank Ocean. Decisión, por otro lado, muy acertada; no podíamos esperar menos del criterio de un estudiante de doctorado en filosofía, pues todas las modas tienen su límite de explotación y fecha de caducidad. Aunque, salvando este detalle, sus características estilísticas principales parecen imperturbables: la sofisticación, las cuidadas atmósferas, la maestría indistinta de lo acústico y lo orquestal y, como no, el ya característico falsete. Todo esto converge en un conjunto de doce temas que se antojan más elaborados, cuidadados, emocionalmente expresivos e introspectivos que nada de lo que Krell ha compuesto con anterioridad.
El acústico y melancólico «2 Years On (Shame Dream)» abre el álbum, seguido por «What You Wanted«, un tema muy en la línea del peculiar R&B de Krell que tan bien conocemos, lleno de detalles electrónicos, con un gran protagonismo de los efectos de sintetizadores y siempre coronado por bellas melodías en falsete. En «Face Again» reina un sentimiento de impotencia teñida de oscuridad y, por fin, en «See You Fall» podemos escuchar, aunque brevemente, las intervenciones de las cuerdas, tan bien tratadas como siempre, y que hasta nos pueden recordar levemente al «Black Angel’s Death Song» de The Velvet Underground. Las cuerdas volverán en «Pour Cyril«, recordándonos de nuevo ese aire a lo Sigur Rós ya utilizado en «Total Loss», pero añadiendo incluso el viento metal, un tema sin desperdicio ninguno. «Repeat Pleasure» continúa con la línea R&B de «What You Wanted«, al igual que «Words I Don’t Remember«, pero esta con toques sin duda más ambient y llena de atmósferas.
En «Precious Love» podemos apreciar más claramente la mezcla de estilos de la que hablábamos con anterioridad: un tema que sin duda se acerca más al pop, con sus recursos y pasajes pegadizos, pero sin dejar de lado la esencia de Krell. Lo mismo encontramos en «Childhood Faith In Love (Everything Must Change, Everything Must Stay The Same)», donde también se incide con el batiburrillo estilístico, pero dando en este caso un resultado aparentemente no tan bien cohesionado, inconexo en ocasiones. «A Power» se construye mediante loops y repeticiones, volviendo otra vez al sonido al que estábamos más acostumbrados, seguido por el ‘marchoso’ «Very Best Friend«, que también se asienta en la repetición para crear una base sobre la que la melodía no es que fluya, sino que también se repite. Esta última puede resultar demasiado repetitiva y tediosa, de hecho, demasiado Bershka. Por último, «House Inside (Future Is Older than the Past)«, donde no se la juega con la experimentación y nos da lo que buscamos en How To Dress Well: momentos de calma unidos a grandes explosiones sonoras, melodías vocales maravillosas en la cuerda floja entre una agridulce melancolía y la tristeza más solemne. Es un tema que va in crescendo, que surge de la nada para llegar a un clímax inmejorable y que poco a poco nos va abandonando hasta dejarnos a solas con la voz de Krell, reflexionando sobre la maravilla que acabamos de escuchar.
Teniendo en cuenta el hervidero de ideas en ebullición que es la cabeza de este muchacho, sus ansias de experimentación y el ritmo de maduración de su música. ¿Qué nos deparará su próximo disco? A la vista de los acontecimientos, y mirando a corto o medio plazo, raro sería que nos defraudase.