Se creías que «Silent Ascent» de Downliners Sekt no podía hacerse más grande, eso es porque nunca consideraste que se lanzaría este disco de remezclas.
Venga, vamos a volver a entonar la cantinela que llevamos repitiendo desde hace unos meses: no sabemos qué fue, si esa actuación en el Sónar que muchos calificaron de lo mejorcito del festival barcelonés o el encumbramiento arrollador de «Silent Ascent» como uno de los discos de electrónica más elocuentes del última temporada… Será por lo que sea, pero está clarísimo que hace meses que Downliners Sekt ya no aparecen en los medios de comunicación como «esos desconocidos a los que deberías conocer y admirar y adorar como si no hubiera un mañana» sino más bien como «ese dúo maravilla que se están convirtiendo en algo grande«. En algo muy grande.
Esa línea ascendente se ha visto reiterada en los ultimas semanas por una de las vías habituales en el mundillo de la música electrónica: el disco de remezclas. Un buen termómetro para saber si un álbum ha tenido éxito o no es ver si otros artistas lo han abrazado con igual intensidad que el público; y no hay mejor forma de calcular este «mapa de calor» que observando si los cortes del mencionado disco han sido remezclados o no. En el caso de «Silent Ascent«, el calor es casi una ola veraniega que se ha visto recopilada en un vinilo con dos remixes por cara.
Los brooklynitas Blondes han cogido «Hors Phase» y le han dado un meneo industrial que abruma. El italiano Chevel ha intensificado las brumas oscuras y lúgubres del ya de por sí algo tenebroso «This American Life«. Desde Berlín, Monomood ha convertido «Elger Dreams» en un corte beligerante y violentamente techno. Y, por último, patten coge el corte titular, «Silent Ascent«, y le da un meneo londinense acercándolo a Burial. A esto se le llama, básicamente, ampliar el campo de batalla (o, por lo menos, de una batalla que ya sabemos ganada por Downliners Sekt).