BFlecha podría haberse dado al latineo y al trap… Pero, no, esta mujer es una visionaria y prefiere hacer las cosas bien. Tan bien como su nuevo disco «Kwalia».
KWALIA / BFlecha. Hace unos años, «ßeta» (Arkestra, 2013) resultó ser un álbum visionario y avanzado a su momento: era demasiado pronto para que las masas que ahora dicen que son aficionadas al trap (sic) lo abrazaran mínimamente (aunque de trap tenía bien poco, pero, mirad, yoquesé, era cercano a ese sonido que luego lo ha petado como si no hubiera un mañana, ¿no? ¡Y sin necesidad de caer en la trampa del jodido latineo!). Con esto quiero decir que, probablemente, si «ßeta» hubiera aparecido en el 2016, fijo que hubiera desatado una euforia desmedida más allá del público nicho que suele ser la gente como tú y como yo.
Dicho lo dicho, lo más natural sería pensar que, mirando en perspectiva su anterior trabajo, la BFlecha del año 2017 bien podría haber dicho: oye, que ya, que lo voy a petar, que voy a hacer trap porque el trap es la cosa más ramplona del mundo y yo, acostumbrada a la complejidad y la sutilidad en mi musicón, pues como que esto del trap me lo meriendo en un plis. Pero no. Belén Vidal tiene más clase y más sensatez que todo eso, así que la continuación de «ßeta«, en vez de jugar a la simplificación, más bien apuesta por la expansión y la complejidad de discurso.
Al fin y al cabo, ya lo he dicho más arriba: si quieres facturar un hit en el 2017, métele latineo para que las niñatas blancas bailen con la ilusión de que están haciendo twerking cuando en verdad les faltan tres veces el volumen de culo para poder hacerlo debidamente. «Kwalia» (Arkestra, 2017), además de huir del ese latineo que nos puto cansa la cabeza desde hace años, abre sus horizontes para invitarnos a un viaje hacia otros paisajes del mundo. Y, ojo, que si no caemos en la trampa de la simplicidad tampoco tenemos que caer en la de la complejidad usual en los locos de la electrónica paisajística. Ya tú sabes: sonidos de ciudades lejanas, texturas musicales robadas en países exóticos… Bla. Bla. Bla.
Ni mucho menos: «Kwalia«, como buen hijo de su madre, construye la belleza a base de detalles. Detalles musicales que, en este caso concreto, se suman al armazón musical habitual de BFlecha (es decir: future beats, nu-r&b, hip-hop) para enriquecerlo y transformarlo en algo totalmente nuevo a la par que profundamente reconocible. Está claro que las coordenadas principales de «Kwalia» son las orientales, plasmadas aquí a través de unas pequeñas notas cristalinas aquí, unos sonidos de instrumento de bambú allá o unos sintetizadores que de repente se preñan de espiritualidad más allá.
Contra el latineo, exotismo. Contra la simplicidad, complejidad. Contra el exhibicionismo, sutilidad… BFlecha ha vuelto a avanzarse a su tiempo con «Kwalia«, disco que seguro que vuelve a marcar el ritmo que muchos otros seguirán en los próximos años. Si no me creéis, tiempo al tiempo. ¿Quedamos de aquí a dos años para revisar lo que acabo de decir?
Más información en la web de BFlecha. Escucha «Kwalia» en Apple Music y en Spotify.
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The Album Leaf, Animal Collective, Grizzly Bear, Delorean… Si te chiflan todas estas coordenadas, no te puedes perder la «Exposición» de Calavera.
EXPOSICIÓN / Calavera. La trayectoria que habían seguido Calavera desde sus inicios hasta su tercer EP, “El Monte del Perdón” (Gran Sol / Doma Clásica, 2015), parecía definir claramente los designios del grupo zaragozano: continuar ampliando con sentido y sensibilidad su fórmula folk-rock -emotiva y delicada según los cánones del folk pero también arrebatadora a la par que enérgica según los preceptos del rock- sin dejar de investigar todos los ángulos del género desde diferentes perspectivas, como la enraizada en el pop. Pero, en realidad, el camino hacia su primer álbum no estaba tan prefigurado como se creía dentro de unos contornos perfilados con rigidez, ya que acabó transformándose en un proceso de reconversión estética planteada a partir de una ética, eso sí, inalterable: la permanente búsqueda de la luminosidad melódica.
Para entendernos: Calavera aplicaron una estrategia que perseguía esquivar el inmovilismo creativo y el estancamiento estilístico. Un objetivo que ya se intuía en sus pasos previos pero que ha alcanzado su máxima expresión en “Exposición” (Mont Ventoux, 2017), resultado final de una pirueta que, para tratarse de su estreno en formato largo, presentaba una elevada dificultad de partida; aunque se resolvió satisfactoriamente gracias a su gran ejecución a través de la experimentación con los sintetizadores y la voz, la combinación de diversos ingredientes digitales y el juego con el predominio de las guitarras hasta obtener un (post)pop policrómático.
Ahora se entiende por qué en la Fast Date que tuvimos con Calavera hace un año y medio confesaban que esperaban con ansia que The Album Leaf publicase nuevo disco… El proyecto de Jimmy LaValle es, de hecho, un buen punto de referencia para empezar a fijar las coordenadas entre las que se sitúa “Exposición”. Luego, ayudaría también observar los movimientos de Animal Collective o Grizzly Bear, aunque la metamorfosis de Calavera se ajusta más al reciclaje practicado en su día por Chapel Club con “Good Together” (Ignition, 2013) fuera de nuestras fronteras o, dentro de ellas, Mucho con “Pidiendo en las Puertas del Infierno” (Marxophone, 2016) o Delorean con “Subiza” (Mushroom Pillow, 2010).
No es casual que el grupo vasco y su disco bisagra salgan a colación: Hans Krüger, uno de sus artífices a los mandos de la grabación, intervino en “Exposición”. Otro factor diferencial durante su elaboración lo aportó Javi Vicente ‘Carasueño’, experto en redimensionar texturas y fusionar con imaginación elementos sintéticos y orgánicos (ahí están los últimos trabajos de Tulsa o Nine Stories para acreditarlo). Con su ayuda, Calavera activaron una fase de deconstrucción en la que dividieron las moléculas de la materia pop que tenían entre manos, las reordenaron y las volvieron a unir con precisión y mucho tacto, una cualidad que el grupo no ha perdido con el cambio.
“Exposición” se presenta, de este modo, como un disco tintado de colores cálidos que invita a la ensoñación, a zambullirse en sentimientos nostálgicos, a trasladar la mente a lugares sin anclajes espacio-temporales, a sentir emociones flotando en medio de la galaxia o, directamente, a imaginarse si de verdad los androides sueñan con ovejas eléctricas y pueden notar el latido de un corazón en su interior gracias a la dulce psicodelia de “Esqueleto”, el post-rock cósmico de “Atlas”, el chill wave tornasolado de “Tres”, la contenida épica emocional de “Tras el Cristal” y “Desfiladeros” y la melosidad hechizante de “Cielo Nocturno” y “Miranda (Crazy Jane)”.
A los grupos y artistas cuya capacidad de evolución no se pone en cuestión se les suele pedir que avancen, que arriesguen, que no se queden encajonados, que muestren su ambición. Eso es justamente lo que han llevado a cabo Calavera en “Exposición”. Bien hecho.
Más información en el Facebook de Calavera. Escucha «Exposición» en Apple Music y en Spotify.
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Y, de repente, los caminos de Ghostly Enemies y Juanjo Pedro (Nitoniko) se cruzaron… El resultado no podía ser más fascinante (y oscuro) que «31st EP».
31ST EP / Ghostly Enemies. El mundo de la música funciona como la realidad subatómica: las partículas elementales a veces se emparejan sin razón aparente, creando todo un nuevo mundo de belleza fascinante y sorprendente. Algo así podríamos decir que ha ocurrido con el encuentro de Ghostly Enemies y Juanjo Pedro. El primero es el proyecto personal de Steven Sánchez, fundador del sello Zeroocho que, en este caso concreto, exploraba una electrónica cerebral de tintes oscuros. Por su lado, Juanjo Pedro no podía situarse en un punto más lejano del espectro de colores: su proyecto Nitoniko es conocido por los chutazos de pop luminoso y multicolor que siempre ha sido capaz de propinar a todo aquel que se pusiera a tiro.
Pero resulta que ambos se encuentran… Y, de repente, Ghostly Enemies pasa a ser algo completamente diferente y mucho más complejo y sugerente gracias a la adición de la voz de Juanjo Pedro. A medio camino entre Seattle y Barcelona, el nuevo dúo acaba de facturar el que ya es su primer EP juntos (y segundo EP de Ghostly Enemies): «31st EP» (Zeroocho, 2017), una colección de tan solo cuatro temas que, sin embargo, consiguen poner sobre la mesa un imaginario con muchas esquinas y recovecos oscuros, una especie de laberinto en una penumbra preñada de electricidad estática en el que Ghostly Enemies tienen una verdadera mina musical a seguir explorando en futuros trabajos.
Por ahora, «31st EP» plantea un viaje a lo más profundo de la noche en el que la voz de Juanjo Pedro es esa especie de hilo luminoso de Ariadna que nos ha de guiar no hacia la salida del laberinto, sino hacia una concatenación eterna de paisajes de texturas trip hop, de dark synth e incluso de cold wave que hacen pensar en algo así como si a Trust les dieran un valium y se tranquilizaran un poco de una puñetera vez. Aquí hay ambientes preñados de penumbras en los que bailar deseando que nunca amanezca, que siempre sea de noche, que podamos seguir escuchando las canciones de Ghostly Enemies hasta el infinito y más allá.
Más información en el Facebook de Ghostly Enemies. Escucha «31st EP» en Apple Music y en Spotify.
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Puede que Víctor Ramírez debiera haber nacido en otro lugar y en otra época… Pero lo que está claro es que su nuevo disco «Young Is The New Old» enamora aquí y ahora.
YOUNG IS THE NEW OLD / Ramirez Exposure. Hay músicos que deberían haber aparecido en un momento y en un espacio diferentes a los que les correspondió en la lotería de la vida. Uno de ellos podría ser perfectamente Víctor Ramírez, natural de Valencia y nacido en 1991. Pero, en un universo paralelo, debería haberlo hecho, primero, en el año adecuado para vivir en plenitud los 60 de los Beach Boys y contactar cara a cara con Brian Wilson tras alumbrar “Pet Sounds” (disco al que Víctor rinde culto, tal como deslizó en nuestro homenaje colectivo a la obra maestra de los chicos de la playa).
Luego, esta historia alternativa tendría que haber ocurrido en Estados Unidos, lógicamente, sin importar que fuera en California o en cualquiera de los lugares que visitó el pasado marzo: un viaje que nos relató en un extenso diario y que explica, en una de sus paradas, el cambio de su anterior alias Ramírez por el actual Ramirez Exposure; y, de paso, arroja luz sobre el significado del “Young Is The New Old” (autoeditado, 2017) que encabeza su segundo trabajo en solitario, ya que, pese a su juventud, su estilo, sus modos compositivos y su manera de observar la creación musical son más propios de un veterano que, además, sabe rodearse de expertas y sabias compañías.
“Young Is The New Old” es, en este sentido, la culminación de un proceso colaborativo que le llevó a vincularse personal y profesionalmente con Ken Stringfellow y Marc Jonson, dos nombres fundamentales en la gestación del álbum: el primero, al que ya conocía de los tiempos de su antigua banda, Oh, Libia!, produjo los dos primeros avances del LP, “Hazel Love” y “Suddenly Sunshine”, pieza esta que desembocó en la conexión de Víctor con el segundo de los mencionados, con el que giró para tocar en directo en suelo español su legendario “Years” (Vanguard, 1972) y al que ofreció formar parte de la grabación de “Young Is The New Old”.
Llámenlo la fuerza del destino, si quieren, aunque el resultado final obtenido de esta triple alianza (a la que se unieron, entre otros, el guitarrista Richard Lloyd –Television– y el batería Brian Young –The Jesus And Mary Chain-) está firmemente vinculado a la habilidad compositiva que Víctor ya había plasmado en su debut, “Book Of Youth” (Demian Records, 2015), un disco iniciático (pese a la experiencia acumulada en los mentados Oh, Libia!) que irradiaba toda la luminosidad de su esplendorosa visión pop. En comparación, “Young Is The New Old” funciona como un acto de afirmación, confirmación y progresión.
Sus canciones huelen a verano, hablan de amor sincero e inocente, evocan estampas felices y brillantes y no esconden las influencias de Víctor (desde los totémicos The Beach Boys hasta Big Star y The Posies, claro) en un festín repleto de panderetas, parapapás, coros, guitarras centelleantes, teclados dulces como la miel y melodías que son un canto al pop clásico de bella y cegadora factura. En definitiva, “Young Is The New Old” es pura alegría, vitalidad y optimismo. Sí, Brian Wilson estaría muy orgulloso.
Víctor Ramírez, el valenciano más norteamericano, ha vuelto a demostrar que por sus venas corre una sangre que lo emparenta con varios mitos del pop anglosajón cuyo legado venera y respeta aportando su propia personalidad. La ficticia Cicely ya no se ubica en Alaska, sino en la orilla del río Turia. Y California ya no pertenece a la costa oeste estadounidense, sino al levante español.
Más información en el Facebook de Ramirez Exposure. Escucha «Young Is The New Old» en Apple Music y en Spotify.
https://www.youtube.com/watch?v=l5db9GUl18Y
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¿Podemos empezar a hablar de música que se escucha como si leyeras el timeline de Twitter de alguien que te mola mucho, mucho, mucho? Algo así es este mini-LP de Tronco.
ABDUCIDA POR FORMAR UNA PAREJA / Tronco. ¿Por qué seguimos a toda esa gente que seguimos en Twitter? Bueno, que sigues tú, porque yo con Twitter no me aclaro y al final, por muchas veces que lo pruebe, a los dos días me olvido… Hasta nunki. Un besi. Pero no nos vayamos del tema, venga, que esto es importante: ¿por qué sigues a toda esa gente que sigues en Twitter? No mientras: no es porque sean personas informativas ni que te enseñen absolutamente nada. Les sigues, básicamente, porque tienen una elocuencia especial a la hora de hablar de cosas cotidianas que, expresadas por otra gente, te interesarían menos que cero. Pueden contarte que se están cortando las uñas de los pies, y te interesa. Te interesa big time.
Algo así ocurre con Tronco, con quienes la referencia de Twitter viene que ni pintada no solo porque sean una de esas bandas que las canciones las quieren como las faldas en verano: cuanto más cortas, mejor. Si hubiera un equivalente a los 140 caracteres repletos de elocuencia de esta red social, serían las canciones de los hermanos Conxita y Fermí Herrero: en cualquiera de sus temas de escasos dos minutos caben historias más grandes que las que te explican en siete horas al día de «Sálvame«. Llámalo juventud, llámalo frescor, llámalo candor, llámalo como te dé la gana, porque yo a partir de ahora lo llamo Tronco.
Sobre todo porque el dúo acaba de lanzar un mini-LP que, bajo el título de «Abducida Por Formar Una Pareja» (Elefant, 2017), ha conseguido lo que hacía mucho tiempo que alguien no conseguía: obligarme a recordar qué se siente cuando tienes 20 años. Porque, mira, no es lo mismo leer un libro en el que un viejo habla de la juventud (siempre magnificada, eternamente idealizada) o escuchar un disco en el que, más que una virtud, la juventud de la banda resulta ser un desastre de premuras y escozores. Pocas son las voces jóvenes que, leídas o escuchadas desde una edad más avanzada (joder, qué viejuno suena esto, que anciano me siento), no solo resulten coherentes, sino fascinantes.
La voz de Tronco en «Abducida Por Formar Una Pareja» es coherente, fascinante, joven, fresca, candorosa y costumbrista. Puede parecer que su jugada es sencilla: estructuras musicales optimistas de producción sencilla (pero profundamente efectiva) que casa a la perfección con la voz y las letras de una Conxita que, mira, Lena Dunham, payasa, si tiene que haber una voz de su generación, que sea la de Conxita, por favor, no la tuya. Herrero puede hablar de que no quiere novios porque está hasta el coño de esta manía de la sociedad actual por emparejarse, de que la vida de pluriempleada se le hace una montaña, de que vio a alguien por la calle que creía que eras tú y casi le pide matrimonio… Puede hablarte de lo que le dé la gana, que te tiene ahí, en la palmita de su mano, babeando infinito y pidiendo más.
Y esto es tan solo un mini-LP. Chiquis, os digo una cosa: cuando a Tronco les dé por marcarse un álbum propiamente dicho, que el pop español tiemble, porque se los van a comer a todos con patatas. Por ahora, sigamos disfrutando con su música-tuit, porque lo de «Abducida Por Formar Una Pareja» tiene telita para cortar durante mucho, mucho, mucho tiempo.
Más información en el Facebook de Tronco. Escucha «Abducida Por Formar Una Pareja» en Apple Music y en Spotify.
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