¿Recuerdas aquel lema de «el pop nos salvará» que nos dio la vida hace años? Pues ahora vuelve a ser más verdad que nunca gracias al debut en largo de Neleonard.
POP ADORABLE. Cuando Neleonard irrumpieron en escena con su primera referencia, el mini LP “Agosto” (Elefant, 2014), no tardaron en ganarse los corazones de los aficionados al indie-pop más meloso y armónico, tratado con mimo y una pizca de candor naif. El éxito de su fórmula se basaba en la luminosidad que irradiaban unas composiciones que combinaban con naturalidad influencias reconocibles: de La Buena Vida y La Bien Querida a The Divine Comedy y Belle And Sebastian. También en una firme personalidad transmitida a través de su arte para moldear melodías redondas y empastar perfectamente las voces de sus dos cantantes, Manuel Navío ‘Nele’ -también guitarrista- y Laura Alonso. En definitiva, Neleonard elaboraban pop en mayúsculas formado por pequeñas joyas sonoras.
Así que sólo quedaba esperar el tiempo necesario para que la banda completada por Elena Comas (bajo), Guillermo Rodríguez (guitarra), Eloy Bernal (teclados) y Pedro Señalada (batería) publicase su primer disco en formato largo, tras mantener su inspiración intacta en el single “Casi Cuela” (Elefant, 2015). La tarea no era sencilla, dada la creciente brillantez de su cancionero previo. Pero “Las Causas Perdidas” (Elefant, 2016) sube al siguiente peldaño todas las virtudes esbozadas por Neleonard desde su estreno a esta parte, elevándolas mediante un repertorio adornado por una rica ornamentación instrumental y orquestaciones que dan lustre a cada tema. El conjunto, además, se ve oxigenado por una lírica sentimental que esquiva el empalagamiento facilón para abordar el amor como una materia prima unas veces dulce y, otras, amarga.
En cuanto arranca la cegadora “Reluces” (complicado no recordar a The Divine Comedy mientras suena), Neleonard despliegan su transparente visión de los hechos emocionales como azarosas aventuras salpicadas de cotidianos retazos de vida poetizados que se expresan entre destellos optimistas (“La Más Alegre”, cuyos arreglos clasicistas encajarían sin problema en cualquier pieza de Belle And Sebastian), deliciosos acordes eléctricos (“Coger Frío”) y actos desnudos de poso dramático (“La Despedida” cierra adecuadamente el álbum apoyada en emotivas notas de piano).
No hay duda: Neleonard se confirman como delicados orfebres de melodías relucientes que envuelven letras tan encantadoras como certeras. Con ellos podemos estar seguros de que el pop nos salvará (otra vez). [Más información en el Facebook de Neleonard. Escucha «Las Causas Perdidas» en Apple Music y en Spotify]
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Basta ya de etiquetar a Bigott como un proyecto extravagante… Su nuevo disco con producción de Jeremy Jay demuestra que también sabe practicar el pop más elegante.
POP ELEGANTE. Quizá sea el momento, definitivamente, de quitarle la etiqueta de extravagante a Borja Laudo. Al menos, en lo que atañe a su vertiente artística al frente de Bigott. Ahora habría que aplicarle el adjetivo ‘elegante’ y cualquiera de sus sinónimos. Buena culpa de ello la tiene, a no ser que lo desmienta el propio Laudo, la labor de Jeremy Jay como productor de su anterior trabajo, “Pavement Tree” (Grabaciones en el Mar, 2014), donde se pudo apreciar el proceso de refinado de las maneras de la banda zaragozana hacia un pop evocador, melancólico, profundo y diáfano. Un viraje formal que, dicho sea de paso, sentó de maravilla a Laudo, convertido en crooner pop muy especial pero liberado de histrionismo.
No resulta extraño, por tanto, que se repita la jugada con Jay otra vez encargado de pulir el nuevo cancionero de Bigott contenido en su octavo álbum, “My Friends Are Dead” (Grabaciones en el Mar, 2016). Es este un trabajo que se debería observar como un paso lógico -al contrario de lo ocurrido a lo largo de la trayectoria del zaragozano, caracterizada por sus requiebros estilísticos- en busca de prolongar y aumentar los hallazgos logrados en el mentado “Pavement Tree”. De este modo, sin que se difuminen los peculiares rasgos que distinguen la mente creativa de Laudo, la sabia mano de Jeremy Jay se aprecia clara y positivamente de principio a fin en un disco corto en cuanto a duración pero amplio como espejo en el que se refleja la versatilidad de Bigott para adaptarse a subgéneros como el indie-pop de la escuela C86 (la efervescente “Apple Girl”) y llevar a su terreno el indie-rock de raíz yanqui (“She’s Gone” y “Hairy Moon”).
Además de en las nuevas desviaciones sonoras, donde vuelven a acertar de lleno Bigott es en su manera de interpretar el pop ensoñador e ingrávido, con “Happy Flan”, “At The End” y “Hang”. Estos son los máximos exponentes de que los caminos artísticos de Jeremy Jay y Borja Laudo estaban destinados a cruzarse y deberían seguir entrelazados para dar grandes frutos en el futuro. [Más información en el Bandcamp de Bigott. Escucha «My Friends Are Dead» en Apple Music y en Spotify]
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Pregunta: ¿cuál es una de las principales funciones del pop? Respuesta: darte chutes de optimismo revitalizante como el del nuevo disco de Tórtel.
POP REVITALIZANTE. De la canción intimista a la alegría mediterránea. Y, después, a la exuberancia alucinada. Así se podrían definir los tres pasos discográficos dados por Jorge Pérez como Tórtel antes de llegar a “Transparente” (I*M, 2016), cuarto álbum de su trayectoria que, atendiendo al esquema expuesto, ofrece otro giro copernicano en cuanto a planteamiento sonoro sin salirse de los renglones del pop. Eso sí, el valenciano no varía un ápice en ese entusiasmo (tal como se llama, apropiadamente, su segundo trabajo) que siempre han contagiado sus canciones -ya fuera de una manera más evidente o velada-. Un entusiasmo que aquí vuelca en un repertorio anclado en un pop de concepción clásica y efectos infecciosos.
En cierto modo, esa estructura recuerda a la que el propio Jorge Pérez practica junto a Remi Carreres y Víctor Ramírez en Coleccionistas. De esa aventura paralela parece rescatar el influjo de los arreglos sintéticos (con ayuda en la producción de Al Pagoda de Polock) para enriquecer un buen puñado de melodías magnéticas y estribillos pegajosos, algo de lo que Tórtel siempre ha estado sobrado. En el caso concreto de “Transparente”, esos elementos se desparraman en cortes que se mueven entre las diversas formas que puede adquirir el pop: con aires new wave, “Respira” (adornada con toques orientales tan del gusto en los 80) o “Nadie se Parece a Nosotros”; bajo una atmósfera onírica de fondo granulado y tornasolado, “La Casa de Hojas”, “Aquí y Ahora” o “Sonámbulos” (su título no engaña); alimentado por una contenida psicodelia sesentera en la sólida “El Invitado”; y agitado por el cálido aunque brioso ritmo de “En Defensa Propia”.
Pero, más allá de las diferentes mutaciones de su contenido, el gran logro de “Transparente” está en que consigue transmitir un espíritu positivo que atraviesa el cuerpo de arriba abajo y despeja cualquier cielo plomizo lleno de nubarrones. Esa es una de las principales funciones del buen pop, ¿verdad? [Más información en el Facebook de Tórtel. Escucha «Transparente» en Apple Music y en Spotify]
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