Este año hemos reducido nuestras listas… Pero os aseguramos que estos 20 discos nacionales seguiréis escuchándolos de aquí a treinta años.
Ya lo decimos en esta editorial: las listas de lo mejor del año 2016 en Fantastic iban a verse dramáticamente reducida. Al fin y al cabo, aspiramos a la excelencia: no queremos hacer una lista con los discos buenos del año, sino una lista de los discos de este año que van a pasar a la historia. Que seguiremos escuchando de aquí a dos décadas. Es una tarea difícil que implica dejar mucha cosa buen fuera… Pero esa ha sido nuestra decisión. Y aquí está el resultado final.
Veinte discos nacionales que resumen a la perfección lo que ha sido el año 2016 y en la que están representados todos los géneros en los que está haciendo algo elocuente a día de hoy. Hay grupos conocidos y otros recién llegados, pero todos tienen en común habernos regalado un buen puñado de discos que sabemos al cien por cien que seguiremos escuchando pasen los años que pasen. No nos entretenemos más… Porque sabemos que lo que os interesa es la cuenta atrás que viene a continuación.
20. VOCES, de El Último Vecino.En lo que respecta al acto creativo, repetir una fórmula no es exactamente incidir en una fórmula. Hay un pequeño matiz entre ambos conceptos, que quizás tenga que ver con el uso o no del piloto automático. Ese matiz es el que cambia ante las sucesivas audiciones de “Voces” (CANADA /Club Social, 2016), el segundo disco de El Último Vecino. La primera escucha le deja a uno con una mueca de discreta desaprobación ante la (solo aparente) repetición del patrón de canción presentado en “El Último Vecino” (Domestica Records, 2013). En la segunda escucha, empezamos a arquear las cejas. La tercera escucha es la que nos deja aplaudiendo de pie en nuestra habitación con lágrimas de emoción en los ojos. El Último Vecino, en esencia, no repite la fórmula, pero incide en ella. [leer más]
19. CENIZAS Y FLORES, de Odio París. Odio París no tenían fácil igualar las cotas alcanzadas con su ópera prima una vez metidos en el proceso de alumbramiento de su continuación: además de dominar el efecto de las inevitables influencias latentes en su música, deberían enfrentarse a sus propios logros. ¿Sería por esa razón que tardaron casi cinco años en entregar su segundo LP? No importa la respuesta: “Cenizas y Flores” (Mushroom Pillow, 2016) ya es una realidad. Y, de entrada, como en el caso de “Odio París”, no es preciso recurrir a ningún tipo de name-dropping para no perder la orientación a través de su sonido brumoso, su decorado nebuloso, melancólico y evocador, sus cataratas de melodías adhesivas, sus voces granuladas y sus dulces capas eléctricas. Es decir: las señas de identidad básicas de Odio París, que resplandecen entre un algodonado pop que sigue direcciones noise y dreamy y un feedback guitarrero sostenido pero sinuoso. Eso sí, esta vez se advierte que el sonido característico de los barceloneses se muestra más nítido, compacto (se nota la mano de Hans Kruger en la producción) y, en último término, engrandecido. [leer más]
18. CAMPEONES DEL MUNDO, de Novedades Carminha. Giro copernicano, viraje de 180˚ o salto sin red. De cualquiera de esas maneras se puede definir la estrategia seguida por Novedades Carminha para convertir su cuarto álbum, “Campeones del Mundo” (Ernie, 2016), en una sorprendente reformulación de su acostumbrado estilo enraizado en el punk-rock despendolado, beodo, fiestero y lleno de retranca. Entonces, ¿nos encontramos ante un proceso de cambio radical que ha borrado de un plumazo a los Novedades Carminha conocidos hasta ahora? En parte sí, en parte no: se mantienen sus letras cáusticas y costumbristas, sus alegorías localistas y su romanticismo irreverente, todo ello iluminado por su habitual sonido eléctrico soleado y pegadizo; pero esta vez lo ejecutan bajando las revoluciones, reduciendo el nivel de griterío y decibelios y buscando nuevas vías de expresión tirando más hacia el pop (desprejuiciado) que hacia el rock (juerguista). [leer más]
17. ÓPALO NEGRO, de Papa Topo. Papa Topo son una fiesta. Esa es la versión oficial, y es cierto que es cierta, y desde que ahora versionan el “Yo Quiero Bailar” de Sonia y Selena en sus directos, más cierta aún. Sin embargo, lo realmente llamativo de su disco debut -que llega seis años después de su primer single- es el otro lado, la cara équis a las que no estábamos tan acostumbrados. Lo que más nos gusta a todos del verano es poder tomar helado y todo eso, sí, ninguna duda, pero cuando suena “Davall Ses Flors Des Taronger” -el precioso y íntimo tema que Adrià canta en solitario y en mallorquín- no podemos hacer otra cosa que callar y escuchar: “¿esto son Papa Topo?” “Sí, yo tampoco creía que me podrían gustar tanto ahora.” Y esa “Enero”, que sabe cuándo frenarse antes de derivar en tontipop para quedarse en una canción pegadiza pero no irritante. Y esa “Lagrimas de cocodrilo”, con sus bajos y saxofón free-jazz o la Blondiesque “Je suis un monstre”. En definitiva, una agradable sorpresa. [Patri di Filippo]
16. LOS BIENES, de Kiev Cuando Nieva. «Los Bienes» es un trabajo que no precisa más que ocho cortes y menos de treinta minutos de duración para ser considerado una obra mayor que amplía ese peculiar mundo en el que está instalado el cuarteto Kiev Cuando Nieva, en el que la realidad alcanza toda su dimensión mágica y cuyo simbolismo se expande a través de las mentes de todos aquellos que deciden explorarlo. Una acción que se consuma gracias a la accesibilidad de unas canciones cuidadas al detalle, ricamente arregladas (vientos, cuerdas y coros por doquier) y nutridas por letras repletas de misterio costumbrista (o costumbrismo misterioso) que invitan a la interpretación libre ante sus múltiples significados. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 15 al 11″ ]15. ALEGANCIA, de Fur Voice. No tengo ni idea de si David Gracia ha escogido el título de su segundo disco como una mezcla entre dos palabras diferentes pero no antitéticas: ¿es “Alegancia” (Mutabor, 2016) una mezcla entre la “alegría” y la “elegancia”? Porque, al fin y al cabo, esa es una de las múltiples lecturas que pueden extraerse de este trabajo que en el seno de sus canciones consigue trenzar la alegría, ese sentimiento que todo lo alborota, con la elegancia, que es de por sí una fuerza que ordena bajo unas estrictas reglas de conducta estética. Y si puntualizo que desconozco la intención del hombre detrás de Fur Voice es para permitirme a continuación otro binomio, otra extrañas pareja que también parece marcar a fuego esta “Alegancia” que nos ocupa. Hay aquí, sin lugar a dudas, un fuerte componente de “expoprimentación“, que vendría a ser una mezcla entre la música experimental y artie con unas cuadrículas pop sobre las que cualquier canción parece mucho más accesible, más amable, más viciosa en sus escuchas y danzas. [leer más]
14. LEAVE ME ALONE, de Hinds. Mucho se ha hablado de Hinds en nuestro país y fuera de él. Bien y mal. El caso es que aquí hemos venido a hablar de música, y de conciertos. Lo que es innegable es que Carlota Cossials (voz y guitarra), Ana Perrote (guitarra y voces), Adela Martín (bajo) y Amber Grimberger (batería) son amigas y supuran naturalidad, y eso se transmite en sus conciertos. Quizás no sean las personas más virtuosas del mundo, pero, ¿quién quiere eso teniendo diversión? Sus canciones son lo-fi, garajeras, frescas y muy teenager, y ellas gritan o susurran por igual, como si evocaran el dulce alboroto de hormonas de la juventud. Hablan de amor, desamor, nada nuevo bajo el sol, pero lo hacen de forma jocosa por que su intención no es otra que divertirse, riéndose hasta de su sombra. «Leave Me Alone» ha sido producido por Paco Loco y Diego García de The Parrots, habitual colaborador del grupo, con un sonido muy California y con joyas como la instrumental «Solar Gap«. Leave Hinds alone, ellas saben lo que hacen. [Miriam Arcera]
13. ATAQUE DE AMOR, de El Palacio de Linares. Al igual que la novela de Nick Hornby invita a conservar varias ensoñaciones juveniles aunque se rocen los cuarenta, “Ataque de Amor” funciona como un hacha para despejar la frondosidad de la selva que conforman la actual racionalización de los sentimientos y el vacío que provocan las relaciones establecidas a golpe de red social. Y, en última instancia, se muestra como la enésima esperanza depositada en el pop para creer en el romanticismo carente de imposturas y, lo más importante, liberado de la dictadura del materialismo. Porque, aunque la pobreza entre por la puerta, el amor puede permanecer en la habitación. [leer más]
12. LÍMIT CONSTANT, de Univers. Los cambios siempre dan miedo, pero a la vez son emocionantes. Univers cambian ligeramente de registro en este nuevo álbum, y también ligeramente su formación con la salida de Pau López al bajo y la entrada en su lugar de Germán López. Yago Alcover (guitarra y voz), Eduard Bujalance (guitarra y voz), Aitor Bigas (batería) y el mencionado Germán, se mueven con «Límit Constant» hacia lugares más oscuros, evoucionando hacia sonidos que recuerdan a la Cold Wave de los 80. Todo ello gracias también a la producción de Sergio Pérez (Svper, Thelematicos) que inyecta cajas de ritmo de los 80 y sintetizadores en este álbum. El concepto de liquidez de Bauman, la entrada en la vida adulta, los paisajes de Cataluña, las rupturas amorosas, las salidas nocturnas y la nostalgia son temas que se tratan en este álbum donde los misterios y la incertidumbre siguen siendo los protagonistas. [Miriam Arcera]
11. LA PLAGA, de Terrier. Terrier han seguido la estrategia de aclarar su sonido sin eliminar sus signos característicos hasta encajarlo en el concepto de pop cegador definido por sus ganchos melódicos y sus estribillos poderosos. Esta es la base esencial sobre la que se sustenta “La Plaga” (Sonido Muchacho, 2016), su segundo trabajo tras el más garagero y lo-fi “Un Cadáver en el Mar” (Sonido Muchacho, 2014). El salto cualitativo entre uno y otro lo estableció “Évoli”, tema de adelanto que ponía sobre la mesa las dos cartas ganadoras que Terrier sacarían en este disco: efervescencia pop y electricidad centelleante de efectos adhesivos. Conocidas estas bondades de la canción estrella de “La Plaga”, ha sido todo un acierto colocarla como primer corte para situar al oyente y prepararlo adecuadamente para transitar a través del resto de un repertorio que, en vez de limitarse a repetir su plantilla y girar en bucle en torno a ella, se expande hacia las múltiples posibilidades que ofrece el indie pop. De este modo, “La Plaga” emerge como un auténtico catálogo de las diversas formas que puede adquirir tal etiqueta. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 10 al 6″ ]10. AMMA, de beGun. La música puede cumplir muchas funciones: hay música para bailar, otra para relajarse, alguna de acompañamiento intrascendente… Pero hay un tipo de música en concreto que fascina por lo que tiene de desbordamiento de las fronteras del propio formato. Al fin y al cabo, la mayor parte de la música suele afectarnos al cuerpo y, como máximo, si hay suerte, a las emociones. Por el contrario, existe gente capaz de traspasar los sentidos y conseguir que la música no sólo estimule el sentido del oído, sino también el de la vista (aunque sea, eso sí, a través de la imaginación). Así es la música de beGun. [leer más]
9. HIPERASIA, de El Guincho. “HiperAsia” varía las líneas marcadas por el groovy y voluptuoso “Pop Negro” (Young Turks, 2010), del mismo modo que este depuraba el electropicalismo de su predecesor, “Alegranza” (Discoteca Océano, 2007). Así, este LP parte del concepto de la múltiple fragmentación de los híper-mercados chinos para componer un crisol musical cosmopolita y vanguardista que se vincula con etiquetas como el house, el trap, el R&B, el hip hop (“Comix”, con Mala Rodríguez) y el chill / vaporwave (“Pizza”) sustentadas sobre beats refrescantes, ritmos quebrados, Auto-Tune, sintes fluorescentes, samples y mucho flow. ¿Se le podría llamar híper-pop? Perfectamente, sobre todo por el torrente de estímulos sensoriales que transmite. “HiperAsia” es, en resumen, un álbum de alma canaria y aspecto globalizado que emerge como una audaz manifestación de la modernidad. [leer más]
8. CHILL AQUÍ, de Extraperlo. “Chill Aquí” fluye con naturalidad como un río de sensaciones repleto de meandros convertidos en remansos de calidez musical a través del cual el receptor debe dejarse llevar, soltar amarras físicas y mentales hasta llegar a un puerto en el que también aparece, inevitablemente, el amor como ingrediente indisoluble del ser humano, ya sea en su representación idealizada e incluso inocente. El suave impacto de esta peculiar singladura se multiplica por los ropajes sonoros que Extraperlo visten para la ocasión y que ayudan a que los versos cantados por Borja con su característica y matizada voz coppiniana (esta vez más nítida y tersa) ganen en cuerpo y profundidad. Con el mismo Aleix Clavera encargado de la producción del disco (en lugar del habitual Pablo Díaz-Reixa, El Guincho, absorbido por su “HiperAsia”), Extraperlo han aprovechado el trueque de la caja de ritmos recurrente en sus esquemas por la batería tradicional para dotar de mayores texturas orgánicas y empaque a un sonido que mantiene su refrescante sabor y su intenso aroma ochentero y, a la vez, acentúa su halo reconfortante y ensoñador. [leer más]
7. NOTARIO, de Chico y Chica. Totalmente absorto, de repente te das cuenta de que acabas de soltar una carcajada que esperas que no haya sido demasiado fuerte como para retumbar por toda la sala, pero que seguramente lo haya sido. “Se quitó el emperador. No valía para nada. ¿Una persona que mandara en todo? ¿Dónde se ha visto? Nada. Fuera. ¿Y cómo lo hicimos? Pues explicándoselo a él muy despacito, haciéndoselo ver, haciéndoselo comprender…”, dice Alicia siguiendo el capítulo “Pontormo, un satélite tibio” entre carcajadas del público. Y no es el qué -sin querer quitarle mérito a ese talento por mezclar lo absurdo con el costumbrismo que tienen desde siempre Chico y Chica, jugando con el lenguaje como les plazca-, sino el cómo: es esa relación absurda que establecen entre voz y lenguaje, entre tono y palabra, la que retuerce las expectativas y, por consecuencia, provoca la risa como verbalización de la sorpresa. [leer más]
6. LAS CAUSAS PERDIDAS, de Neleonard. Sólo quedaba esperar el tiempo necesario para que la banda publicase su primer disco en formato largo, tras mantener su inspiración intacta en el single “Casi Cuela” (Elefant, 2015). La tarea no era sencilla, dada la creciente brillantez de su cancionero previo. Pero “Las Causas Perdidas” (Elefant, 2016) sube al siguiente peldaño todas las virtudes esbozadas por Neleonard desde su estreno a esta parte, elevándolas mediante un repertorio adornado por una rica ornamentación instrumental y orquestaciones que dan lustre a cada tema. El conjunto, además, se ve oxigenado por una lírica sentimental que esquiva el empalagamiento facilón para abordar el amor como una materia prima unas veces dulce y, otras, amarga. [leer más]
[/nextpage][nextpage title=»Del 5 al 1″ ]5. SALVE DISCORDIA, de Triángulo de Amor Bizarro. ¿Cuál es ese concepto que, se supone, cohesiona argumentalmente este álbum? La respuesta se halla en el corte “Nuestro Siglo Fnord”, término que se refiere a todo proceso de desinformación que pretende desviar la atención de las masas en aras de una supuesta confabulación mundial y que aparece en el texto de tintes religiosos “Principia Discordia” -¡ajá!- conectado con los Illuminati, las conspiranoias y otras creencias subterráneas. Vamos, que Giorgio A. Tsoukalos e Iker Jiménez estarían encantados de escuchar este álbum que, sirviéndose de simbología esotérica y figuraciones mitológicas, captura -al igual que su antecesor- el zeitgeist decrépito y subyugante de nuestra realidad, la cual varios expertos ya definen como una simulación de nuestro cerebro. [leer más]
4. OFERTA, de Las Bistecs. La jodido de las bromas es que nadie se las toma en serio… Las Bistecs cayeron sobre nosotros como un divertido chaparrón de verano con su «Historia del Arte«, su impactante rollito escénico y sus videoclips destinados a convertirse en puro culto. Fue en las entrevistas donde se empezó a vislumbrar que Las Bistecs no eran una broma o que, si lo eran, eran más bien una complejísima broma con muchos niveles de lectura. Y así volvemos al principio: lo jodido de las bromas es que nadie se las toma en serio y que, para que lo hagan, necesitas una declaración de intenciones jodidamente impactante. «Oferta» es la declaración de intenciones de Las Bistecs: una declaración de intenciones en la que las letras brillan en su poesía surrealista que hace escarnio de la vida moderna y en la que la música, ese electro-disgusting que ha creado escuela, sorprende a propios y a extraños a base de trallazos ultra bailables. Mandanga de la buena, señores. Mandanga tan buena como para demostrar que Las Bistecs nunca fueron una broma, sino una promesa de futuro que ya es presente perfecto. [Raül De Tena]
3. PSICONÁUTICA, de Linda Guilala. “Psiconáutica” es un disco que se basa en una estructura clásica de introducción, nudo y desenlace que rompe con la condición de simple colección de canciones y se convierte en un conjunto bien hilvanado y cohesionado que se debe escuchar de manera fluida, sin saltos bruscos. Esta característica puede empujar a pensar que “Psiconáutica” es una especie de álbum conceptual. Al menos, a nivel estético, ya que su repertorio recorre de principio a fin y con una secuenciación calculada los renglones canónicos y los vericuetos más sugerentes del shoegaze, agitado para la ocasión por el ímpetu del noise pop y dulcificado por la sutilidad del dream-pop. Así pues, este disco está planteado para que el receptor se embarque en un viaje a través de un espacio no sólo sonoro (que concentra feedback eléctrico, fogonazos de distorsión guitarrera y sintetizadores deslumbrantes), sino también visual (repleto rayos de luz de origen indefinido y estrellas psicodélicas). [leer más]
2. ASÍ ES COMO ESCAPÓ, de Doble Pletina. Puede que en nuestro país seamos algo adictos a hablar de grupos recién llegados como si fueran valores totalmente asentados y seguros, clásicos instantáneos. Pero es que en el caso de Doble Pletina el hype estaba justificado por una visión del pop que bebía del pasado inmediato de la música en nuestro país y, a su vez, conseguía impulsar sus canciones hacia el futuro por la vía de unas letras impecables, impactantes en su engañosa sencillez. Al debut le siguieron un buen puñado de actuaciones pletóricas… Y, a partir de ahí, la maquinaria volvió a ponerse en marcha en dirección al obligado segundo disco. La temida reválida. Por el camino, Cati se fue a vivir a EEUU y, en su lugar, entró en el grupo Jordi Llobet. Y, antes de que pudiéramos preguntar “¿os está afectando el camb..?” ya teníamos ante nosotros su nuevo trabajo, el sublime “Así Es Como Escapó” (Jabalina, 2016). [leer más]
1. FRUTA Y VERDURA, de Espanto. Han tenido que pasar cuatro años para que volviésemos a tener noticias de Espanto, pero la espera ha valido la pena. Frase hecha la recién tecleada que deja de serlo en el momento en el que la primera canción de “Fruta y Verdura” empieza a sonar: puede que nunca antes en el pop patrio se hubiese hablado de la muerte con tal sencillez y delicadeza. Espanto te matan en la primera canción, y ya en la siguiente te sumergen en de un universo salvaje y misterioso del que ya no volverás a salir hasta que el disco termine de girar: sonidos electrónicos se anudan y se imbrican entre sí, ramificándose hasta construir una selva de melodías que se enrosca alrededor de la disyuntiva entre naturaleza libre pero salvaje y civilización segura pero asfixiante. Todo esto, junto a la maravillosa y delicada producción de Austrohúngaro, hace de “Fruta y Verdura” un indudable favorito de este año. [Patri di Filippo]
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