Que La Bien Querida nunca se ha casado con un género en concreto es una gran verdad… Y que nunca había llegado tan alto como con «Fuego» es una verdad como una catedral en llamas.
FUEGO / La Bien Querida. Si observamos en perspectiva la discografía de Ana Fernández-Villaverde, La Bien Querida, concluiremos que su trayectoria ha sido regularmente notable. Todo un mérito basado en una razón: nunca se ha adherido a una única etiqueta dentro del amplio abanico de posibilidades que el pop ofrece. Por ejemplo, la folclórica, como podía haber sucedido fácilmente tras deslumbrar con su álbum de debut, “Romancero” (Elefant, 2009). Al contrario: la bilbaína de nacimiento transitó después por vericuetos musicales que evidenciaron su inquieto espíritu creativo, moviéndose con soltura en cualquier terreno, ya fuera el más orgánico y cálido o el más sintético, eléctrico y dinámico.
Por eso no nos importa repetir unas palabras que ya dijimos en el momento en que se anunció la publicación de su quinto trabajo, “Fuego” (Elefant, 2017), y que cobran más fuerza ahora que el disco lleva un buen tiempo en la calle: La Bien Querida está acostumbrada a sorprendernos (positivamente) y nosotros estamos (muy bien) acostumbrados a sus virajes sonoros. En ese sentido, “Fuego” funciona como un compendio de los frutos que produce su ánimo renovador, gracias al cual está continuamente dispuesta a darle una vuelta de tuerca a una estética que refuerza un discurso, eso sí, invariable desde sus inicios. ¿Es eso un defecto o un lastre? Ni lo uno ni lo otro, ya que La Bien Querida ha tomado el amor como el gran alimento letrístico de sus composiciones y la fuente inagotable de un universo repleto de sentimientos y emociones.
Así que, en esencia, en el interior de “Fuego” confluyen la Ana más reconocible y la más actual y moderna, cara esta que exhibe en todo su esplendor en “7 Días Juntos”, su apoteósica incursión en la cumbia sazonada de beats electrónicos, dub y el featuring de Joan Miquel Oliver. Esta es la pieza que ilumina, calienta y otorga un color diferente al álbum. Pero su especial tono, pese a su perfecta resolución, no se extiende a todo “Fuego”. De hecho, cuando La Bien Querida regaló al mundo “7 Días Juntos”, la acompañó de su némesis, la minimalista y oscura “Dinamita”. Es decir, que en el LP no hallarán un cambio rupturista en las habituales maniobras de La Bien Querida, sino una nueva y poliédrica muestra de cómo maneja los resortes del pop.
En esa materia, no importa qué dirección tome La Bien Querida, porque siempre llega a buen puerto: “Permanentemente” recuerda a la efusiva y burbujeante candidez de sus comienzos; “Peor que los Demás” y “Si me Quieres a mí” se inclinan hacia los ejercicios synthpop románticos de sus dos anteriores discos; “Recompensarte” representa el pellizco flamenco-rumbero con un J que devuelve el favor vocal tras las colaboraciones planeteras de Ana; “La Pieza que me Falta” sería una especie de revisión del toma y daca pimpinalesco perpetrada junto a La Estrella David (o lo que es lo mismo: David Rodríguez, su productor); y “El Lado Bueno” (casi una actualización de la emblemática “9.6”) recupera el tecno-kraut-pop neworderiano que se mezcla con sus raíces melódicas, que se despliegan con candidez y un toque naïf en “Jardines de Marzo”.
Como hilo conductor de esta variada trama aparece el amor como un elemento tamizado por filtros agridulces, como si en las historias de La Bien Querida sea imposible que se vivan el enamoramiento y la pasión con total felicidad. Ya lo canta en el principio de “Lo Veo Posible”: “siempre buscando el amor en sitios equivocados…”. Al final, parece que los matices tristes y dramáticos de las relaciones sentimentales se imponen en una constante tensión entre un yin y un yang afectivo a cuya lucha se une toda alma que ha disputado o disputa una batalla similar. De ahí que, por mucho que La Bien Querida no abandone un bucle amoroso que corre el peligro de parecer un discurso manido, resulte sencillo identificarse y sentir como propias sus palabras.
A veces, uno se pregunta: ¿son las canciones las que modelan los sentimientos o los sentimientos los que modelan las canciones? En “Fuego” no importa tanto hallar la respuesta como ser consciente de cómo La Bien Querida sorprende, conquista y conmueve con sus canciones.
Más información en el Facebook de La Bien Querida. Escucha «Fuego» en Apple Music y en Spotify.
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Que Tigres Leones son mucho más que el hype de «Marte» ya lo demostraron con su anterior disco… Con «El Año de la Victoria» demuestran que pueden apuntar incluso más alto.
EL AÑO DE LA VICTORIA / Tigres Leones. “La Catastrofía” (Sonido Muchacho, 2015), segundo LP de Tigres Leones, fue el disco que contenía AQUELLA canción que corrió como la pólvora a través de la red gracias a AQUEL vídeo convertido en fenómeno viral a partir del mismo instante de su publicación. Nos referimos, claro, a “Marte” y al trabajo visual que la ilustraba -firmado por Miguel Esteban-, en el que un trasunto de Dani Rovira mataba a varias figuras del artisteo patrio por una conocida marca cervecera. Desde entonces, resulta imposible disociar el careto de Rovira de tan descacharrante clip y, por extensión, del gran salto de popularidad que Tigres Leones practicaron en forma de canción.
Sin embargo, no hay que olvidar que “La Catastrofía” no fue carne del hype de su tema estrella, sino que sobresalió como uno de los mejores álbumes nacionales de hace un par de años por ser una estupenda muestra de cómo manejar virtuosamente las lides del pop (indie o clásico sesentero) y del rock (garagero o psicodélico). Es probable que los más pesimistas y / o incrédulos temieran o sentenciaran que aquel triunfo pudiera ser flor de un disco. Pero, en tal caso, se olvidarían de que Tigres Leones, simplemente, estaban empezando a despegar. Un hecho que confirma su última entrega, “El Año de la Victoria” (Sonido Muchacho, 2017).
Este pensamiento surgió automáticamente cuando Tigres Leones ofrecieron “Golpe en la Puerta”, el primer adelanto de su tercer largo, que despejaba cualquier duda sobre la progresión del trío madrileño (aupado en la producción por David Rodríguez –Beef, La Bien Querida– y Sergio Pérez –Svper-) y sus actuales prestaciones gracias a la guitarra sólida, el ritmo granítico, la certera melodía y el toque castizo (al estilo de Los Claveles). Y, efectivamente, con ese golpe habían tirado abajo la puerta que les llevaba al siguiente nivel, escenificado por “Miliciano”, una especie de continuación de la anterior bien regada de trompetas fronterizas (¿o de pasodoble?) que ponen el contrapunto a una letra que resuma desencanto, el mismo que viene a la cabeza cuando se piensa en esa España con la que ironiza Alberto González (Querido Antonio) a través de Los del Río en la delirante portada del LP.
Lo avisaron Tigres Leones en su momento: “El Año de la Victoria” iba a ser “un cóctel de surrealismo, comedia y drama”, siguiendo la línea marcada por “La Catastrofía”. Y así es, ya que transcurre bajo una atmósfera tragicómica. En cierto modo, da la sensación de que las canciones de este disco están hechas para sobrellevar el ambiente caldeado y alocado que ha germinado los últimos tiempos en España. Así que la mejor recomendación es agarrase con fuerza a la enérgica e infecciosa “Domingo”, a la cachonda “Milos Forman” (desde ya otro de los himnos tigreleoneros), a la efervescente “Haz que se Vaya el Aire” (con Marina Gallardo como voz invitada) o a la envenenada “Los Demonios” para desfogarse y sacudirse toda la caspa que va cayendo desde el cielo de este santo país antes de toparse con la sorpresa final, la reposada y minimalista “Paracaidista Ruso”, que parece sacada del imaginario de Hidrogenesse.
En “El Año de la Victoria”, Tigres Leones enriquecen su visión del pop-rock de raíces patrias y aumentan el zoom de su objetivo para ampliar su corrosiva visión de la cotidianidad más bizarra que, a veces, es la más realista. El título del disco no engaña: hay que interpretarlo como un indicio de que 2017 volverá a ser el año de Tigres Leones.
Más información en el Facebook de Tigres Leones. Escucha «El Año de la Victoria» en Apple Music y en Spotify.
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En 2016 supimos que Aloha Bennets estaban llamadas a grandes cosas… Y esas grandes cosas se confirman en 2017 con su excelente álbum «La Jungla».
LA JUNGLA / Aloha Bennets. A principios de este año nos dio por sacar nuestra pequeña bola de cristal y afirmar que, de acuerdo, en 2016 Aloha Bennets habían tomado el impulso adecuado para comenzar un imparable ascenso, pero su verdadera explosión se iba a producir a lo largo de 2017… Y nuestra esfera mágica acertó. “La Jungla” (La Nada / Hidden Track Records, 2017), primer larga duración del grupo formado por Cristina Robles (guitarra y voces), Mireia Bellido (guitarra y voces), Olga García (bajo y voces) y Winston Reeves (batería), llegó en el momento justo para corroborar lo que ya pensábamos: que iban a refrescar y a darle un nuevo aire al panorama indie-rocanrolero de nuestro país después de haberlo sugerido a través de los pildorazos punk / lo-fi que habían incluido en sus EPs iniciales, “Varadero” (autoeditado, 2016) y “Mahalo” (autoeditado, 2016).
Siguiendo ese mismo esquema sónico, “La Jungla” es un disco repleto de jovialidad y descaro, tan chispeante como una botella de cola llena de Mentos que se agita con fuerza. Pero no se confundan: así como el efecto de ese chorro carbonatado es tan intenso como efímero, las canciones de Aloha Bennets poseen la capacidad suficiente para perdurar sin renunciar a mostrarse enérgicamente urgentes. Es decir, que el contenido de “La Jungla” se digiere rápido, pero su sabor se alarga en el tiempo a base de rock garagero (“Viaje Astral”), espíritu riot-grrrl (Kathleen Hanna estaría orgullosa de “¿Quién Ganará?”), post-punk surfero (“La Fuga”), punk-rock de carretera (“A Kilómetros de Aquí”) o de película de serie Z (“Los Zombies”) y puro nervio eléctrico tensado con ímpetu (“La Quinta Dimensión”).
No podían faltar, lógicamente, algunos de los temas con los que el nombre de Aloha Bennets fue pasando de boca en boca en sus comienzos, como la remozada “No me Importas” (al igual que la mencionada “A Kilómetros de Aquí”) y, sobre todo, “Varadero”, santo y seña del cuarteto barcelonés.
Con “La Jungla”, Aloha Bennets reafirman sus virtudes y demuestran que van por el camino correcto hacia el punto de maduración óptimo sorteando los obstáculos de su particular selva, salpicada de diversión, buenas vibraciones y algún que otro desengaño afrontado, eso sí, con personalidad e insolencia.
Más información en el Facebook de Aloha Bennets. Escucha «La Jungla» en Apple Music y en Spotify.
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