Que conste que esta es una de esas reseñas que duele escribir. No porque «Caracal» (Island, 2015) sea un mal disco, ni mucho menos. Sino, básicamente, porque hay quien aquí ha venido a hablar de su libro, pero yo aquí había venido a hablarles a ustedes del Segundo Advenimiento de Disclosure como salvadores de la música del siglo 21… Y no va a poder ser. Aun así, y antes de seguir con esta reseña, permitidme una aclaración: voy a ser incapaz de desprenderme durante la escritura de este texto del hecho de que, en su momento, fui muy fan de «Settle«(Cherrytree, 2013) por lo que tiene de puntal visible de un sonido que, a día de hoy, todavía no ha sido superado ni en amplitud de miras ni en elegancia de puesta en escena. Así que tenedlo en cuenta. Y seguid leyendo bajo vuestra cuenta y riesgo.
Entonces, ¿a qué viene el sonido de globo desinflándose? Vayamos por partes. Tomemos tres instantes de la línea de tiempo que va de «Settle» a «Caracal» y así entenderéis mi bajuna. El primer momento debería ser «The Mechanism«, el temarral que los hermanos Lawrence se marcaron junto a Friend Within hacia abril del pasado 2014, tan cerca y tan lejos a la vez de su debut: es este un corte colosal que demostró perfectamente que Disclosure podían sonar a algo más que al mal llamado deep house (que no tenía absolutamente nada de deep house, todo sea dicho) y que incluso podían acercarse a la mirada limpia del toque francés de, por ejemplo, Mr. Oizo. Sigamos un poco más adelante hasta «Bang That«, en mayo de 2015, lo que viene siendo un año después de «The Mechanism«: esta fue la apuesta de los Lawrence por un techno house que, con su dureza, desestabilizaba lo que supuestamente «deberíamos» esperar de Disclosure. Y, finalmente, el tercer momento vendría a ser «Omen«, el primer single oficial de «Caracal» que llegó hace unos meses hasta nosotros con voz de Sam Smith y con una clara apuesta por la bajada de revoluciones a la búsqueda de un garage house sudoroso, puro y sobón como una buena subida de MDMA.
Si he elegido estos tres temas (de los cuales sólo «Omen» ha llegado de forma oficial a «Caracal«, ya que «Bang That» se ha visto relegado a los bonus de la edición especial) es precisamente para ejemplificar lo que muchos estábamos esperando del segundo disco de Disclosure: un ¡zas! en toda la boca a todos aquellos que culpaban a Disclosure de la existencia de, yo que sé, un Oliver Heldens que ha llevado los tics de identidad ya presentes en «Settle» hasta el paroxismo del chunda-chunda de extrarradio. Ante la expansión del bombo, parecía que los Lawrence estaban moviendo las piezas sobre el tablero de ajedrez para demostrar que, con las mismas piezas, se pueden seguir facturando canciones que supuren elegancia y estilización, ya sea en su vertiente 2step, UK garage, electro pop o (verdaderamente) deep house.
¿De qué lado estás? ¿Del de los que pensamos que esto podría haber sido mucho más bestia? ¿Del de los que (también) pensamos que «Caracal» tiene tela para cortar un buen rato?
Así las cosas, encontrarse con el hecho de que «Caracal» viene a ser algo así como una versión en slow motion de «Settle» es, cuando menos, un poco bajón. No hay en este disco ampliaciones del campo de batalla ni alteraciones del ADN que ya establecieron con su debut: hay más de lo mismo, limando las aristas que puedan doler más (es decir: esos parones seguidos de bombo zumbón que ya son oficialmente la banda sonora de tu polígono más cercano), redondeando los bordes más rudos para que los temas se deslicen de forma más aerodinámica e incontestablemente cool. Pero, no, las pistas que sembraron entre sus dos discos no han acabado germinando en ese Segundo Advenimiento que mencionaba en la apertura de esta reseña, sino en una aliteración dos años después que, pese a todo, sigue teniendo un nivel de calidad fuera de toda duda.
Así que lo mejor será tomarse todo lo dicho hasta el momento en esta reseña como el lloriqueo de alguien que esperaba (mucho) más de «Caracal«, porque una cosa está clara: Disclosure han despachado un disco que va a ir dejando caer single tras single pluscuamperfecto en los próximos meses. Más allá del sublime «Omen«, hay que tener cuidado con movimientos magnánimos como «Hold On» (que, con voz del jazzman Gregory Porter, anda cerca de «Bang That» en cuanto a riesgo machacón), «Good Intentions» (cercano a un nu-r&b gozoso por mucho que intente dejar a Miguel sin acreditar a la voz), «Magnets» (donde Lorde hace Aluna Francis y Disclosure le suben el tempo a George Reid), «Hourglass» (que, además de convertir a Lion Babe en una ídola instantánea, puede convertirse en el «Latch» de este lote)… Y, sorpresa, en esta bajada de cadencia, Disclosure se han marcado baladas tan redondas como esa «Nocturnal» que parece salida de lo último de The Weeknd (será que el mismo Tesfaye le pone las voces, ¿no?) o, sobre todo, una «Willing & Able» en la que los Lawrence consiguen que Kwabs suene contenido y mucho menos drama queen que en sus aventuras en solitario.
Así que cada uno decida lo que quiera: ¿de qué lado estás? ¿Del de los que pensamos que esto podría haber sido mucho más bestia? ¿Del de los que (también) pensamos que «Caracal» tiene tela para cortar un buen rato? ¿La botella (de GHB) está medio llena o medio vacía?