“Diario de un Ama de Casa Desquiciada” de Sue Kaufman (Libros del Asteroide) está a medio camino entre “La Campana de Cristal” de Sylvia Plath y la serie “Mujeres Desesperadas”. Es una mezcla entre drama sobre frustraciones femeninas, comedia satírica y crítica hacia las convenciones sociales. La protagonista es Tina Balser, una ama de casa del Manhattan de los años 60 que, como se suele decir, aparentemente lo tiene todo: un marido que es un abogado de éxito, dos hijas bonitas que son unas buenas alumnas en la escuela cara y elitista a la que asisten y un piso céntrico y amplio, decorado con gusto y equipado con todas las comodidades. Pero, evidentemente, hay algo que no funciona. Es por eso que, un día, mientras está comprando material escolar para sus hijas, Tina decide comprarse un cuaderno que utilizará como diario para intentar aclararse y averiguar qué le está pasando, para así quizás poder volver a ser la de antes.
Se han terminado las vacaciones, el otoño está a punto de empezar y Tina (o Teen, como la llama su marido, como si fuera una chiquilla o una propiedad a la que se le puede cambiar el nombre) siente que se está volviendo paranoica: nota que está desarrollando una serie de miedos y fobias que la paralizan. A veces, se siente profundamente deprimida y sólo tiene ganas de llorar; otras veces está tan nerviosa que no puede parar quieta ni un segundo. Intenta calmarse tomando una copa o una de las pastillas que le quedaron de la última “crisis nerviosa” por la que pasó. Pero las pastillas hay que racionalizarlas porque se están terminando y su marido, que no sólo quiere que su mujer sea la perfecta ama de casa, sino que también sea el alma de las fiestas a las que asisten, parece que empieza a sospechar algo.
“Diario de un Ama de Casa Desquiciada” está escrita con un estilo eficaz que fluye de manera impecable. Es de aquellos libros que uno no tiene miedo a recomendar a cualquier lector; de aquellos que se dice que enganchan. Pero, afortunadamente, esta no es su única virtud: es una novela inteligente y con un sentido del humor sarcástico y delicioso, y tiene una capacidad incisiva envidiable, tanto a la hora de adentrarse en la psicología de la protagonista (con la que es imposible no acabar identificándose por más que no se compartan experiencias vitales) como a la hora de burlarse de la ambición, la vanidad y otras mezquindades de cierta clase media-alta con ínfulas culturales. Probablemente, el único defecto de la obra sea un final demasiado fácil, demasiado feliz. Es imposible, después de la escalada de acontecimientos que llevan a la protagonista a un callejón sin salida, no sentirse decepcionado ante un final tan anticlimático y azucarado. Aun así, el final no acaba de amargar el buen sabor de boca que deja el resto del libro, porque se trata de una novela capaz de retratar la ansiedad, la frustración y la asfixia de una forma perfectamente convincente, pero sin dejar de lado el sentido del humor.
[Núria Casademunt]