Jueves 23 de junio. Las afueras de Madrid. Quedan 8 días para entrar en el estudio.
Ayer tampoco ensayamos por falta de tiempo. Yo tenía que grabar dos programas de radio seguidos con mi amigo Borja Prieto (hacemos un programa llamado «Está Pasando«: un podcast alojado en la página de Música de MSN que es una locura absoluta y que me mantiene conectado con la nueva música que se expande imparable por los blogs más activos de todo el mundo) y salí de allí a las 21:30. Estaba cansado y Nacho ensayaba en la otra punta de la ciudad una canción que Nine Stories vamos a incluir en una película que se estrenará en algún momento de aquí a un año (una película de esas con actories y actrices conocidos) así que decidí volver a dormir a casa de mis padres.
Aquí, a las afueras de Madrid, no hay nadie: mis padres, mi hermana y sus hijos se han ido a pasar unos días a la playa. Mis padres viven en la misma casa donde pasé mi adolescencia y toda la carrera. Una casa que me conozco tan bien que todavía sé dónde están guardadas las cintas de casette que llevo años sin escuchar. Necesitaba estar un poco a solas y dormir tanto como me fuera posible. Con todo y con eso, me he despertado a las 7:58 y no me he podido volver a dormir.
Ayer, mientras iba en la moto, me descubrí pensando en la posibilidad de suspender la grabación. Deseché la idea por todo lo que implica, pero no puedo decir que no le diese un par de vueltas. En el fondo, no es más que miedo y yo nunca he dejado de hacer las cosas por miedo. Imagino que es normal: un disco siempre impone.
Esta mañana he estado trabajando y he vuelto a las cintas de casette que comentaba antes. Cuando era más pequeño y el hardcore y sus derivados eran la cosa más emocionante que tenía en mi vida, no hacía otra cosa que grabar cintas con grupos de nombres imposibles, discos que eran dificilísimos de encontrar, sin los medios ni la información que ahora disponemos. No existía Internet y todo lo que sabíamos nos llegaba filtrado en fanzines y cartas que los más audaces escribíamos a otra gente de España y del mundo para intercambiar chapitas, pegatinas, discos y cualquier cosa relacionada con nuestros grupos favoritos. No es una frase hecha para la ocasión: todo era más romántico, más difícil y parecía más especial. No son ni las 11:00 AM y ya han pasado por el viejo radiocasete Bob Tilton (sólo los más viejos sabemos que Bob Tilton no es el nombre de ninguna persona, sino de un grupo de post-hardcore/emo de los 90; en la foto de arriba), Brandtson (de los que hice una vez una versión que podéis escuchar en este enlace junto a Jero M., ahora en Buena Esperanza), Shotmaker (en la foto de abajo), Maximillian Colby, Four Hundred Years, Faraquet, Leiah y Rainer Maria. Y caigo en la cuenta de que mi forma absolutamente limitada de componer canciones y de entender el sonido de las guitarras viene de esta época tan fundamental en mi vida. Todo está ahí, en las canciones de A Room With A View, de Bluetip, de Karate o de Codeine.
Aquí Four Hundred Years en su último concierto:
Ser fieles a nuestras raíces, con tanta información nueva entrando a cada segundo en nuestras vidas, no es fácil. Pero tenemos que saber cómo hacer. Es la única manera de poder avanzar sin engañarnos a nosotros mismos.
[Pepo M.]