Los trayectos largos entre conciertos se han acabado por ahora, durante unos días. Tener más tiempo para llegar desde una ciudad a la otra nos permite recorrer el camino con más calma y empezamos a disfrutar el trayecto en sí mismo; algo que, por muy obvio que pueda parecer, no se hace frecuentemente cuando viajamos, incluso aunque viajemos de vacaciones. Entre Valencia y L’Hospitalet apenas se tardan tres horas, y eso relaja nuestros horarios mucho. Mañana será mucho mejor, con hora y media escasa hasta el siguiente concierto. Además, viajando sin muchas prisas por estos grandes ejes vertebrales de la red peninsular de carreteras, uno aprende esa gran verdad de la que nadie habla pero que cada ser humano conoce en lo más profundo de su psique: los camioneros conocen el libro secreto del buen comer en carretera. ¿Acaso piensan que exagero? No. Créanme, dejamos pasar un par de sitios, con sus aparcamientos repletos de majestuosos mastodontes de la carretera, pensándonos más listos que ellos para acabar parando en un motel-restaurante cuyo aspecto provocaba serias y razonables dudas sobre si habíamos entrado en un vórtice interdimensional que nos llevaba directamente de vuelta a algún momento negro y oscuro del pasado más terrible. No supimos que estábamos en 2011 hasta que salimos huyendo de aquel lugar y comprobamos el precio de la gasolina (por cierto, el precio de la gasolina es un drama muy serio).
Una vez seguros de haber vuelto al plano temporal correcto, proseguimos camino a Barcelona y llegamos a la sala Depósito Legal dentro del horario previsto. El Depo es un sitio estupendo, y no lo digo por decir. Lo digo porque nos trataron tan bien que lo menos que podemos hacer es agradecérselo públicamente (Gracias, amigos <3).
Ayer probamos una nueva configuración en nuestro set y estuvimos muy cómodos, sobre todo en la segunda mitad del concierto. Encadenar «Northern Lights» con «I Was Sad So I Was Dancing» y «A Morning Walk» para seguir con «The Night» y terminar con, la cada vez más loca, «Summer Camp» nos gustó mucho. Y además estamos muy contentos con el cambio en e sonido de la guitarra de Jose, que va estrenando amplificador de guitarra en esta gira y lo estamos notando mucho. Es una delicia tocar par gente tan, tan atenta a lo que hacemos; la sensación de saber que todas las personas que están en el público están compartiendo nuestro concierto de una forma tan intensa, tan respetuosa y tan cercana hace que todo sea mucho más fácil. Además, luego hicimos amigos nuevos y amigas nuevas con los que hablamos de cosas interesantísimas como «El Hecho Musical», los osos panda, los osos polares y cómo debe uno afrontar el hecho de asistir a una boda si no tiene más que un disfraz de animal peludo indeterminado que ponerse.
Y así, y aún habiendo hecho propósito de enmienda y contención, terminé yéndome a dormir casi a las ocho de esta mañana… Eso sí, no sin antes darme una ducha estupenda y ser el primero en el buffet de desayuno del hotel. Es por esto que os escribo desde un restaurante en la montaña, muy cerca de Sant Feliu de Guixols, mientras Jose duerme la siesta. Estamos cansados pero muy contentos de estar haciendo esto. ¿Cómo podríamos no estarlo? Además, miren qué vistas desde la mesa en la que hemos comido…
Buenas tardes. Nos vamos a Peratallada, que tenemos la prueba de sonido en un rato.
Hasta mañana.
[Esteban R.]