En 2003, tras sufrir un severo varapalo a raíz de su última intentona en forma de disco registrado en solitario, Kevin Rowland decidió unirse al club del eterno retorno (cuyo lema reza que el mundo se repite donde este se extingue para volver a crearse) con el objetivo de resucitar a su banda de siempre: los emblemáticos Dexy’s Midnight Runners. Durante el proceso, el vocalista inglés también se sacó la tarjeta de socio del colectivo lampedusiano (cuya máxima afirma que se debe cambiar algo o todo para que nada varíe) al reducir el nombre original de su grupo y dejarlo en un sencillo Dexys y reunir a varios de sus miembros clásicos junto a nuevos músicos. Su plan consistía, en un principio, en ofrecer una serie de conciertos recuperando sus veneradas canciones y, de paso, publicar algún álbum de grandes éxitos (con composiciones grabadas ad hoc incluidas) para aprovechar el tirón. El fin de todo ello sería que, casi dos décadas después, Rowland se propusiese elaborar un nuevo álbum en compañía de su familia artística si sus viejos y, teóricamente, superados problemas (depresiones y adicciones a determinados estupefacientes) se lo permitían. En 2005, esa intención comenzó a concretarse, aunque no fue hasta hace unos meses cuando se materializó realmente.
Siete años más debieron pasar para que los Dexys confirmasen que el lejanísimo “Don’t Stand Me Down” (EMI, 1985) tendría sucesor, titulado “One Day I’m Going To Soar” (Sony BMG, 2012). El anuncio, por mucho que se esperara, no dejó de sorprender. Aunque, vista la cantidad de ejemplos de míticos conjuntos de décadas pasadas resucitados (los más recientes, The Human League, Ultravox, The Stone Roses o The Beach Boys; a este paso, nunca saldremos del huracán retro descrito por Simon Reynolds…), Rowland estaba legitimado para llevar a cabo su resurgimiento cando él lo considerase más oportuno, algo que se intuye levemente desde el mismo encabezamiento del álbum. Es más: de esa sentencia se puede desprender que el británico hablaba muy en serio acerca de su empeño.
Esa clase de bravuconadas, sobre todo dichas por antiguos héroes musicales que pretenden renacer de sus cenizas, suelen anticipar resultados nefastos. Pero, como excepción que confirma la regla, “One Day I’m Going To Soar” escapa de esa maldición por el inteligente propósito de Rowland: refinar el northern soul que los Dexys elevaron a categoría de género superlativo durante la primera mitad de los 80. En este LP no hay una “Come On Eileen” o una “Geno” que llevarse a los oídos, acercamientos al ska o al folk tradicional de las islas ni vestimentas callejeras, sino exquisitos ejercicios de soul y pop de etiqueta negra (y blanca) con todos los componentes de la banda engalanados para la ocasión. Posiblemente, esta depuración sonora haya sido consecuencia de las cuestiones propias de la edad: Rowland ya no está para los trotes de antaño, así que tomó la sabia decisión de convertirse en todo un dandy con su alma musical primigenia intacta.
En cuanto se distinguen las suaves notas de piano que dan paso a la inicial “Now”, no cuesta imaginarse a Rowland dirigiendo, embutido en un brillante frac y con su voz firme y absolutamente reconocible, a unos renovados Dexys que van desplegando vientos, cuerdas y coros por doquier para insuflar dinamismo a medida que el tema va progresando y creciendo. Una frescura que se conserva impoluta a lo largo de “Free” (auténtico arrebato de pop sofisticado impulsado por el espíritu de The Style Council), “Incapable Of Love” y “I’m Always Going To Love You” (homenaje apasionado al pop edulcorado de los 70). En estos dos últimos cortes destacan los sugerentes a la par que tirantes diálogos que Rowland mantiene con su pareja vocal, Madeleine Hyland: un tête à tête al micrófono que resume buena parte del ideario de “One Day I’m Going To Soar”, basado en los avatares del amor, cómo no… Cuando la banda se sumerge en esos pasajes repletos de sensibilidad, el sentimiento soulero típicamente Dexys se relaja para envolver con sutileza a través de delicados arreglos orquestales a un Kevin Rowland que, sentado en una butaca y copa de vino en mano, diserta sobre la persona amada o deseada (“You”, “She Got A Wiggle”), se analiza a sí mismo (“Me”), se desahoga ante el barman (“Lost”) y se expresa con total sinceridad (“I’m Thinking Of You”). Por momentos, da la sensación de que Paddy McAloon, con o sin sus Prefab Sprout, vaya a entrar en escena para apoyarlo en su borrachera amorosa y, por extensión, existencial (“Nowhere Is Home” e “It’s OK, John Joe”).
La franqueza lírica y las lustrosas cualidades que relucen en “One Day I’m Going To Soar” marcan las pautas de cómo toda banda histórica en barbecho debe plantear su retorno. 27 años después, Kevin Rowlnad logró que sus Dexys (aunque ya no incorporen a los Midnight Runners) retomaran su camino en el mismo punto donde lo habían dejado, soportando el peso de la experiencia sobre sus hombros, maximizando las virtudes que otorga la veteranía y enseñando con orgullo las arrugas provocadas por los vaivenes de la vida. A eso se le llama regresar con dignidad y honor.