Analicemos los aterrizajes entre nosotros de ciertas últimas lumbreras de la renovación del R&B… How To Dress Well, padre y pionero, tardó siglos en dar la cara y en decir «esta boca es mía», pero en todo el tiempo que vivió en el anonimato supo alimentar a su música con unas imágenes brumosas, misteriosas y de colores apagados. Algo que, evidentemente, casaba y casa a la perfección con sus composiciones. Sigamos: The Weeknd también jugó al carta del anonimato, pero esta vez más como táctica para crear expectación y que su salida ante los focos públicos mojara más bragas todavía gracias a su rollo de lloriqueo (presuntamente) cool. Zodiac se sirvió de la polémica para darse a conocer, pero desde entonces ha optado por unas imágenes donde la sensualidad está a la orden del día. Y Rhye, uno de los últimos ejemplos en llegar, han preferido poner en primer plano de su imagen pública todo un conjunto de instantáneas en blanco y negro de cuerpos desnudos que hablan a la perfección de lo que puede encontrarse en sus canciones… Paremos aquí. Y consideremos ahora la aparición del británico Daniel Woodhouse en el epicentro de todo este panorama. Es un tipo con barba y mirada melancólica, y si eso no fuera suficiente para alinearlo directamente en las filas de los neo-folkies de último cuño, resulta que tiene una querencia extraña por hacer que las fotos de promo de su proyecto Deptford Goth le presenten a él perdido en medio de la naturaleza, engullido por mucho verde y mucha agua. Una versión colorista y nada neblinosa de las pinturas de Turner.
¿Tiene todo lo dicho algo que ver con su música? Sí, mucho. Porque, llegados a este punto de la mencionada renovación del R&B, los recién llegados van a tener que pasar un examen concienzudo que responda a una pregunta algo cabrona: ¿realmente tienen algo nuevo que ofrecer? En el caso de Deptford Goth, resulta que sí. Y resulta, además, que la respuesta a esa pregunta está precisamente entrelazada en el imaginario que Woodhouse proyecta sobre sus fotos de promoción. Es fácil definir las canciones que constituyen «Life After Defo» (Merok, 2013) como la mezcla pluscuamperfecta entre los espacios de una luz cegadora (casi mística) de Active Child y las brumas sosegadas de How To Dress Well, como la mezcla definitiva entre la sensualidad aletargada de Rhye y la emoción a flor de piel de The Weeknd: de todos estos artistas, Deptford Goth toma una capacidad natural de construir las canciones con un esqueleto de electrónica capaz de engañar al ojo gracias a su revestimiento de cálida carne y sangre que fluye parsimoniosa. Pero es que, mientras que los mencionados ejemplos suenan siempre preeminentemente nocturnos, el proyecto de Woodhouse no sólo transporta las constantes del nuevo R&B hacia la luz del día, sino que las monta en una barquichuela y las hace pasear por un lago sobre el que se espeja un cielo azul de una belleza desarmante. Ya dije que lo de sus fotos de promo no era algo azaroso.
Introduzcamos nuevas variables en la ecuación. «Life After Defo» puede leerse como una realidad paralela en la que The xx no son tres, sino un único artista que parece que nunca haya conocido los bretes emocionales a flor de piel de todo post-adolescente: Woodhouse es profesor de día y músico de noche, y aunque la mayor parte de sus canciones escarban en la tierra siempre fresca y olorosa de la soledad, parece claro que tiene la cabeza lo suficientemente bien amueblada como para evitar cualquier tipo de etiqueta emo a la hora de exponer sus propios sentimientos. En otras ocasiones, Deptford Goth parece remitir a otro que supo desconectar su música preeminentemente exaltada de sus propias tinieblas emocionales: aunque poderosamente divergentes en el resultado final de sus canciones, es inevitable pensar que Woodhouse y Owen Ashworth (de Casiotone For The Painfully Alone) comparten una dificultad innata por las relaciones sociales, por sincerarse ante quien tienen delante y establecer una relación mínimamente empática. Y, aunque ambos puedan intentar exorcizar sus demonios a través de sus creaciones musicales, al final hay cierto telón de seda semitransparente que acaba separándote de ellos, que te acaba alejando del artista y dejándote totalmente solo con sus canciones.
La emoción no sólo es algo posible en «Life After Defo«: es algo que seguro que va a ocurrir… siempre que las canciones se filtren dentro de tí, echen raíces y acabes por añadirles el plus de tu propia experiencia. Si esperas emocionarte ante un acto de exhibicionismo emocional, este no es tu disco. Lo de Deptford Goth no es un álbum para ser escuchado tal cual ni para ser vivido en comunión con otras personas: es más bien la banda sonora de una road movie introspectiva que vas a tener que reordenar para que los clímax y los remansos de paz coincidan con tu propia biografía. «Life After Defo» es un delicioso juego al que se puede jugar aceptando una condición básica: aquí no hay que aceptar las reglas… Hay que reescribirlas según tus propias circunstancias.