La verdad es que, cuando uno escucha la palabra “remake”, lo menos que puede hacer es ponerse a temblar. Visto lo ocurrido en anteriores ocasiones, no es para menos; y mas si tenemos en cuenta que gran parte de ellos se facturan en esa gran Babilonia del cine que es Hollywood, que tanto nos puede regalar pequeñas joyas como los “Infiltrados” de Martin Scorsese o grandes y estúpidas aberraciones como “El Hombre Lobo”, por poner sólo un par de ejemplos recientes. A todo esto, no hay que olvidar que “Dejame entrar” esta basada en la novela del mismo nombre, escrita por John Ajvide Lindqvist, y por lo tanto seria mas propio hablar de nueva adaptación antes que de remake.
Recuerdo que, cuando leí que se iba a realizar una nueva versión de “Dejame Entrar”, no pude mostrar mas que escepticismo: primero, porque por aquel entonces la versión sueca me parecía una maravilla, perfecta e inmancillable; y segundo, porque con tan poco margen de tiempo respecto a la original, no le veía demasiada lógica el hacerle una revisitación. Pero qué le vamos a hacer, los americanos son así. Y parece que, para ellos, el hecho de ir a ver una película extranjera y subtitulada es el equivalente a que les claven en los ojos centenares de agujas al rojo vivo… Así que, buenamente, los productores de Hollywood, que ya sabemos que siempre velan por el bienestar del espectador intentando buscar y hacer los productos de mejor calidad, no muestran reparo alguno en agarrar cualquier buena idea que provenga de afuera y aplicarle un buen lavado de cara, americanizando el lenguaje de la cinta para que, así, los pobres e ignorantes espectadores del otro lado del Atlántico puedan disfrutar mejor de ciertas obras, no sea que se nos vuelvan un poquito tontos al tener que leer a la vez que miran las imágenes que se suceden en la pantalla.
A medida que transcurrían los meses y seguían escribiéndose artículos acerca de la versión americana de la película, mi escepticismo fue menguando para dar paso a la curiosidad: que si la mítica productora de terror británica Hammer volvía a abrir sus puertas con el estreno de “Let Me In”, que si el realizador de la cinta iba a ser Matt Reeves, que si en el casting iba a estar Richard Jenkins… En fin, que todas las noticias alrededor de la nueva versión no eran precisamente negativas. Eso sí, reconozco que lo que mas buen rollo me dio fue leer que su realizador iba a ser Reeves, el responsable de esa maravilla llamada “Cloverfield” (aquí estrenada con el infame titulo de “Monstruoso”). Con este dato, fuimos muchos los que ya empezamos a mirar este proyecto con diferentes ojos, ya que el bueno de Matt demostró con su debut cinematográfico no sólo que entiende un rato largo al hacer cine, sino que también es un tipo que se preocupa por los personajes y que tiene un extraordinario dominio del tempo narrativo. También es necesario comentar, además, que el realizador que nos ocupa fue uno de los pupilos del ahora todopoderoso J.J. Abrams desde los tiempos de «Felicity» y uno de sus mejores alumnos.
Llegados a este punto, sólo nos quedaba por comprobar si Reeves seria capaz de desmarcarse de la alargada sombra de su mentor y hacer un producto que, pese a ser un remake o nueva versión, tuviera a su vez un lenguaje y estilo propios. Pues bien, ante «Déjame Entrar» hay que decir que Matt Reeves lo ha logrado y ha salido totalmente victorioso de su singular batalla… Y digo «batalla» ya que eran muchos los puristas que le deseaban un estrepitoso fracaso para así poder agarrarse mejor a sus argumentos de siempre y volver a decir que de Hollywood no sale nunca nada bueno. Mucho menos si se trata de un remake.
A diferencia de la anterior versión, en la que uno de sus principales atractivos era la austeridad y sutileza de todo el conjunto, donde poco o nada se mostraba explicitamente pero todo se intuía perfectamente, en esta nueva se ha apostado por todo lo contrario. Aquí, la puesta en escena de Reeves es mucho mas elaborada, aunque totalmente alejada de artificios gratuitos. La elegante y perfecta planificación de cada una de sus secuencias hace que volvamos a creer de nuevo en el mejor cine americano, aquel que tan bien predicaron antaño John Ford, Alfred Hitchcok o Steven Spielberg, entre muchos otros. Ver “Déjame Entrar” es volver a creer en la fuerza de las imágenes para narrar una historia y entender el cine como un lenguaje universal porque, pese a quien pese, Matt Reeves ofrece con esta película momentos de puro cine, haciendo que varias de sus secuencias funcionen mejor o sean mas emotivas que algunas de su predecesora: el momento en el que Kodi Smit-Mcphee observa a Abby marcharse en el taxi pone la piel de gallina; mientras que la secuencia en la que el niño, sin pretenderlo, es participe de uno de los asesinatos de ella, pese a aparecer ya en la anterior versión, funciona mucho mejor en esta.
Las interpretaciones de cada uno de sus actores son mucho mas comedidas y ricas en matices de lo que cabria esperar: brilla el momento en el que el personaje que interpreta Richard Jenkins se disculpa ante Abby (Chloe Moretz) por ser tan torpe, o cuando este le ruega que deje de ver a su vecino… También se ha apostado por un tono un poco mas oscuro que en la versión sueca y por una violencia mucho mas explicita. Eso sí, Como critica negativa se podría comentar la excesiva presencia de música que hay en toda la película. Aunque la partitura compuesta por Michael Giacchino es excelente, es difícil encontrar un sólo plano en el que no este sonando alguna nota musical, condicionando así al espectador a sentir ciertas emociones que ya están explicitas en las imágenes sin necesidad de recurrir a la música.
Con todo esto no estoy desmereciendo en absoluto al “Let The Right One In” de Tomas Alfredson, ya que me sigue pareciendo una maravilla e, indiscutiblemente, “Déjame Entrar” toma prestadas varias de sus secuencias (aunque siempre con mucho respeto). Es cierto que aquelos que ya hayan visto la primera versión van a encontrarse aquí con pocas novedades en el guión, ya que, pese a que la película tiene un primer bloque construido a modo de flashback, carece de sorpresa alguna y no varia en nada argumentalmente con respecto a la anterior. De esta forma, no hay necesidad de decir que una versión es mejor que la otra: compulsadas recientemente las dos, la verdad es que son muy diferentes y altamente disfrutables, cada una por distintos motivos… Aunque eso ya es una cuestión de gustos por parte de cada espectador. Yo, personalmente, si me tuviera que decantar por alguna de las dos, lo haría por esta nueva. Sin lugar a dudas.
[Alex Aviñó Dacosta]