Hay un lugar común en la crítica musical (especialmente en su variante de corte electrónico) del que supongo que muchos lectores estarán -y perdón por la palabra soez- hasta la polla. Me estoy refiriendo a ese lugar común que describe cierto tipo de sonoridades como «música para androides en un futuro robótico en el que el hombre se ha extinguido» (estableced aquí todas las variantes que les dé la gana, pero ya entendéis por dónde van los tiros, ¿verdad?). Pues, bien, resulta que escuchando el EP «Impressions» (Modern Obscure Music, 2015) de Defled me ha venido a la cabeza otra pregunta que debería contrarrestar al mencionado lugar común: ¿por qué carajo debería interesarnos esa música a los humanos de este presente en el que no estamos ni extintos? ¿Qué nos puede decir una música así a unos humanoides que seguimos dominando el cotarro por encima de los androides?
La respuesta no es sencilla, la verdad, pero está ahí, latiendo en el corazón del lugar común (igual que en todos los corazones de los lugares comunes suelen latir verdades como puños). Vayamos por partes. Hace unos meses, yo mismo escribía la crítica del primer lanzamiento del sello Modern Obscure Music (que puede leerse en este enlace): un EP que recopilaba cuatro temas de otros tres artistas además de Defled (es decir: Pedro Vian, Sunny Graves y Lloyd). Del corte del artista que nos ocupa, no me corté a la hora de sentenciar lo siguiente: «El “Doors” de Defled se embarca en una odisea de casi diez minutos de trance mental en forma de espiral sonora de mil matices de la que es imposible escapar«.
Ojo a cierta terminología ya utilizada en aquella sentencia: «odisea», «trance mental», «espiral sonora», «mil matices»… Todo eso vuelve a hacer acto de presencia en el EP «Impressions» de Defled, pero esta vez amplificado a la máxima potencia y en un total de cinco canciones que suman ni más ni menos que treinta minutos (es decir: una duración que bordea la del mini-LP, sin lugar a dudas). La cuestión es que, en esta ocasión, las odiseas de Defled son menos acotadas: teniendo tantas canciones y tiempo por delante, la odisea se fragmenta en cinco capítulos que dialogan los unos con los otros en términos de (vamos que nos vamos) trance mental y espirales sonoras. La música del artista mallorquín es lo más parecido a un cruce genético entre Kraftwerk y Aphex Twin: techno abstracto con toques ácidos (pero «ácido» como el de las baterías más que como el de la psicodelia) que escarban en la tierra húmeda del paisajismo mental y la hipnosis del alma.
Todo ello lo consigue Defled con largas progresiones en las que las composiciones se van construyendo en base a la tensión entre dos fuerzas muy diferentes: por un lado, la repetición de patrones circulares y metronímicos que parecen surgidos de un ordenador en perpetuo estado de error fatal y, por el otro, los elementos melódicos que lubrican el conjunto y lo hacen no sólo accesible, sino también fascinante. Con todo ello, vuelvo a repetir la pregunta: ¿por qué debería interesarnos a los humanos de aquí y ahora una música que parece querer extinguirnos prematuramente? ¿Por qué querríamos estar dentro de la cabeza de un androide que piensa con pulsiones asesinas, con un caos ordenado que somos incapaces de entender? Por algo muy interesante: porque música como la de este «Impressions» consigue, efectivamente, extinguirte, hacer que salgas de tu propia piel, hacer que tu ritmo cerebral abandone la humanidad y entre en la era tecnológica. ¿Y por qué deberías querer algo así? Primero, por puro escapismo. Segundo, porque siempre vas a regresar cambiado de un viaje de semejante magnitud.