[taq_review]
“We know, we know, we belong to you
We know you built your life around us
And would we change, we had to change some”
Así suenan las primeras palabras de Colin Meloy en el regreso de The Decemberists tras cuatro años de silencio. Casi una justificación no demandada ante sus fans, casi como una pequeña broma confesional con una media sonrisa tatuada en el subtexto. “The Singer Addresses His Audience”: excusatio non petita, accusatio manifesta. “We know you grew your arms around us and the hopes we wouldn’t change / But we had to change some”… y a nosotros no nos parece tan mal. Es verdad que “What a Terrible World, What a Beautiful World” (Capitol, 2015) expande su mirada hacia territorios menos encorsetados, demostrando que para ellos también hay vida más allá del folk y que de las raíces siempre pueden ramificarse pequeños esquejes en forma de devaneos pop.
Por ejemplo, tras la tríada hipertrófica de coro, cuerdas y percusión sumergida en una conjunto de guitarras hiperfuzzeadas que cierra la magnífica apertura de la mencionada “The Singer Addresses His Audience”, llega la joya más brillante de todo el disco, la perfecta “Cavalry Captain”. Probablemente nunca The Decemberists habían rozado la excelencia pop tan meridianamente como lo hacen en esta preciosa puesta a planos del sentimiento romántico que trae consigo tanta euforia como melancolía. Henchida de vientos, casi como si parte del genoma melódico de Ian Broudie se hubiera integrado en el ADN de un Colin Meloy masivamente inspirado, el segundo tema de “What a Terrible World, What a Beautiful World” se erige como la mejor y más sincera declaración de amor de lo que llevamos de año: un puñal seccionando delicadamente todas nuestras coronarias.
Y si es verdad que estamos ante una cierta apertura de miras en la fórmula sonora del quinteto formado en Portland, no menos cierto es que The Decemberists mantienen intacta su habilidad a la hora de crear lúcidos himnos para corazones maltrechos. En “The Crane Wife” (Capitol, 2006) teníamos “O Valencia!” y en “The King is Dead” (Capitol, 2011) encontrábamos “Don’t Carry It All” al principio de todo, pero aquí “Make You Better” brilla desde su penumbra tierna y melancólica, como un más que probable futuro clásico de la banda. De igual forma, piezas de corte más tradicional en sintonía con el repertorio axial de The Decemberists, como la muy espectral y muy desnuda “Carolina Low”, la maravillosa “Mistral” o “Lake Song” tienen también cabida en el, ay, largo devenir de “What a Terrible World, What a Beautiful World”.
Porque, atención, esto último es quizás el más evidente talón de Aquiles de la notable obra de The Decemberists: una extensión que a veces resulta caprichosa y que disuelve discretamente las múltiples virtudes emocionales del disco. Virtudes que, no obstante, ahí están a pesar de todo. Porque durante la escucha de “What a Terrible World, What a Beautiful World” se intuyen capacidades balsámicas que finalmente afloran irremisiblemente en esa “A Beginning Song” que irónicamente cierra el disco en un crescendo de lágrimas tan precisas como sinceras. Y es que Colin Meloy sigue tan certero como siempre a la hora de crear imágenes apabullantes con sus letras a lo largo de las canciones del álbum, como en esa antes mencionada “Cavalry Captain”, que yo retomo aquí para cerrar la reseña porque quise hacer de este texto una llamada de auxilio emocional y lo que apenas conseguí fue robaros cinco minutos de vuestra vida en apenas seiscientas palabras.
“And when you sharp shine your eyes
Looking lost, looking bright
Wheel away on the light brigade”