He de reconocer que las dos primeras entregas de esta sección De Hombre a Hombre (la dedicada a la polémica jeans vs. chinos y la centrada en las botacas) me quedaron un poco pro-jinchismo. A saber: uno tiene aquí un pasado de pantalones gigantescos (bagging, si nos ponemos sibaritas del naming) y bambas de jipjopero, así que era inevitable que al ponerme a hablar de todas estas cosas me saliera la vena reivindicativa anti-pitillera…. Porque los pitillos están muy bien, sí, pero lo cierto es que es un corte que no sienta bien a todo el mundo y, sobre todo, es muchísimo más incómodo que ir con todo al aire (vosotros me entendéis: hay cierto colgajo entrepiernil que mola que vaya bailando al aire por mucho que estés en medio de la calle o en el metro o en tu curro o donde sea). De hecho, hay algunos pitillos cuya tela (especialmente la vaquera) es tan dura que mejor te olvidas de vestirlo en los meses en los que las temperaturas suben más allá de los 20 ºC, a no ser que quieras acabar el día con escoceduras de tercer grado y con una depilación gratuita de todo el pelo de tus extremidades inferiores. Y eso es así.
O, bueno, más bien diremos que «y eso era así»… hasta que entró en nuestras vidas el concepto «second skin«. Que, dicho así a bote pronto, lo más normal es que a todos nos traiga a la cabeza la palabra «prepucio«. Inevitable. Pero no nos quedemos en la soez: lo de la «segunda piel» es, simple y llanamente, la bomba. Y lo digo desde la experiencia de alguien que lleva un tiempo en el mercado de los pitillos y que todavía no había conseguido sentirse a gusto con ellos: los pitillos de tela gruesa dan problemas cuando vas en la bici, cuando tienes que correr para pillar el bus y, si nos ponemos un poco extremos (dependiendo del pantalón), incluso para subir ciertas escaleras de altura fatalmente calibrada. Es el precio a pagar si quieres dar la impresión de que llevas los pantalones tatuados. Por todo ello, la primera vez que te pruebas unos «second skin» lo más normal es que te quedes con el culo torcío y te acuerdes de cuando eras pequeño y tu madre te llevaba a comprar ropa, obligándote a hacer la sentadilla cósmica para demostrar que te quedaban bien. Con unos second skin, mamá, no sólo hago la sentadilla cósmica: si me da la gana, te hago tres coreografías seguidas de Rafa Méndez. Así de cómodos son. Y así es el rango de movilidad que te permiten. Yo, por mi parte, ya tengo mis dos second skins favoritos de la temporada…
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CULITO FINO. No es momento de presentar aquí la marca Lee: si fuese esta una sección para churris, sí que tendríamos que recurrir al rollo de «es una marca que desde hace ya unos años ha vuelto a entrar con fuerza» y bla, bla, bla. Pero, venga, fuera tontadas. Somos machos y para los machos no existe el vintage ni las temporadas: siempre nos moló Lee y si durante unos años a lo mejor no los vestimos fue porque no los encontrábamos en las tiendas habituales. O porque se nos olvidó. Recordad que somos simples. Pero ahora todo ha cambiado y, si no tienes unos Lee en tu armario, no es que seas un macho… Eres un ignorante. Porque es que, además, hay Lee para todos. Y como no podía ser menos, el concepto second skin llega a la marca de denim en un modelo simple y llanamente perfecto: el Powell. ¿Lo mejor de todo? Que son second skin, que son comodísimos y, sobre todo, que puedes llevarlos anchos o estrechos. Pero es que si lo llevas estrechos es como si fueras en pelotas por la calle porque no te estorban para nada. Además, puedes encontrarlos en múltiples colores: en tonos raveros para cuando te vayas de fiesta y en colores más clásicos para el día a día. E incluso te los puedes arremangar ahora que viene el verano. Vamos: una pieza multiuso para mil ocasiones… Winner macho total.
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CULITO SUECO. Esto ya es la pura locura: Nudie Jeans no es que tengan un modelo second skin, no. ¡Es que su filosofía es el second skin puro y duro! Lo dicen ellos mismos: «Nudie Jeans nace de la admiración y el respeto por el denim y de su capacidad por envejecer de forma bella, como una segunda piel, desnuda y personal«. Y no sólo eso, sino que en el decálogo básico de esta marca, el segundo mandamiento reza tal que así: «No usarás la lavadora, esperarás al menos 6 meses«. Hombre-friendly a más no poder. ¿Más motivos para que la nación macha se lance a las tiendas a comprar Nudies? Pues, básicamente, hay un motivo más: y es que todo lo dicho podría ser de boquilla… pero no. Os lo digo por experiencia: meterse dentro de unos Nudie Jeans es algo tan natural, tan cómodo y tan fácil que te parecerá que estás en medio de la fábula del traje nuevo del Emperador. Te costará comprender que no vas en pelotas por la calle… pero te dará igual. Porque a los hombres, cuando vamos cómodos, nos la suda el resto. Da igual el modelo que te calces: todos, absolutamente todos, están pensados para que los vistas como una segunda piel de la que te costará desprenderte. Así que, siguiendo con la idea que ya apuntaba al principio de este post y corriendo el riesgo de escandalizar a las novias que viene a esta sección a la búsqueda de regalos para sus parejas, hay algo que tengo que decir en voz alta: vistiendo unos Nudie no es difícil imaginarse cómo se siente un capullo arropado por el prepucio. Es un poco guarraco, pero confiad en nosotros: de prepucios entendemos un buen rato. Y de capullos, ya ni te cuento. ¿O no decís siempre que pensamos con esa parte de nuestra anatomía?