Segundo año del DCode Fest, con cambio de fechas y de estrategia. Lo que en principio tenía toda la pinta de ser un sarao montado en torno a dos cabezones de cartel con fecha exclusiva en España al final se fue completando con nombres pequeños bastante interesantes, lo que nos dio la excusa que necesitábamos para acercarnos a un lugar con el tan evocador nombre de Complejo Deportivo Cantarranas. Después de dos días, el sabor de boca que deja es que, si se mantiene en este formato, el DCode es un festival extremadamente cómodo (precios razonables, pocas colas, variedad en comida y bebida) que sobre todo debería revisar unos desequilibrios algo brutales en su cartel y (sobre todo) el solapamiento de sonido entre escenarios. Pero en fin, vamos al lío..
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VIERNES 14 DE SEPTIEMBRE. El viernes decidimos saltarnos la primera tanda de grupos nacionales a primera hora de la tarde (ya sabéis, aquello de “si no tienes nada positivo que decir…”) y por ello recibimos el castigo divino de una inhumana cola para acreditarnos. Sólo desde allí escuchamos a los noruegos Kings of Convenience, que parece que mantienen su idilio con el público español. Al igual que tras su paso por el Primavera Sound, sólo se escuchan comentarios positivos de estos Simon & Garfunkel nórdicos y, como siempre, después de su actuación resultó imposible no encontrarse con Erlend Øye en todas partes, ya fuera disfrutando de un concierto, haciéndose fotos con todo el que se lo pidiera o incluso vendiendo sus propias camisetas a la salida.
Después llegó el turno para los belgas dEUS, a quienes no acabó de salirles un concierto redondo a pesar de que mostraron las tablas de las que siempre hacen gala cuando se suben a un escenario. Quizá fuera la abundancia de temas de esos dos flojunos discos que han entregado últimamente, la ausencia de algunos hits pretéritos (“Hotellounge”, claro, pero también se hubiera agradeecido “Roses”) o un público que ciertamente se mostró un poco frío y no estaba a lo que estaba. El final con “Suds & Soda” fue, eso sí, brutal, como no podía ser de otra manera, y uno de los momentos del festival.
Lo de Kimbra (la Björk neozelandesa, he oído por ahí) nos dejó bastante fríos, así que tocaba prepararse para el (en teoría) plato fuerte del día… Y el plato fuerte no eran otros que los islandeses Sigur Rós, que hacían aquí su única parada en España para presentar «Valtari«. Había que partir de una base muy clara a la hora de enfrentarse a este bolo: un macrofestival al aire libre no es precisamente el marco ideal para disfrutar de un concierto de estas características, así que se haría lo que se pudiera y a partir de ahí ya veríamos. Jónsi y compañía mantuvieron la apuesta de su reciente trabajo (vuelta a la instrospección y el intimismo), a pesar de que de él sólo interpretaron el corte sin duda más inspirado, “Varúð”. El resto del menú se compuso principalmente de recuperar momentos de «Ágætis Byrjun» y «Takk» (la infalible dupla “Hoppípolla” / “Saeglópur” fue, como siempre, la gran triunfadora de la noche) e ignorar el giro al pop alegre y luminoso (quizá la opción más lógica para un contexto como éste) que emprendieron el magnífico «Með suð í eyrum við spilum endalaust«, que parece ahora condenado a la condición de rareza dentro de su discografía. Se pueden poner muy pocas pegas a su actuación aunque, si hay que ser totalmente sinceros, a muchos se nos hizo algo largo el último tramo.
Por suerte, nos desquitamos inmediatamente con unos Triángulo de Amor Bizarro que confirman su condición de valor seguro. Trallazo tras trallazo, jits escupidos a velocidad de vértigo (qué corto se hizo, carajo) y, lo mejor, presentación de cuatro jugosos temas nuevos (de corte más popero, o eso parece) que indican que con ellos la fiesta va a seguir. Por último, cerraron la jornada Justice (en la foto), con su set habitual: veinte minutos de “D.A.N.C.E.” y 57 de “We Are Your Friends”. Complicándose la vida, vamos.
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SÁBADO 15 DE SEPTIEMBRE. El sábado sí que apetecía madrugar: las propuestas eran interesantes y no decepcionaron. Primero los argentinos Cápsula firmaron un concierto impecable, como lo es su «In the Land of Silver Souls» (BCore, 2011). De Bowie a los Stooges pasando por Sonic Youth, mucha distorsión y mucho guitarrazo. Bien.
Acto seguido, cambio de registro: tocaba disfrutar de Django Django en el escenario principal mientras aún caían los últimos rayos de sol. El de los escoceses ha sido probablemente uno de los debuts más destacados de lo que llevamos de 2012, y su traducción al directo resultó ideal para esa hora. Lúdicos y un pelín verbeneros (moraleja: queremos más maracas en el indie actual), convencieron con sus temas más afortunados, léase “Default” y “Life’s a Beach”.
La oscuridad llegó con Lüger, que volvieron a revalidar su título de bestias pardas subidas a un escenario. Quizá les habría beneficiado tocar un pelín más tarde, pero a ninguno de los que estábamos allí nos importó demasiado, principalmente porque cosas como “Swastika Sweetheart” serían auténticas barbaridades aunque las tocaran a mediodía en un chiringuito de playa.
Remataron la jugada otros de los grandes valores nacionales en directo, The Right Ons, que salieron al escenario subiditos como siempre, pero conscientes de que tienen motivos para ello. Arrancaron arrasando con todo y fueron moviéndose progresivamente de su lado más funk al concurso de riffs. En fin, que vamos a dejarlo en roncanrol y todos contentos. La cuestión es que nos quedamos con la sensación de que un grupo con esta presencia en directo y esta calidad en el estudio quizá esté un escalón por debajo de lo que le corresponde en términos de reconocimiento y popularidad. Por poner una pega: un final algo anticlimático después de haberlo dado todo con ese temón que es “Purple Neon Lights”.
El concierto de The Kooks fue tan prescindible como el propio grupo, y de Capital Cities poco se puede destacar, aparte de sus chaquetas y de su trompetista (¿queremos también más trompetas en el indie actual?) como ídolo de masas… Así que dejémonos de historias y vamos a la chicha: The Killers (en la foto). A ver, explíquenme una cosa: ¿tiene sentido tachar un concierto de The Killers de “previsible” o “facilón”? Coño, vinieron a darnos exactamente lo que prometen y lo que todos esperamos de ellos. Si uno va a ver a estos fulanos, lo menos que puede esperar son jits a cascoporro, grandilocuencia, horterada, confeti, karaoke y uooooohs. Brandon nos dio eso y, demostrando que son el grupo más desacomplejado y divertido del mainstream, nos regaló hasta una versión de “Forever Young”. Claro que sí, con dos cojones. Malas noticias para los que esperaban las caras B y que se pasen al dubstep. Buenísimas para todos los demás.
Eme DJ puso el fin de fiesta a un festival que, en términos generales, ha dejado un buen sabor de boca. Si la cosa tiene continuidad y sigue por este camino, allí nos veremos el año que viene.