Cómo volver a grabar una colección de enormes canciones de folk-rock sin despeinarte, noveno volumen, por Damien Jurado. Así podríamos titular este nuevo disco del americano si estuviésemos hablando de una novela. ¿Y si quisiésemos contextualizar un poco más este «Saint Bartlett» (Secretly Canadian, 2010)? Pues diríamos que ha sido grabado en una semana, con la ayuda de su productor de cabecera Richard Swift, quién ya de paso esta vez también se pone a los mandos en la batería y se gana su aparición en los brevísimos créditos que acompañan al plástico, que menuda manía tienen algunos ahora de no incluir las letras, por cierto. Además quizás nos ayude a entender un poco mejor ese sonido tristón que inunda el disco el hecho de saber que fue creado en los estudios National Freedom en Oregon, donde apostaría a decir que la soledad es una constante (no hay más que observar la portada del disco). Y se agradece.
Más de doce años han pasado ya desde que un jovencísimo Damien hiciera su aparición en un (de aquella manera) no tan saturado género cantautor de la mano de un sorprendente “Water Ave S.” (Sub Pop, 1997), en una época en que la mítica discográfica Sub Pop estaba en disposición de elegir a lo mejorcito y no publicar casi cualquier cosa que se le pasaba por delante. Lo realmente meritorio de este chico fue destacar en Seattle y en los 90, cuando por todos es sabido que el folk no era lo que más tiraba en una década en la que sólo oía hablar de grunge. Aún así, Damien consiguió hacerse un hueco a base de una prolífica e interesante discografía que hoy día, a mediados de 2010, tiene una nueva entrega en este «Saint Bartlett«. Y, ¿qué es lo que se nos ofrece en esta ocasión? Pues nada nuevo, y ahí es donde reside su encanto precisamente. Porque cuando un músico repite su fórmula con tal convicción y calidad, no hace más que reafirmar su propuesta. Damien nunca está contento; un pupas adorable pensaréis muchos… y nada más lejos de la realidad, aunque en esta ocasión también se aprecie un cierto atisbo de esperanza al que el americano no nos tiene acostumbrados. Definido por el propio Jurado como su disco de “pop experimental orquestal”, lo malo ( y quizás lo bueno también, nunca se sabe) de este «Saint Bartlett» es que no hay momento para la innovación, por mucho que nos quiera engañar abriendo con un tema de aires tan épicos como “Cloudy Shoes” (“Ójala pudiera flotar sobre la tierra, nunca sabré lo que se siente haciéndolo” suspira el cantante en los primeros versos… y cada vez está más cerca), porque todas y cada una de las canciones que le siguen rayan a un altísimo nivel, como demuestran por ejemplo la melancólica “Rachel & Cali”, la guitarrera “Wallingford”, “Kalama” o mi favorita “Harborview”.
Doce canciones a razón de tres rigurosos minutos cada una que conforman un buen disco, lo mínimo que podíamos esperar de un Damien Jurado del que todos ya sabemos a estas alturas de lo que es capaz cuando agarra su acústica y empieza a componer, aunque personalmente creo que esta última entrega no está a la altura de sus dos mejores trabajos (díficil tarea, dicho sea de paso), aquellos “Ghost Of David” (SubPop, 2000) y “Rehearsals For Departure” (SubPop, 1999) que lo lanzaron a la “fama”. Lo que “Saint Bartlett” presenta son una serie de temas típicos del americano que no sorprenderán a nadie a estas alturas, pero que agradarán a todos sus seguidores y, por extensión, a todos los amantes del folk-rock americano. Con discos como este, Damien Jurado no hace más que asentarse en la complicada escena y, ya de paso, ir dando la razón poco a poco a todos aquellos que ven en él el sucesor natural de Elliott Smith. Menuda papeleta tiene el de Seattle.
Saint Bartlett from Secretly Jag on Vimeo.