Nuestra crónica del D’A Film Festival 2021 no solo hace balance del certamen, sino que también reflexiona sobre el concepto de festival híbrido.
El D’A Film Festival ha vuelto a ser pionero. Y eso, la verdad, tampoco es algo que deba pillar a nadie por sorpresa tratándose de un festival que ya fue pionero en nuestro país al erigirse como plataforma para dar visibilidad a un cine invisible tanto para la cartelera como para el gran grueso de los certámenes cinematográficos de nuestro país. Poco después, volvió a ser pionero al volver la mirada hacia dentro de nuestras fronteras y ofrecer un espacio privilegiado a ese cine español que normalmente solía quedarse colgado en los márgenes de la industria. Y el año pasado no le quedó más remedio que ser pionero al afrontar la cuarentena celebrando un festival completamente online a través de la plataforma online Filmin.
Así que aquí estamos, con el D’A siendo pionero por cuarta vez consecutiva y ofreciendo una panorámica fascinante de qué van a ser esos «festivales híbridos» que son el hype del momento y, nadie lo duda, va a ser el pan nuestro de cada día para los próximos años de cine. También hay que ser fiel a la realidad: este concepto híbrido ya lleva un tiempo flotando en el ambiente y tampoco es que el evento barcelonés lo haya inventado… Pero al Papa lo que es del Papa: más que probablemente, este haya sido el primer festival híbrido que hemos disfrutado la gran mayoría de festivaleros habituales (profesionales o aficionados).
Y eso, inevitablemente, ha de pesar en la valoración final de este D’A Film Festival 2021 que se ha celebrado del 29 de abril al 9 de mayo y que, de alguna forma u otra, ha demostrado que estábamos demasiado acostumbrados a la facilidad de los absolutos. Para bien… ypara mal. Pero no avancemos conclusiones, porque para llegar a ese punto antes lo mejor será hacer una panorámica sobre todo lo que se ha podido disfrutar en esta edición bicéfala que mostró parte de su programación en Filmin y otra parte en diversas salas de la ciudad de Barcelona.
Palmarés del D’A Film Festival 2021
Algo a lo que estábamos acostumbrados con los festivales tradicionales era que, desde el departamento de prensa, siempre se hacían circular los datos de asistencia al cierre del mismo evento. Y aquí viene una de las nuevas triquiñuelas del concepto híbrido: al celebrarse el certamen en diferentes lugares y plataformas (en el caso del D’A 2021, a saber: salas de cine de Barcelona, Filmoteca de Catalunya y Filmin), todavía queda pendiente compactar todos los números para ofrecer un dato final.
Pero, a juzgar por el buzz vivido en redes sociales, está claro que la asistencia en salas ha sido realmente impresionante (¡con llenazos constantes en tiempos de pandemia!) y que lo de Filmin ha vuelto a ser un éxito sin precedentes. ¿O acaso no iban los stories de tus colegas bien repletos de recomendaciones y valoraciones de absolutamente todo lo que han estado viendo estos días? Pues eso.
Lo que sí que se ha hecho público ya es la lista de galardones que han ido a parar a las películas más destacadas del festival… «Poppy Field» de Eugen Jebeleanu se ha hecho con el Premio Talents, reservado a directores con pocas películas en su filmografía. Cerquita en este mismo premio se ha quedado «Queridos Vecinos«, de Damiano y Fabio D’Innocenzo, que se ha llevado una mención especial. En cuanto a la sección Un Impulso Colectivo, centrada en la producción patria, el gran premio ha ido a parar a «Karen» de María Pérez Sanz, mientras que la mención ha recaído en «Ovella» de Marc Puig Biel, Júlia Marcos Lázaro, Daria Molteni y Sergi Rubio González.
No hay duda de que el Premio de la Crítica es uno de los grandes del festival, y en este caso ha servido para destacar el trabajo de la jovencísima Suzanne Lindon (¡19 años!) al frente de «Seize Printems«. El público, sin embargo, ha preferido otorgar su gran premio a «First Cow» de Kelly Reichardt, reforzando así la idea de que nos encontramos ante una de las grandes (ejem) vacas sagradas de la temporada cinéfila. Y el Premio del Público Cortos ha recaído sobre «Larrua Jo«, de Erik Rodríguez Fernández.
Línea programática
Esta lista de galardones, sin embargo, ofrece una visión demasiado atomizada de lo que realmente ha sido el D’A Film Festival 2021, un evento que desde su primera edición ha mostrado una capacidad magistral para construir diferentes líneas programáticas de una elocuencia visionaria. Llegados a este punto, sin embargo, tengo que hacer una advertencia: mi visión se circunscribe exclusivamente a la parte online que ha estado disponible online. Y esto, para mi desgracia, deja fuera grandes cintas como la mencionada «First Cow«, la favorita (personal) «Rizi / Days» de Tsai Ming-Liang o la esperadísima «¡Corten!» de Marc Ferrer.
Pero, pese a estas ausencias, sigue sintiéndose poderosamente la voluntad del festival de seguir buscándole las cosquillas al cine de autor más clásico (no en vano, y por si a alguien se le ha olvidado, el D’A del D’A Film Festival hace referencia al «d’autor» que formaba parte del nombre del evento en sus primeras ediciones). Ahí está, por ejemplo, la sensación de que el festival ya tiene ciertos autores que los cinéfilos españoles solemos asociar al certamen, como es el caso de algunos que ya han pasado por la sección retrospectiva que este año brillaba a gran altura consagrada a Małgorzata Szumowska. De ella se estrenó la amable y enigmática «Nunca Volverá A Nevar«, un precioso ejemplo de cine como microcosmos capaz de reflejar las complejidades de un macrocosmos tan repleto de claroscuros como la sociedad polaca.
Otro autor que la consciencia colectiva liga al festival es, sin lugar a dudas, el protagonista de otra retrospectiva pasada del D’A Film Festival: Sharunas Bartas, quien ha estrenado una «En La Oscuridad» que, con ostentosos ecos de Tarkovsky y una propuesta desnuda basada en primeros planos en los que se capta el sufirmiento en la epidermis, muestra la opresión del pueblo lituano por parte del gigante invasor ruso en la década de los 40. Imposible no entender esta película de Bartas como el huevo de la serpiente de otro de los platos fuertes del festival: «DAU. Natasha«, de Ilya Khrzhanovskiy y Jekaterina Oertel. El aperitivo del proyecto megalómano «DAU» (del que también se ha podido ver en el festival la serie «DAU. Degeneration«) es un descarnado retrato de cómo el gobierno ruso quebraba (y sigue quebrando) a sus propios ciudadanos para obtener de ellos exactamente lo que quería de ellos, aunque eso significara someterlos a un control sofocante e incluso a torturas que los directores filman sin concesiones y con una crudeza a ratos insostenible.
Una constante temática que ha brotado de forma natural en el D’A Film Festival 2021 ha sido la preocupación social. Algo que resulta del todo comprensible si pensamos que nos encontramos en un momento histórico en el que las clases más desfavorecidas son especialmente vulnerables y en el que el ascenso de la derecha ensombrece el horizonte de los logros y avances de décadas pasadas. A este respecto, por el festival han pasado cintas capaces de meter el dedo en la llaga del monopolio que el gobierno tiene sobre la violencia, algo que queda más que claro en el sublime «El Monopolio de la Violencia» de David Dufresne, documental centrado en las cargas policiales contra los chalecos amarillos pero perfectamente extrapolable a esos «quema-contenedores» que tanto escuece a la derecha fascistoide. Y algo que también brilla en la premiada «Poppy Field«, que ofrece un complicado vistazo a la psique de esos anti-disturbios en los que parecen latir oscurísimas pulsiones.
Esta vocación social ha latido con fuerza en películas interesadas en abrir el debate trans (la cándida «A Good Man» de Marie-Castille Mention-Schaar, con mejores intenciones que resultados), en mostrar la cara más siniestra del capitalismo feroz (como ocurre en «One Of These Days«, en la que Bastian Günther expone las herramientas con las que el capitalismo deshumaniza a las personas a partir de acciones aparentemente inofensivas) o en ampliar la visibilidad negra trenzándola con la comedia más blanquita (algo que funciona de forma desigual en «¡Al Abordaje!«, de Guillaume Brac). Y, por encima de todas ellas, la visión delicada y emocional que Nobuhiro Suwa ofrece del drama de Fukushima en «El Teléfono del Viento«, donde emparenta esta tragedia con la de Hiroshima a través de una narración circular destinada a repetirse hasta el infinito.
Muchos pensarán que otra de las obsesiones del D’A Film Festival es tomarle el pulso a la juventud… Y no cabe duda de que así es, tal y como lo prueban films tan interesantes como la premiada «Sieze Printemps» (donde Suzanne Lindon se une al largo linaje que va de Godard a Cristophe Honoré con un retrato de amor de juventud libre, desprejuiciado y honesto) o «Mía y Moi» (en la que Borja de la Vega engaña al espectador haciéndole creer que le va a ofrecer un retrato íntimo de la relación de dos hermanos cargados de traumas para, de repente, dar un volantazo y escurrirse por el peligroso sumidero del thriller criminal). Pero esta edición, sin embargo, ha matizado este interés por la juventud contraponiéndole películas que exploran edades más maduras (la colorida y divertidísima «Marygoround» de Daria Woszek, que es una especie de «Gloria» de Lelio pero en versión polaca, afectada por la menopausia y particularmente despiporrada) o directamente ancianas (la magistral «Armugán» de Jo Sol, un desarmante y precioso diálogo entre la vida y la muerte encarnado en la figura del último de los acabadores).
A vueltas con el concepto híbrido de fetival
Ya lo he dicho más arriba: solo he visto las películas del D’A Film Festival 2021 disponibles de forma online. ¿Por qué? Por algo muy sencillo que remite a otra cosa que he dicho más arriba todavía: que estamos muy (mal) acostumbrados a los absolutos. En mi caso particular, estaba (mal)acostumbrado al formato presencial del festival, que suponía detener mi vida por completo durante diez días y pasármelos de sala en sala de cine y de conversación en conversación con otros habituales del D’A. El año pasado, se me ofreció otro absoluto: quedarme en casa y ver todos los films posibles en diez días. Y así lo hice. Era un paradigma al que te podías adaptar con facilidad.
Pero este año ha aterrizado en mi vida el concepto de festival híbrido y, mira, es que no estaba mentalmente preparado para ello. No estaba mentalmente preparado y repito: estaba muy malacostumbrado. ¿Qué ha ocurrido en esta edición? Que pensé «no pasa nada, veo todas las películas posibles en Filmin y me pillo las entradas para ver las que solo tiene pases presenciales«. Pero, cuando me desperté y fui a comprar las entradas, ya estaban completamente agotadas. Porque no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy y porque más vale entrada presencial en mano que cien pelis online volando y tal.
Supongo que no he sido el único al que le ha ocurrido tal cosa, y esto me obliga a cerrar esta crónica del festival con una reflexión a título puramente personal… Y es que, al fin y al cabo, lo del festival híbrido muy bien cuando se pone sobre la mesa de forma teórica. Pero vamos a tener que acostumbrarnos. Igual que nos acostumbramos a hacer itinerarios para no perdernos ninguna de las películas que queríamos ver en los festivales presencial, tendremos que acostumbrarnos a los nuevos ritmos y necesidades de lo híbrido. Porque, sí, es el futuro. Y el D’A Film Festival ha vuelto a ser pionero a la hora de enseñarme que soy un carcamal que necesita urgentemente renovarse para que no le vuelva a ocurrir algo semejante. A Dios pongo por testigo de que en el D’A 2013 ya me habré acostumbrado al formato híbrido. [Más información en la web del D’A Film Festival 2021]