¿Todavía no te has enterado de que el cine neoquinqui es lo más? Pues aquí puedes ver (gratis) su mejor peli hasta la fecha: «Criando Ratas».
Todo vuelve. Los 60, los 80, el grunge, las plataformas, las bombers… Todo tiene su momento revival, incluso lo quinqui. O el cine neoquinqui, como se llama ahora para diferenciarlo de aquel que se hacía en los años de La Transición y de los 80. Puro cine “Dogma” a la española con actores no profesionales, diálogos improvisados, exteriores y luz natural, donde realidad y ficción se mezclan y en el que persona y personaje se confunden.
Así se ha ensamblado “Criando Ratas”, un proyecto que a su director Carlos Salado le ha costado seis años y 5.000 euros de presupuesto, recaudados a través de un crowdfunding, y en el que básicamente han pringado familiares y amigos. Curiosamente, la película puede verse íntegra en Youtube porque el director ha decidido colgarla para así conseguir la mayor difusión y alcance posibles, ya que sabe que lo que se dice rico no va a hacerse con esta criatura. También porque entiende que este proyecto encaja bien en el cine del futuro (¿el de ahora?) en el que un chaval ve una peli en su móvil en sus ratos muertos. ¿El resultado? Lo está petando: lleva 720.000 visionados en un mes.
Carlos Salado se declara fan del cine de Eloy de la Iglesia y de José Antonio de la Loma, un cine que desapareció en los años 90. Aquel que presentaba una problemática social, historias semi-autobiográficas, normalmente de criminales de poca monta, con un estilo burdo, sin brillos, con derroche de feísmo incluso. “Criando Ratas” obedece a ese estilo formal y argumental, aunque cabe preguntarse si un presupuesto tan escueto daba para algo más sofisticado. En cualquier caso, está claro que la escasez agudiza el ingenio, y son innumerables los contratiempos a los que se ha enfrentado más que solventemente en esos seis años, incluyendo una parada en la casilla de la cárcel durante diez meses por parte del actor protagonista. Esto es amor al arte, señores. Pasión al proyecto no le falta.
La historia se sitúa en el extrarradio de Alicante, en un barrio marginal en el que los chicos empiezan a trajinar desde muy jóvenes. Cristo es el protagonista: un antihéroe con un corte de pelo discutible, que se arrea cuatro chupitos de orujo para desayunar y que busca dinero debajo de las piedras para saldar una deuda, meterse los suficientes tiros como para mantenerse a flote y de paso buscarse muchos enemigos. Cristo derrocha carisma y visceralidad, la gente que lo conoce sabe que a la misma vez que te está diciendo hermano, te puede meter un cabezazo. El lote lo completa un argot que ríete tú de los negros de “The Wire”.
Alrededor, familias desestructuradas y con pocos recursos que viven en bloques de viviendas hacinadas como colmenas que miran a un descampado que bien podría ser aquel en el que Chus Lampreave adoptaba a un lagarto llamado Dinero en “¿Qué He Hecho Yo Para Merecer Esto?”. Ese mismo descampado (¿cuántos de esos habrá desperdigados en los suburbios de nuestras ciudades?) es donde “El Pistolica”, un chaval de 14 años que habla como un hombre de 50, se queja cansado de una vida tan perra. Hay que haber visto y oído mucho para hablar con tal pesadumbre y credibilidad a tan tierna edad.
No es raro que esta peli recuerde a la mencionada de Almodóvar: ambas beben del neorrealismo italiano, ambas entienden el cine como instrumento social pero sin monsergas ni moralejas. ¿Es que acaso las hay en la vida? El director muestra sin juzgar la cruda realidad en uno (de muchos, de tantos) de estos barrios. En este caso, se podría hablar incluso de un film casi documental, ya que a pesar de la ficción de la trama, las historias de los personajes no son tan diferentes de las vividas o presenciadas por los actores. Los diálogos improvisados se nutren del argot y expresividad propias de cada uno de los actores.
Se decía que el cine quinqui retrataba a todos aquellos que se colaban por los resquicios del sistema, los que se quedaban atrás, al margen de la prosperidad que prometía La Transición. Cuarenta años más tarde, los rezagados siguen ahí, con menos heroína y más speed, pero en los mismos descampados.
https://www.youtube.com/watch?v=XKKe0kE8ZVg
“Criando Ratas” no es nada nuevo pero si algo insólito, no porque muestre lo marginal, sino porque además nos lo presenta sin filtros, sin frases geniales de guión, sin un Brad Pitt como gitano guaperas de los bajos fondos. En estos momentos de filtros de Instagram, de fotos cuquis y todo tan «La La Land«, una película como esta no sé si es necesaria, pero sí es valiente. Todo vuelve, también nuestras miserias. O quizás es que nunca se fueron. [Puedes ver «Criando Ratas» en su página de YouTube (o a continuación en este mismo artículo)]