«Lo Que Te Conté Mientras Te Hacías La Dormida» cumple 15 años… Y seleccionamos 15 canciones para recordar a La Oreja de Van Gogh (¡de forma no irónica!)
En estos nuestros tiempos que corren, pocas cosas están más difundidas que la ironía. Lees un tuit y todo en él es ironía. Caminas por la calle y te tropiezas con la ironía. Vas a echarle sal a tu bistec y al sacudir el salero todo lo que sale de él es ironía. Estás a tu rollo bailando muy feliz en una discoteca y alguien te da un pisotón y te giras cabreado y, oh, te topas frente a frente con la ironía. En una noche de micro abierto de poesía quién sube primera al escenario es la ironía. Es tal la omnipresencia de la ironía que, en vez de remarcar que algo se está llevando a cabo en sentido irónico, cada vez es más común afirmar lo contrario cuando no… En mi boda bailo «La Macarena» de forma no irónica. Llevo coronas de flores de forma no irónica. Cuando me aburro pongo en fila cáscaras de cacahuetes de forma no irónica. Te quiero de forma no irónica. He matado a tu gato de forma no irónica. Es que soy un psicópata.
Creo que esto fue lo que llevó al director de esta casa a contestar «pero, entonces, ¿de verdad te gustan de forma no irónica?» a mi propuesta de hacer un especial sobre La Oreja de Van Gogh por el decimoquinto aniversario de «Lo Que Te Conté Mientras Te Hacías La Dormida» (Sony, 2003), que es hoy 28 de abril. Sí, me gustan de forma no irónica. Puede que hasta respire y duerma con ironía, pero nunca bromearía sobre los de San Sebastián. Todo lo que dicen de ellos sus detractores es cierto: son recargados, cursis y, en comparación, hacen que las letras de Mecano parezcan una conferencia de filosofía. Pero, dentro de todo este despliegue de histrionismo y huachafería, hay verdaderas perlas que parecen haber sido olvidadas. Así que, a continuación, van quince razones en forma de quince canciones por las que, quince años después, creo que aún hoy en día deberíamos recordar a La Oreja de Van Gogh.
Si antes decía que pecaban de pomposos y remilgados, esta lista también servirá para mostrar la otra cara de La Oreja: en ocasiones se pusieron realmente… extraños. De eso que no sabes a quién se le ocurrieron semejantes ideas, pero que de tal estupefacción y descoloque que provocan acaban siendo una maravilla, lo que supongo que sí está muy cerca del kitsch y ese gustar-de-forma-irónica del que hablaba antes. Pero sigo siendo reticente a la hora de hablar en estos términos porque, aunque mi admiración nazca de una fascinación por el desconcierto de lo extravagante, disfruto sinceramente escuchándolas.
El caso es que no sé ante quién me estoy justificando tanto. Dudo que alguien a quién no le gusté La Oreja esté leyendo esto. Finalmente, una pequeña nota en medio de página antes de empezar: cuando digo «La Oreja de Van Gogh« me refiero a la trayectoria junto a Amaia Montero: lo de Leire no sé qué es, pero La Oreja de Van Gogh os digo yo que no. El hueco dejado por el carisma y la cabeza de la Montero es demasiado grande como para ser rellenado por una tía que salió de Factor X.
EL ÁRBOL / Maqueta (1997). Es 1995. Xabier San Martín, Pablo Benegas, Álvaro Fuentes y Haritz Garde tienen un grupo de versiones de U2 y Pearl Jam y se llaman los Sin Nombre. Cuesta creer que estos fueran los orígenes de La Oreja por lo realmente poco prometedor de la situación. Sin embargo, el poco ojo que tenían los cuatro chaveas para los nombres parece que lo compensaron con un oído que les hizo empezar a buscar una voz femenina. Pablo conoce a Amaia en una fiesta, y lo demás es historia. Editada en el recopilatorio de maquetas y caras B “Más guapa” (Sony, 2006), “El árbol” es una de las cuatro canciones incluidas en la maqueta con la que el grupo llegaran segundos al Concurso de Pop-Rock de San Sebastián, logro que les valió un contrato con Sony y los medios para grabar su primer -y lo adelanto: desastroso- debut.
Con ya algunos indicios de lo que luego serían sus mejores cualidades (léase: dotar de protagonismo a los teclados de Xabier; una voz de Amaia con garra pero comedida y Pablo quedándose en unas líneas de guitarra poperas antes de desmarrar hacia el desconcierto), “El árbol” hace una variación realmente inquietante sobre el típico tema de pérdida del amor: aquí, los dos amantes se separan porque un sauce llorón bajo el que se habían quedado dormidos se traga literalmente a la chica (Y nunca imaginó quién provocó su soledad / el árbol que robó, su ilusión, su corazón), quién sigue llorando desde dentro del árbol (él a ese viejo árbol se acercó / y de pronto descubrió / que no eran gotas lo que resbalaba /eran lágrimas de su amor). Eventualmente, el chico decide unirse también al árbol para estar cerca de ella. Perturbador.
SOÑARÉ / «Dile al Sol». (Sony, 1998. *Han estado con Sony toda la vida así que a partir de aquí solo referenciaré el año.) Como decía antes, «Dile al Sol» es, sin lugar a dudas y de largo, el peor disco de La Oreja de Van Gogh. Puede que debido a las prisas de tener que manufacturar un disco para una Sony que había quedado encantada con las maquetas y quería más, puede que por estar aún la banda buscando su sonido, pero el caso es que termina siendo un disco de baladas pop bastante insulsas y radioformuleras. Pero a «Soñaré» hay que recordarla aunque sea sólo por el videoclip a lo cabecera de «Dawson’s Creek» que lo acompaña (encomiable engorre que tuvo suponer llevar todos los instrumentos a la playa).
Casi 20 años después, la gente aún sigue palideciendo de vergüenza ajena ante la célebre «Como dijo aquel genio / esta vida es un sueño» del estribillo, pero, sinceramente, a mi me parece un estribillo muy logrado: ¿cómo sustituir «Calderón» por una palabra que tenga una rima más pegadiza y permita conservar «sueño» en la siguiente estrofa? Con «genio«, creando la simple pero efectiva pareja «genio-sueño«, que es lo que tiene que tener un estribillo para ser recordado. Creo que bastante peor ha envejecido el barroquismo recargante con el que se trató la voz en la producción, tan omnipresente y forzada.
CUÍDATE – «El viaje de Copperpot» (2000). Llega a la mesa de mezclas Nigel Walker -productor de grupos como Hombres G y Los Rodríguez o ingeniero de sonido de Kate Bush y Biran Ferry-… Y se obra el milagro: La Oreja de Van Gogh equilibran sus extravagancias, dejan la radio-fórmula de pop-rock para acercarse sutilmente a la más favorecedora radio-fórmula de bubblegum dance (parecen palabras mayores, pero algunos teclados y detalles de post-producción beben directamente de Whighfield o Vengaboys) y encuentran su propio sonido.
En «Cuídate«, que inaugura «El viaje de Copperpot«, por fin confeccionan un verdadero buen tema pop (obviando los momentos en los que Amaia fuerza la voz y se la carga con coritos femeninos, error que será constante en la carrera del grupo). A partir de una siempre efectiva melodía de guitarra pellizcada, la canción va sumando sólidamente capas de sonido (desde una acústica a teclados en clave organillo) y evoluciona en acertados cambios de ritmo.
La letra no es más que el tópico de dos viejos amantes que se vuelven a encontrar, pero tiene el valor añadido de sintetizar en una sola frase toda la esencia de los que fueran sus compañeros de local en esos entonces: «Sin ti ya no podré escuchar / a La Buena Vida más«. Es hecho por todos conocidos y comprobado que si tienes la mala suerte de haber asociado una canción de La Buena Vida a una pareja sentimental y la relación sale mal, da por perdido volver a escuchar «Nada Debería Fallar«, por decir una. Además, no deja de ser un bonito homenaje por parte de un grupo novel hacia un grupo que admiran.
20 DE ENERO – «Lo que te conté mientras te hacías la dormida» (2003). La verdad es que seguir una línea cronológica en la lista no ha sido en un primer momento algo en absoluto adrede, pero quizás así puede apreciarse mejor la evolución de sonido dentro de grupo. Si en «El viaje de Copperpot» empezaba a escuchar una presencia más predominante de sonidos electrónicos, en «20 de Enero» de «Lo Que Te Conté Mientras Te Hacías La Dormida» ya tiran la casa por la ventana: esa especie de flauta pitcheada que entra en el segundo cero y casi no abandona la canción hasta el final, las palmaditas en los momentos clave, las distorsiones con un toque reggeae de las guitarras y hasta campanas. Cam-pa-nas.
Lo mejor de todo es que no sobra absolutamente nada. Y pido especial atención para esa locura de videoclip que le hicieron, con Amaia soñando en dibujos animados y resultando en lo que bien podría ser un apócrifo de «Interstellar 5555» de Daft Punk. A partir de aquí, hay bastantes canciones pertenecientes al tercer disco de La Oreja, que por algo estamos celebrando hoy su aniversario. Spoiler: «Rosas» no está. «Rosas» sí es de esa parte de canciones de La Oreja de Van Gogh a la que puedes seguirle el ritmo a base de facepalms.
PERDIDA – «Guapa»(2006).
No hace falta decir más.
[/nextpage][nextpage title=»PARTE 2″ ]BONUSTRACK – «Bonustrack»(2003). ¿Qué esperar de un tema que se abre con un sampleo de una de las canciones de «Jet Set Radio«, la quintaesencia de los 2000 en formato videojuego para la Dreamcast? Y, además, no un cacho de canción cualquiera, sino toda una declaración de intenciones como ese «The most important part of dance is music«. Pues una total y completa maravillosa ida de olla.
Construida por completo con loops con toques ahora disco, ahora tribales, ahora vocoders y con una producidísima voz de Amaia cantando de «caras divorciadas con la vida«, «ricos que descansan en la envidia» o almendras que se convierten en algo sexual, «Bonustrack» es realmente una barbaridad de tema. Puro eurodance. Sin ir más lejos, el incesante «naranarana» del estribillo es como mínimo primo hermano del mítico «laralalala» de «Around The World» de ATC. Definitivamente, Nigel Walker fue lo mejor que les pudo pasar.
CANCIÓN DESESPERADA – «Más guapa» (2006). Descarte de «Guapa» incluido en el recopilatorio de maquetas que acompañó el último disco de La Oreja con Amaia, «Canción Desesperada» es una bizarra mezcla de balada pop y balada EDM, y no se me ocurren muchos otros ejemplos donde se mezclen una guitarra acústica, una eléctrica y esos uplifters a lo Steve Aoki. Y lo hacen bien, pues por suerte sigue habiendo más preponderancia del pop o los efectos noventeros que de la electrónica de finales de los dosmil (derrotero que, en cambio, cogerá el grupo a partir de la entrada de Leire). Sea como sea, hacer una canción tan animada que consiga hacerte olvidar por un segundo que es un homenaje al papanatas de Pablo Neruda… Ya es motivo suficiente para recordarla.
DICEN QUE DICEN – «El viaje de Copperpot» (2000). La gente suele pensar que «Perdida» es la única canción de La Oreja de Van Gogh que habla de drogas (y, como se ha visto, algunos ni eso). Pero no quiero adelantar acontecimientos. Con un exordio que podría recordar a grupos como Los Ilegales o Betty Troupe, «Dicen Que Dicen» sigue con una frase que se comenta inspiró los primeros objetos de Mr. Wonderful: «Caer está permitido / levantarse es una obligación«. Sigue con una marcada línea de bajo -algo poco común en La Oreja de Van Gogh y que, visto el buen resultado aquí, quizás deberían haber explotado más-, se suman unos tecladitos, la voz de Amaia empieza a coger carrerilla… y llega.
Es ella, la mejor frase de «El Viaje de Copperpot«: «Dicen que dicen que anuncian que existe / un peculiar vegetal que hace que te rías de / La Bruja Avería como la cebolla hace llorar.» En serio, es que lo tiene todo: el suspense creado por la reiteración de verbos en el primer verso, que deja paso a la metáfora más extraña que he escuchado nunca para hablar de porros, que deja paso a un guiño al mítico programa ochentero «La Bola de Cristal«, que da paso a un término que por un lado conecta con los porros gracias a la metáfora del vegetal y por otro le es antitético porque hace llorar. Una cebolla. Conozco pocas canciones que menten a una cebolla con tanta tranquilidad entre sus estrofas. Y menos aún que terminen con un sampleado a Monty Phyton.
PUEDES CONTAR CONMIGO – «Lo que te conté mientras te hacías la dormida» (2003). Pocos exordios tan míticos en la historia del pop patrio noventero como el de «Puedes Contar Conmigo«: me atrevería a decir que es al pop noventero mainstream lo que «Segundo Premio» de Los Planetas es al indie de los noventas. Es, sin duda, la mejor canción de «Lo Que Te Conté Mientras Te Hacías La Dormida» y, probablemente, incluso la mejor canción de toda la carrera del grupo.
Es terriblemente ñoña en su letra (difícil no serlo cuando «morir de amor» es parte fundamental del estribillo o cuando una de las declaraciones de amor es «construir un mundo a todo color«), es cierto, pero melódicamente es tan buena que no importa en absoluto, encontrando su cenit en el mítico estribillo: «Que recordarás las tardes de invierno por Madrid / las noches enteras sin dormir / la vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor«. Jo. Quizás hablo a titulo completamente personal, pero la carga emocional de esta canción bien podría competir con alguna de La Buena Vida. Solo que con ecos eurodance, lo que la hace mejor.
MANHATTAN – «Guapa»(2006). Si bien en «Guapa» el sonido de la banda -aún acompañada en la producción por Walker– empezó a experimentar un primer endurecimiento en las melodías, con una carga mucho más rock sobretodo en las guitarras, aún conserva temas que siguen con la línea marcada en «Lo Que Te Conté Mientras Te Hacías La Dormida«. De hecho, el tema podría pasar por una continuación de una de las canciones de su predecesor, «Adiós«.
Si en aquella se cantaba sobre la separación de una pareja por tener que irse ella a vivir al extranjero y todas las promesas de amor y cariño hechas, aquí se habla de una infidelidad cometida en ese viaje: «Y al despertar y verme al lado de lo que siempre juré no hacer /sentí clavar en mi sien tu voz diciendo «no te olvidar黫. Pero estamos en una canción de La Oreja de Van Gogh, y el final feliz siempre aguarda en los últimos acordes: la chica, arrepentida, vuelve a casa junto a su familia y se jura no volver nunca más despreciar su relación.
[/nextpage][nextpage title=»PARTE 3″ ]DESEOS DE COSAS IMPOSIBLES – «Lo que te conté mientras te hacías la dormida» (2003).
«Igual que el mosquito más tonto de la manada
yo sigo tu luz aunque me lleve a morir«
Y, más adelante:
«Igual que el poeta que decide trabajar en un banco
sería posible que yo en el peor de los casos
le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón«
Nada más que añadir.
LA CHICA DEL GORRO AZUL – «El Viaje de Copperpot» (2000). «La Chica del Gorro Azul» es otro caso en el que una canción sirve de continuación a la narrativa de otra, siendo en este caso complementaria a «Cuídate«, del mismo disco, en formato flashback del recuerdo de las noches bailando que tienen los dos ex-amantes.
Una canción alegre y divertida, cliché de «tú» y «tututu«(tarareo incluido), pero lo que me interesa resaltar es otra cosa. El retorno del tema del sauce llorón -que ya había aparecido en la maqueta «El Árbol» y el de las almendras, que volverá a aparecer en «Bonustrack«. Creo que son dos elementos muy particulares como para no preguntarle a Xabier San Martín si tuvo alguna experiencia traumática infantil con el mundo vegetal.
MI VIDA SIN TI – «Guapa»(2006). En su primera mitad, la canción no tiene demasiado interés: una balada lenta y sosegada que una mujer canta a su pareja, muerta en un accidente de coche («Pienso en ti y vuelves a mí, vuelve la paz que un día perdí / choque frontal, nadie con vida / y yo sin ti«). Buena voz de Amaia, toques de soul, está ok.
Y, de repente, se desata la locura: una voz susurra «Let’s go«… y la canción explota en un temazo funky. La letra sigue con el motivo del lamento por la muerte del amado y queda un poco raro bailar por toda la habitación mientras retumba «Quiero gritar, correr hacia ti, no quiero entender que al morir me mataste / quiero vivir pensando en ti«, pero hey, culpa del pedazo beat que se han marcado La Oreja. Y, cuando crees que no quedaban más sorpresas, va la canción y termina con sonido de olas rompiendo en la orilla.
CUANTOS CUENTOS CUENTO – «Guapa»(2006). De toda la lista, esta es la única canción que me parece simple, llanamente y a todos los efectos, una basura. Es tan absurda, tan inconcebible, que tenía que hacerle un hueco aquí para poder creerme que es real. Entonces es cuando me imagino a La Oreja de Van Gogh allí, en el local de ensayo, rebanándose la cabeza de pensar en qué canción podía seguir a «Mi Vida Sin Ti«.
Es un secreto a voces que, durante la grabación de «Guapa«, las tensiones entre el grupo y Amaia empezaron a hacerse cada vez más agudas y tangibles, así que alguien toma el papel de kamikaze y decide proponer la peor idea del mundo para que Amaia nunca pueda recuperarse de ello y tenga que abandonar la banda: un bolero. Un bo-le-ro. Un bolero que, además, se enlaza con «Mi Vida Sin Ti» y ese incomprensible efecto de olas sin ninguna explicación. Un bolero en el que la voz de Amaia suena como si estuviera al borde de un ataque de tos. Lo siento, es horrible. Pero tenía que incluirla.
POP – «El Viaje de Copperpot» (2000). Lo mejor he preferido dejarlo para el final… Y es que no se ha escrito aún en toda la historia de la música española una canción comparable a «Pop«. Antes incluso de que Lana del Rey hiciera nacer el personaje de estrella del pop melancólica y fracasada, La Oreja de Van Gogh manufacturaban un temón sobre la cara oscura de la industria musical con unos teclados que los de Alice Deejay invitarían a cenar de haberse encontrado los unos con los otros en el metro. La canción presenta el ejemplar tópico de la pija-artista destinada a triunfar (¿será una de esas chicas rubias de Serrano que, años después, cantarían «Y no hay nada mejor / que La Oreja de Van Gogh«?) desde el punto de vista de un magnate de la industria: guapa, culta y encima una artista multidisciplinar. Aunque puede que el tío simplemente se la quisiera camelar.
Con una frase que no puede evitar recordarme el único precedente claro que conozco de esta canción («Firma aquí abajo y verás / cómo cambia tu vida / es muy fácil ganar«, canta Amaia y «avanti non perder tempo, firma qua / è un normale contratto è una formalità tu ci cedi tutti i diritti e noi faremo di te / un divo da hit parade» cantaba Edoardo Bennato en «Il gatto e la volpe«), el tema empieza a encaminarse hacia el lado oscuro. Pero el mayor acierto de «Pop» es que la canción pasa de lo más alto a lo más bajo en un abrir y cerrar de ojos: «Eres la Reina del Pop / una vida sin nombre, un montón de ilusión / eres facturas y alcohol«. Aunque haya resultado tristemente profética, algunos nunca nos olvidaremos de Amaia y su carrera junto a La Oreja de Van Gogh. En treinta años seguiremos cantando a grito pelado todas estas canciones.
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