Analizamos los nuevos discos de Confeti de Odio, Marcos y Molduras y Melenas para demostrar que, con ellos, hemos caído en la trampa del sesgo cognitivo.
El gigantesco tsunami provocado por el coronavirus que ha sacudido nuestras vidas se ha convertido prácticamente en el único asunto de conversación a lo largo de los últimos meses. Algo lógico, por otra parte: todo el mundo ha sufrido sus consecuencias, de un modo u otro.
Hasta tal punto alcanzó la presencia de ese microscópico agente infeccioso en nuestros pensamientos que cualquier materia parecía estar relacionada con él, incluidos canciones y discos, sobre los que se aplicaba uno de los efectos más tramposos del funcionamiento del cerebro humano: el sesgo cognitivo. Es decir, la desviación del procesamiento mental que produce una interpretación inexacta de una información.
Esta teoría psicológica se cumplió con tres álbumes que se publicaron en un corto espacio temporal durante la etapa más dura de la pandemia: “Tragedia Española” (Snap! Clap! Club, 2020), de Confeti de Odio; “Te Espero en Casa” (Discos de Kirlian, 2020), de Marcos y Molduras; y “Días Raros” (Snap! Clap! Club / Elsa Records / Trouble In Mind, 2020), de Melenas.
Tres protagonistas en su momento de nuestra sección La Nueva Carne a cuyos temas más recientes se les ha dado un valor premonitorio… cuando en realidad era sola una de esas traviesas coincidencias que encantan a los amantes de la serendipia y que se puede explicar a través de dos tipos de sesgos: a posteriori, que consistiría en ver eventos que suceden en circunstancias concretas como predecibles; y de confirmación, tendencia a analizar los datos de manera que se corrobore una o varias ideas preconcebidas.
Así, resultó más o menos sencillo vincular los respectivos trabajos de Confeti de Odio, Marcos y Molduras y Melenas con muchos aspectos derivados de la pandemia, olvidando que esos discos se habían gestado bastante antes de que estallara la crisis sanitaria en España. Eso sí, algunos de sus versos y relatos precoronavirus siguen vigentes y se pueden aplicar a la nueva realidad que nos tocará afrontar porque, más allá de la excepcionalidad presente y futura, habrá cosas que no cambiarán, como las cuitas emocionales y sentimentales, los hábitos de la vida en pareja y el empeño por no borrar recuerdos ante el inexorable paso del tiempo.
A la hora de abordar esas cuestiones -y no las artes adivinatorias-, Confeti de Odio, Marcos y Molduras y Melenas despliegan toda su sensibilidad y habilidad.
CONFETI DE ODIO
QUEBRANTOS DEL CORAZÓN Y EL ALMA (CON MASCARILLA Y GEL HIDROALCOHÓLICO). “Todo muere, todo muere / Epidemia universal […] Morirán todos los americanos / No habrá nada en televisión […] Todo muere, todo muere / Hay sold out en el hospital […] Discotecas llenas de difuntos / Nadie para en la última canción”. Varias de las frases que se escuchan en “Todo Muere”, apertura de “Tragedia Española”, fueron el motivo por el que algunos creyeron que Lucas de Laiglesia parecía un vidente de bola de cristal. Pero esta casualidad no debe orientarse hacia esa falsa hipótesis, sino hacia la manera en que el madrileño maneja el bisturí lírico para abrir en canal su pecho y expulsar sus demonios y pesares (ansiedad, depresión o desamor) con un melodramatismo a veces hiperbólico pero sin dejar de resultar hiperrealista, que conecta con ese concepto tan en boga en el neo-indie patrio como es el de ‘bajona’.
Lucas canaliza en “Tragedia Española” ese torrente de desazón y tristeza a través de un autorretrato cuya introspección no está reñida con la grandilocuencia (entendida y expresada en el mejor sentido) de un pop-rock épico (con trazas ruidosas, sesenteras, emo, power y glam) poderoso, sólido y rematado adecuadamente con ricos arreglos cuando reduce su pulso en forma de balada. Así, Confeti de Odio exhibe en este su primer LP -y ratificación de su talento- una crudeza poética que bien podría haber parido el Morrissey veinteañero. Valga como muestra “Mi Funeral” (¿quién no se imaginó alguna vez cómo sería el suyo y qué y cuántas personas asistirían al mismo?), desenlace natural del álbum precedido por “Última Visita al Hospital”, dos cortes que completan (hablando de otra vez de hospitales y muerte) el círculo abierto por “Todo Muere”.
Confeti de Odio certifica que los dramas millennial -en el fondo, no tan diferentes de los de la juventud de generaciones precedentes…- van a continuar golpeando con fuerza por muchas medidas de higiene que haya que adoptar. [Más información en el Instagram de Confeti de Odio // Escucha «Tragedia Española» en Apple Music y en Spotify]
MARCOS Y MOLDURAS
LA RUTINA DE LA VIDA EN PAREJA (SIN DISTANCIA FÍSICA). Cuando comenzó el pasado confinamiento, muchas personas confesaban que, realmente, el obligatorio enclaustramiento no suponía un cambio sustancial en su vida diaria. Seguramente, Marta y Marcos concordarían con esa afirmación, a juzgar por lo que cuentan en su estreno en largo como Marcos y Molduras, “Te Espero en Casa”. El nombre del álbum -gestado al calor del hogar- ya sugiere de algún modo que en su contenido se recrea todo un universo particular construido bajo techo y entre las paredes del cual brotan escenas de costumbrismo sentimental, amor cotidiano y romanticismo doméstico, que se mezclan con actos más banales como (no) ocuparse de la limpieza, devorar memes o ver series.
En la significativa conclusión de “Te Espero en Casa”, “Un Nuevo Año” da una vuelta de tuerca a las despedidas y bienvenidas en Nochevieja al estilo de “Un Año Más” de Mecano. Si Marcos y Molduras la compusieron pensando en este 2020, casi mejor ir pasando rápidamente las páginas del calendario para llegar al 2021 y sacarse de encima la impresión de vivir bajo un permanente estado de alarma… [Más información en el Facebook de Marcos y Molduras // Escucha «Te Espero en Casa» en Apple Music y en Spotify]
MELENAS
LA NUEVA (A)NORMALIDAD (SIN VACUNA). La denominación vetustamorliana de “Días Raros”, segundo LP de Melenas, no debería engañar: su concepto tiene una carga metafórica poco rebuscada y pretenciosa. De hecho, encaja a la perfección con las extrañas sensaciones que, en mayor o menor medida, venimos experimentando desde marzo: a partir de aquel mes, cada semana ha parecido más irreal que la anterior. Sin embargo, como sucede en el caso de Marcos y Molduras, el simbolismo de las canciones de Oihana, Leire, María y Lauri proviene de cuatro chicas que, quizá, antes del confinamiento ya pasaban por puntuales períodos de encierro mental y espiritual; y, al igual que hacían en la vieja realidad, en “Días Raros” rememoran épocas pasadas y recuperan recuerdos como si quisieran evadirse de la confusión generada por la nueva (a)normalidad.
Ese halo evocador y ensoñador se traslada directamente a su sonido a pesar de su vibrante envoltorio, derivado de un indie-pop reverberado, garagero, con fuzz guitarrero constante y ramalazo noise que encandiló al mismísimo Henry Rollins. Ese contraste entre fondo y forma provoca que el mundo interior de Melenas se impulse al exterior con un vigor que igualmente saca brillo a la cara más optimista de la banda, sin eliminar su rastro nostálgico. O lo que es lo mismo: una melancólica alegría o una alegre melancolía… En todo caso, Melenas son capaces de convertir cualquier instante ordinario en extraordinario y cualquier tribulación en combustible de píldoras que siguen la estela de Vivian Girls (“No Puedo Pensar”, “29 Grados”, “3 Segundos”) e incluso la senda del krautrock (“Primer Tiempo”, “Los Alemanes”).
La gran traca se produce con la tríada “Ciencia Ficción”–“En Madrid”–“Ya no es Verano”, títulos que leídos en una sola línea profetizan cómo serán los meses estivales en la capital dada la rareza de los tiempos que corren… ¡Ajá! Aquí tenemos otra jugarreta del cerebro en forma de engañoso sesgo cognitivo. Inevitablemente, hemos caído en la trampa… [Más información en el Facebook de Melenas // Escucha «Días Raros» en Apple Music y en Spotify]