La evolución de la carrera artística de CocoRosie es, cuando menos, curiosa: cuanto mejores son sus discos, más feas son sus portadas. Es una evolución rara, pero evolución al fin y al cabo. Desde que se presentaran en sociedad con aquel experimento arty que fue «La Maison de Mon Rêve» (Touch & Go, 2004) (grabado en una habitación de Paris, cosidito a base de folktrónica guay… too cool to be forgotten, que dirían por ahí), las hermanas Casady han ido trazando un camino irregular musicalmente que siempre ha ido acompañado de una puesta en escena gráfica de lo más discutible: lo mismo te sodomizaban a un unicornio en la portada de «Noah´s Ark» (Touch & Go, 2005) que se plantaban a ellas mismas vestidas como un vidente de «Juego de Tronos» con bigotito incluído en «Grey Oceans» (Sub Pop, 2010) . Su quinto disco no es una excepción: los cuentos raros y siniestros de niñas muertas o abandonadas a la orilla de un río de «Tales of a Grass Widow» (City Slang, 2013) vienen acompañados de una imagen perturbadora que, si sirve de algo, es precisamente para ilustrar que lo que encontrarás cuando le des al play puede que te deje con el cuerpo como si hubieras cenado mejicano a las doce de la noche y te hubieras ido a dormir diez minutos después.
Que el halo siniestro que envuelve esta nueva entrega no te tire para atrás: por primera vez desde que empezaran su andadura musical en 2004, las hermanas entregan un trabajo tan peculiar (aunque esto no sea nuevo) como accesible y homogéneo (esto sí), que ya es mucho decir. Y es que, a lo largo de sus cuatro discos anteriores, Bianca y Sierra se han forjado una merecida fama de tías raras un poco encantadas de conocerse y muy dadas a perderse en su propia espiral de genialidad extraña. Si en «Grey Oceans» conseguían limar esas aspereza arty que las alejaban de sus detractores, con «Tales of a Grass Widow» alcanzan un punto de concentración muy notable que musicalmente se percibe cercano pero que no renuncia a ese discurso humanista-feminista-ecologista del que se han hecho abanderadas: en sus nuevas canciones, siguen habitando personajes femeninos desamparados y castigados (desde la «viuda de la hierba» del título del disco hasta la niña de cinco años que es obligada a casarse de «Child Bride«), además de permanecer esa conciencia comprometida con el medio ambiente y las etnias más desfavorecidas y esas constantes ganas de conectar con sus raíces que se manifiestan de forma sutil en el uso de instrumentos exóticos y ya de forma más evidente cuando Antony (un habitual en sus discos) canta como un mantra «Do you have love for the mankind» en la preciosa «Tears for Animals«.
Musicalmente, la evolución es evidente: las hermanas han encontrado un equilibrio perfecto entre ese sonido lo-fi de juguetes, los instrumentos exóticos (flautas de pan, harpas…) y el uso de cacharrería electrónica real. La cosa ha perdido ingenuidad pero ha ganado consistencia, y con ello consiguen despojarse de ese halo de flipadas arty y distantes que siempre las ha perseguido para alcanzar un sonido más diáfano, accesible y, sobre todo, homogéneo. Las pitcheada voz de Bianca sigue recordando a Joanna Newsom recién levantada y sin hacer gárgaras, mientras que los coros de Sierra, que se entrelazan con esta como susurros fantasmagóricos (como en «After the Afterlife«) visten a la música de una sensación de extrañeza permanente. Pero no todos los nuevos cuentos de CocoRosie son siniestros: también hay bonitas composiciones etéreas y muy emocionantes, como las dos colaboraciones con Antony (la mencionada «Tears for Animals» y «Poison» que cierra el disco), la bellísima «Harmless Monsters» -que se construye sobre un delicado piano- o esa canción para marineros siderales que es «Far Away«, en la que las líneas entre pop ensoñador y folk de cámara con cacharritos se desdibujan para formar un todo compacto. Y es que CocoRosie siguen siendo tan raras como siempre pero, por suerte, ahora nos lanzan cuerdas desde la borda de su barcaza musical para que les sigamos la estela en lugar de dejarnos chapoteando entre un montón de canciones demasiado centradas en ser diferentes como para preocuparse por el oyente.
CocoRosie: After the Afterlife on Nowness.com.