Las cholas están más de moda que nunca… Pero ¿no es un poco tarde? ¿No es apropiación cultura gratuita? ¿No está demasiado manido y / o visto?
¿Conoces el término apropiación cultural? Ojo, que no hablamos de la apreciación cultural, sino de la apropiación. Pues bien, este término y/o concepto, en esencia, se refiere a la utilización de elementos de una raza y/o cultura (la mayoría de las veces, minoritaria, excluida y con pocos recursos económicos) y a su adaptación y adopción posterior a la estética y cultura propias.
Es más que normal que pienses que, bueno, no será para tanto, al fin y al cabo con Internet, la globalización y blá blá todos bebemos de todos y tal o cuál. Pero, en realidad, no es tan sencillo como parece.
¿Has probado a hablar alguna vez de la apropiación cultural en tus redes sociales? Te invito a hacer este ejercicio porque, la verdad, no tiene desperdicio. Hay gente que se posicionará a tu favor y te darán su apoyo. Otra gente, directamente, se te lanzará al cuello. Muchas personas reflexionarán y dirán que las negras se planchan el pelo y que, por lo tanto, eso también es apropiación. ERROR. Eso no es apropiación, porque no es algo que estén copiando a otra cultura (y mucho menos minoritaria), sino que es algo racial. La apropiación cultural se refiere, más bien, a la usurpación descarada de una característica estética y/o visual y a su posterior copia.
Entonces, ¿qué pasa con el tema de las cholas? ¿Qué tiene que ver con todo esto? Más de lo que crees. Antes de empezar a definir qué es una chola y por qué la estética chola está en auge de nuevo, sin embargo, es importante explicar que existen otras muchas formas de apropiación cultural. La corona de los indios americanos, los bindis hindúes, las rastas, las trenzas de raíz, los tatuajes tribales… Todos ellos también son ejemplos de apropiación cultural.
Es importante tener en cuenta si una persona es consciente de lo que se está poniendo o no; es decir, si entre que escoge ponerse algo de otra cultura y se lo pone existe una reflexión del tipo «sé que me estoy poniendo un bindi aunque las mujeres en la India sufren de maltrato, les tiran ácido a la cara o viven ancladas a las cocinas de sus suegras, pero me lo pongo por respeto a su cultura y a ellas«. Apunto este ejemplo como podría apuntar cualquier otro caso, claro. Si existe este proceso de reflexión, entonces, no hay nada más que decir.
Pero repito: entonces, ¿qué ocurre con las cholas? El término chola tiene distintas acepciones a lo largo de Sudamérica, aunque para este artículo nos vamos a centrar en las de México y Estados Unidos. ¿Por qué estas dos? Porque son las que han sido más copiadas en el mundo de la moda desde hace unos años a la vez que son las que más han sido menospreciadas cultural y económicamente hasta este último boom.
Empecemos por el principio: ¿qué es una chola? En su origen, esta palabra era utilizada por los colonizadores europeos para referirse a las personas indígenas o biraciales que vivían en América del Sur o América Central. En la década de los años 60, sin embargo, el término chola fue (re)utilizado como concepto tanto por la clase trabajadora mexicana afincada en Estados Unidos como por el movimiento Chicano Power para empoderar el término (chola / cholo) que tanto había denigrado a la raza. Esta es la historia breve.
¿La historia larga? Durante los años 1929 y 1944 hubo una repatriación del pueblo mexicano con la que el gobierno americano consiguió expulsar a casi dos millones de ciudadanos mexicanos, muchos de ellos con los papeles en regla. Fue precisamente durante la época de la Segunda Guerra Mundial cuando aparecieron las pachucas en las calles de Los Ángeles.
Eran las novias de los pachucos (chicos jóvenes adolescentes que vestían con trajes grandes y chaquetas largas) y, ya por aquél entonces, vestían de forma excéntrica y usando mucho maquillaje. ¿Por qué? Porque esta subcultura quería luchar y mostrar su inconformismo hacia el arquetipo y el espíritu blanco patriótico que imperaba en esos años. Vamos, que era su forma de romper el cliché de la belleza mainstream del momento (y tú te creías moderno, ¿eh?). De esta forma, en los años 40, las pachucas se ponían pantalones y salían en pandilla con chicos, algo bastante inusual para la época. Algo habitual en estos ambientes eran las peleas, algo que provocó que los servicios militares quisieron acabar con estos jóvenes.
El tránsito de la pachuca a la chola, una estética más rollo gang y parecida a la actual, se formalizó en los años 60 y 70. Ellas eran mexicanas / americanas de clase trabajadora que vivían en los barrios menos favorecidos. De hecho, fue precisamente en estos años cuando empezó a utilizarse el término cholo en los suburbios de California del Sur. La mayoría de estos cholos y cholas eran hijos de granjeros y casi no tenían poder adquisitivo (ten en cuenta que, en 1965, United Farm Workers luchaba para que los trabajadores ganasen 1.25 dólares por hora), por lo que vestían con pantalones anchos de fábrica y ropa barata de supermercados como, por aquél entonces, Dickies. Por eso la estética actual de chola viene de tornar de la forma más femenina posible la ropa que compartían con sus hermanos.
La ya más que conocida estética de chola, que, como puedes ver en la imagen superior tomada por Graciela Iturbide en 1986, es única y habla por sí sola. Y no solo eso, sino que ha sido ampliamente imitada y mal interpretada en distintos momentos de la cultura pop. La película que mejor refleja este tipo de vida es “Mi Vida Loca”, dirigida por Allison Anders en el año 1993.
Tras todo lo explicado, quizá te pase por la cabeza la idea de que, a lo mejor, esta apropiación cultural de la estética chola no ha sido para tanto. Que, al fin y al cabo, la cultura popular no ha hecho daño ni burla ni mella. Pues mira todo lo que viene a continuación…
Todos ellos son ejemplos más que evidentes de una apropiación bastante indebida de una estética, en concreto la chola. Pero no nos detengamos en ellos, porque también hay muchas otras artistas… Como, por ejemplo, Gwen Stefani, que no es la primera vez que coge influencia directa de una cultura (de hecho, tuvo su época obsesiva con Japón).
O FKA Twigs, artista biracial que ha confesado en diversas ocasiones que sus rizos los ha adoptado directamente de Josefine Baker.
Lana del Rey tampoco se quedó atrás.
Pero la música no ha sido el único caso de uso descarado del cholismo. En el campo de la moda, existen abundantes indicios y colecciones que obligan a pensar que, de nuevo, se está repitiendo la misma dinámica de apropiacionismo cultural. Aquí entramos en un terreno más peligroso y delicado en el que es necesario preguntarse: ¿cuándo es apropiación y cuándo apreciación? ¿Cuándo es inspiración o cuándo es un homenaje? ¿Y una copia descarada? Arenas movedizas conceptuales bastante delicadas.
¿Ejemplos claros? Las cholas victorianas o «Chola Victorian» de la temporada de otoño / invierno de 2015 de Riccardo Tisci para Givenchy que se hizo pública a principios de marzo en el año 2015 (puedes ver una imagen bajo estas líneas). O Rodarte, que en su colección para la primavera / verano de 2014 colgó cadenas y candados en los cuellos de las modelos.
En estos casos mencionados la apropiación de la estética chola es evidente, descarada y, por qué no decirlo, más o menos guay. Y, de hecho, en paralelo también están viviéndose cambios a respecto de la concienciación y sensibilización hacia la cultura chola… Hace unas semanas, por ejemplo, la revista Vogue USA publicó un interesante (y muy honesto) artículo en el que mostraba a las verdaderas cholas de hoy en día en las afueras de Los Ángeles. «Latinas» en Los Ángeles en una bonita y respetuosa muestra de cómo viven realmente estas mujeres (y de la que hemos extraído la imagen de cabecera de este artículo).
Ahora que sabes todo esto, ¿volverás a vestirte de chola con total impunidad? Mi esperanza es que, tras leer este artículo, si decides apropiarte de ciertos rasgos de la estética chola, por lo menos no lo hagas con los mismos ojos que hasta ahora… Sino con una conciencia mucho más amplia y profunda de lo que esto significa.