Si somos sinceros, hace tiempo que venimos dándole vueltas a la idea de hacer un Top 5 donde escojamos las que, a nuestro entender, son las patatas chips que deberían estar en toda mesa… Porque, la verdad, vivimos unos tiempos en los que existen aberraciones como esta (da igual las celebrities que utilicen para venderlas: esto esta mal, y punto) y en los que da miedo echarse a la boca cualquier patata frita envasada porque, sinceramente, no sabes si vas a morir ipso facto aquejado de algún tipo de dolencia pandémica que desatará el fin del mundo. Así las cosas, se agradece que exista un mercado de productos premium que no sólo te ofrezcan una calidad mayor en la elaboración de sus productos, sino que también te brinden una mayor tranquilidad de espíritu. ¿O alguien nos va a decir que es lo mismo comerse un Risketo que una de las nuevas chips Sal de Ibiza?
Y es que, como es habitual en los productos Sal de Ibiza (podemos decir lo que vamos a decir porque hace unos meses que visitamos sus instalaciones y podemos certificar que todo lo que hacen lo hacen de forma puramente natural y con un mimo exquisito en el detalle), sus chips no podían ser unas patatas fritas al uso. Para empezar, en su elaboración sólo se emplean productos 100% naturales, aunque la verdad es que aquí sólo intervienen tres ingredientes: las mejores patatas, aceite vegetal para dorarlas ligeramente y un toque de flor de Sal de Ibiza para hacerlas únicas en sabor y textura. Se presenta en dos packagings posibles: el tamaño easy to go de 45 gramos (ideal para picoteo en la oficina) y la bolsa de 125 gramos, para la que debería haberse inventado eso del «cuando haces pop, ya no hay stop«. Una pena que ese sea el claim de otras patatas mucho menos exquisitas.