Qué sola se tiene que sentir Azealia ahora que Charli XCX ha abandonado oficialmente el exclusivo grupo de «chicas que llevan años dando la brasa con que van a sacar su primer disco pero el primer disco no llega nunca«. Y es que después de tres años de singles, eps, mixtapes y colaboraciones varias (entre ellas con Icona Pop, para las que escribió el trallazo de pop espídico «I Love It«), la londinense por fin ha puesto su primer trabajo en circulación. Se titula «True Romance» (Asylum, 2013) y, como se esperaba por lo que avanzaban todos esos temas que han florecido por aquí y por allá, es un buen disco de pop. Aunque, también como nos podíamos temer, no vale tres años de espera.
Recapitulemos: con tan solo 19 años, Charlotte Aitchison ponía el mundillo del underground inglés patas arriba con un puñado de actuaciones aquí y allá que le valieron una agenda de la que poco tiempo después podría tirar (muy inteligentemente). Por aquella época, ya circulaban bajo su alias Charli XCX tres canciones que servían como carta de presentación de su particular «dark pop»: Stay Away”, “Nuclear Seasons” y “I’ll Never Know”, de las cuales las dos primeras han caído en el tracklist definitivo de su esperado primer disco y que servían para marcar los límites de un pop de tendencia oscura, caprichoso con las melodías y de rollo muy pegadizo que presagiaba un candente futuro en las radiofórmulas de todo el mundo. El personaje de Charli XCX se construía entonces con una base de rebeldía estética muy darks (el hecho de aparecer con unas metralletas en un vídeo le costó más de un disgusto, además de tener que dar demasiadas explicaciones), proclamaba admiración absoluta hacia films como «The Craft» y «Clueless» y reverberaba con un eco que recordaba a las marismas sonoras del pop hipnagógico y de reminiscencia ochentera y triposa de Grimes pero despojado, en este caso, de su coartada arty. Con el paso de los meses, Charli perfilaba su personaje y abandonaba el rollo de diva trasnochada y chunga (explotado ya al máximo en «Cloud Aura» junto a Brooke Candy, la celebérrima amiga de Claire Boucher) para adoptar un rollo estético más amable y sexy. En palabras de la propia Charli, quería salir del rollo darks para orientarse hacia un pop más brillante y esponjoso, que sirviera de cubierta dócil para sus canciones de desamor y relaciones raras. Ella misma lo denominaba «angel pop«. El polvo que había conseguido levantar se disipaba a medida que pasaban los meses y Charli conseguía mantenerse en buena forma musical publicando EPs y mixtapes, que hoy en día es la mejor forma que tienen los artistas que tienen un disco en el limbo de recordar a la gente que siguen vivos y trabajando. La última fue «Super Ultra«, un bombazo de lentas cadencias brumosas que la cantante regalaba por Halloween y de la que ha rescatado la mencionada «Cloud Aura» para «True Romance«.
Porque Charli ha sido muy prolífica (que su disco haya llegado tarde es algo circunstancial y no se puede decir que haya sido por vagancia), pero puede que a mucha gente decepcione el hecho de saber que su debut en largo, al final, está conformado en gran parte por canciones recuperadas de todas esas entregas anteriores: en «True Romance» sólo hay cuatro canciones inéditas. Como siempre, la parte negativa es que la sensación de novedad queda absolutamente fulminada. La positiva es que el conjunto está bien atado y, lejos de crear la sensación de batiburrillo, nos proporciona una interesante y coherente vista aérea del talento de una artista que, no olvidemos, lleva haciendo música con cacharritos desde la tierna edad de siete años. De esta forma, por «True Romance» se pasean los leit motivs que inspiran a Charli: el pop de los 80, la estética de cintas VHS y la preeminencia de las voces femeninas, ya sea en formato de canción de pop ochentas y recogiendo el testigo de la primera Ladyhawke («Stay Away«, «How Can I«) o apretando el gatillo y subiendo agudos como Gwen Steffani («Set Me Free«) o como Marina & The Diamonds («You´re the One«). Musicalmente, el disco oscila entre la bruma y el sol con preferencia por lo momentos catchy (como el sample de Gold Panda de la vitaminada «You Ha Ha Ha» o los sintes nerviosos de «Stay Away«).
Largo ha sido el recorrido del primer disco de Charli XCX desde que sus primeras canciones salieran de su cuarto hasta que ha llegado a las estanterías de las tiendas (o a iTunes, que es lo mismo) y muchas eran las expectativas puestas sobre él y sobre su creadora. Al final, el resultado es un album brioso, que gusta pero que no sorprende (y no sólo porque más de la mitad de las canciones ya suenen de largo), que si hubiera aterrizado hace cuatro años, en pleno revival de ese pop ochentoso que tanto reivindica, cuando todavía no había entrado en juego la parafernalia chamánica de Grimes y hacer pop era algo simplemente divertido, habría tenido una pegada más profunda y justa. Aún así, la chica tiene todas las papeletas para convertirse en la next big thing mainstream. Si le quita el cetro a la hortera de Ke$ha, ya habrá merecido la pena.