Dos décadas han pasado desde que fuéramos unos adolescentes aficionados al manga… Es el momento de saber si la peli de «Ghost in the Shell» mola o apesta.
Qué curioso resulta rememorar todo el proceso que muchos de nosotros hemos vivido con «Ghost in the Shell«… Todo empezó en los 90. Aquella década nos pilló como adolescentes aficionados al manga, pero ya por aquel entonces éramos esnobistas en potencia y, por lo tanto, por mucho que nos gustara «Dragon Ball«, afirmábamos preferir «Ghost in the Shell» tanto en su versión manga (de Masamune Shirow) como en su versión anime (de Mamoru Oshii). Los más valientes incluso llegaron a declarar que entendían el argumento de esta obra, algo prácticamente imposible puesto que hay serias dudas de que su propio autor lo entendiese al cien por cien.
Sea como sea, ya por aquel entonces se rumoreaba que habría una adaptación yanki en imagen real. Dos décadas han tenido que pasar para que aquel sueño se haga realidad… Aunque también hay que reconocer que, en cuanto se hizo público que Scarlett Johansson sería la encargada de dar vida a la mítica Motoko Kusanagi, hubo una bajuna generalizada. Por suerte, el primer trailer nos quitó las tonterías de encima y, a día de hoy, lo reconocemos: puede que la nueva «Ghost in the Shell» dirigida por Rupert Sanders esté destinada a ser la mejor película sci-fi del 2017 (si el nuevo «Blade Runner» se lo permite, claro).
Aun así, y por si queda alguien lo suficientemente pazguato como para decir que esto del sci-fi no es lo suyo, siempre le quedará lubricar el manubrio cultureta con «David Lynch: The Art Life«. Al fin y al cabo, nos encontramos a las puertas de la tercera temporada de «Twin Peaks«, así que no existe mejor momento para pillar por banda este documental de Olivia Neergaard-Holm y zambullirse de lleno en las siempre enigmáticas, herméticas y saboteadoras claves del arte de uno de los directores imprescindibles para entender el zeitgeist cinematográfico del siglo 21.