A ti, que me entregaste la quietud.
A ti, te digo, dirijo esta carta.
A veces en la noche te deseo. Extiendes tus praderas ante mis ojos, los valles, una hilera delicada de ramitas. Me acoges entre tus brazos. Sálvame, te digo, y tú me salvas. Tú, que te prendes en verano, que guardas a los ciervos en tu seno. Tú, hostil para el que habita en las ciudades. ¿Cuánto hace que me conoces? ¿Cuándo me tomaste de la mano y me guiaste por tus sendas?
A veces, en la noche, viene a mí tu pálido recuerdo. Estás al otro lado, en la lejanía. Hay un mirlo que te canta. Si cierro los ojos puedo verte alzado sobre el mundo. Intuyo la silueta de los troncos. La levedad de la bruma. Un arroyo que parte en dos tu carne. He bebido de ese arroyo. Te he bebido, digo, bosque de abedules. Te he tomado con mi boca y tú has saciado mi hambre. Alimentas mis párpados calientes, mi vista. Mi corazón salvaje desbocado. Por eso escribo, te digo aquí y ahora que me entrego. A ti me entrego en esta noche y cada día, te doy mi palidez y mis cabellos, mis dedos frágiles, mi tiempo. Como un acto de amor irremediable.
A ti, que tiendes ante mí tu lecho de hojas.
A ti deseo en esta noche.
Carta al bosque
Dara Scully – 2015
[SOBRE DARA SCULLY: (1989) Es hija de los bosques. Escribe, fotografía y es editora de las antologías digitales Cuaderno de Vuelo, Tus Ramas / Mis Huesos y Dientes de Leche. En su otra vida fue cronopio o gorrión.]