No hace falta saber quién es la persona detrás de Bushido para que nos ofrezca una lección de cómo el drag es un arte que trabaja en pos de la inclusividad.
Llegados a este punto de la serie de artículos que estamos realizando Jon Gómez de la Peña (al cargo de las maravillosas fotos y de las entrevistas) y yo mismo (dando forma a los textos finales), me veo en la obligación de revelar nuestra metodología de trabajo. La cuestión es que, además de las entrevistas propiamente dichas, siempre le pido a Jon que me pase algunos datos sobre la persona que hay detrás de la drag retratada: una especie de hilo del que tirar para desenmarañar la madeja y entender un poco mejor la relación entre la persona y su alter ego artístico.
En el caso de Bushido, Jon me comenta que prefiere mantener las dos cosas separadas porque no cree que una cosa sea relevante para la otra. Inicialmente, me quedo un poco desencajado… Pero, acto seguido, me digo a mi mismo: ¡pues claro! ¡Ya tardábamos en encontrarnos un caso así! Al fin y al cabo, esto nos remite un poco a ese momento de “RuPaul’s Drag Race” en el que, tras las gloriosas entradas en el Werk Room con todas las concursantes bien montadas y una vez finiquitado el primer mini challenge, todas empiezan a desmontarse y a mirarse unas a otras intentando reconocer a la persona debajo del drag que ya han visto en vivo y en directo (y seguro que también en Instagram).
Ese es un momento muy especial como espectador porque, en serio, que alguien me niegue que no nos pasa un poco a todos esto de que necesitas varios capítulos para asociar a algunas de las personas del Werk Room con los drags que salen a la pasarela. Ese decalage nos fascina porque marca la ruptura entre dos estados que muchas veces nada tienen que ver y, de hecho, las historias personales de algunas de las concursantes solo se dejan caer en el programa como perlas contadísimas destinadas a contextualizar alguna de las dimensiones de su arte. Pero, si no, tampoco hace falta saber más de ellas. Así que, si se los permitimos a las participantes del concurso de RuPaul, ¿cómo no se lo vamos a permitir a Bushido?
El arte del samurái
“Llevaba un montón de noches en la noche, bailando porque venía del mundo gótico con un rollo club kid, pero nunca había creado un personaje. Y hace unos tres años y medio, casi cuatro, pensé “¿y si le pongo un nombre de una vez y me defino de una vez?”. Porque con Eric me siento identificado porque es mi nombre pero, si llevas al extremo el look, creo que lo mejor es un personaje, un alter ego para definirme mejor dentro de la noche”. Bueno, vale, Bushido prefiere mantener cierto misterio, pero es inevitable que vayamos desentrañando la madeja para descubrir que a la persona detrás de la drag se llama Eric, que siempre ha estado en el mundo de la noche y que viene de un rollo gótico que, si te lo paras a pensar, también tiene algo de drag, con esos looks imposibles y esas pinturas faciales.
Pero no nos salgamos del tema, porque Bushido no tiene tanto que ver con los góticos como con los samuráis… ¿O es que no lo habías intuido en su nombre artístico? “Mi nombre viene del arte de los samuráis, que es donde me empecé a introducir en el tema de aspectos súper estrafalarios. Escuchaba música japonesa, grupos con peluca, extensiones, lentillas… Maravilla ochentera gótica. Y a partir de ahí Bowie, Manson. Es como una bola, voy atrapando todo lo que pillo por el camino hasta RuPaul”. ¿Cómo puede ser que no hubiéramos pensado antes en los samuráis, otros aficionados a los looks imposibles y a la pintura facial, como referente drag?
Sea como sea, lo que está claro es que Bushido es un polvorín más allá de sus referencias: “Sale de la necesidad de matizar el rollo que llevo cuando aparezco de noche. Bushido está zumbada, como yo. Es muy camaleónica. Me gusta que la gente me diga “no te había reconocido”. Unos días puedo salir con la cara que parezco un lagarto y luego hacer portadas de moda. Me gusta ser muy cambiante”. Porque resulta que, sí, hay un cambio entre Eric y Bushido. Un momento en el que todo cambia: “Cuando me pongo las pestañas o la máscara de pestañas, labio y peluca. Es el antes o después. Sin esto último, podría salir de fiesta y decir “no voy montada”. Sin pestañas podría salir a tomar algo y no me sentiría montada. Mi forma de comunicarme no cambia mucho. Algo, porque la peluca te empodera, pero es solo una versión potenciada. Te permites ciertas licencias de atrevimiento que, sin ir montado, no harías”.
En pos de la inclusividad
El arte de los samuráis consistía en lucir divinos mientras protegían al pueblo llano, a los más desvalidos, a todos los que lo necesitaran. Y un poco de ese servicio a la comunidad también está en el corazón de Bushido. Al preguntarle cuál es su máxima expresión como drag, responde: “Ser host, hablar con la gente. Pero me gusta hacer bien cualquier cosa en cualquier ámbito. Si es una sesión de fotos, también la disfruto. Y si tengo que hacer show, también lo disfruto al máximo. No creo que tenga un punto fuerte: me gusta dominar cualquier punto en el que tenga que trabajar. Si pudiera elegir, elijo el elemento donde tenga más libertad, pero no por la función que vaya a desempeñar. Si me dan un dress code, también ayuda para ser versátil y aprender a sacarte partido y defender cualquier temática”.
Podemos gozar de Bushido como maestra de ceremonias (un poco samurái) en diferentes lugares: “En el Axel como hostess. También en PK2 y en Logia. Donde me llamen. Cada fin de semana trabajo en algún sitio”. Porque, al final de todo, el trabajo es el mejor método para alcanzar su objetivo. ¿Y cuál es exactamente el objetivo de Bushido? “Todo lo que sea relacionado con la noche, la fiesta, es donde más la gente puede llegar a conocerme. Me encanta socializar con la gente. También me encanta compartir mi forma de pensar en las redes y que la gente capte mi mensaje. Que, si están de fiesta, se lo pase fenomenal”.
Espera, espera. Rebobina. ¿Qué mensaje? “Mi mensaje es que estoy a favor de hacer todo lo más inclusivo posible: me encanta ver una mujer o una mujer trans hacer drag. Me encanta salir a una fiesa y poder encontrarme de todo. Que un sitio donde yo vaya todo el mundo pueda sentirse incluido”. Ya lo hemos dicho otras veces, pero es que las palabras de Bushido vienen a probar de nuevo que el arte del drag puede tener muchas caras, pero que la mayor parte de ellas están al servicio de ser agente de cambio hacia esa inclusividad. Hacia una apertura de mentes en la que, de repente, resulta que no necesitamos saber nada de la vida personal de la drag en cuestión porque es que, mira, es verdad, a veces es totalmente irrelevante. [FOTOS Y ENTREVISTA: Jon Gómez de la Peña] [DISEÑO GRÁFICO: Miguel Cano] [TEXTO: Raül De Tena] [Más información en el Instagram de Bushido y en el de Jon Gómez de la Peña]