¿Se aleja «Buena Suerte» de las preocupaciones habituales de la literatura de Nickolas Butler? Puede parecer que sí… Pero, al final, no. Para nada.
«Buena Suerte» está protagonizada por Bart, Teddy y Cole, tres amigos que tienen una empresa de construcción en Jackson (Wyoming), un pueblo montañoso que está empezando a verse plagado por nuevos ricos a la búsqueda de paisajes de ensueño en los que construir casoplones a la medida de sus nuevas riquezas. Son unos recién llegados al negocio de la construcción, pero eso no impide que les caiga en el regazo un proyecto jugoso que bien puede ser un caramelo envenenado: su contratadora, Gretchen, necesita que se acabe en tan solo unos meses. Si lo consiguen, les bonificará con unas primas millonarias.
Cualquiera que haya leído los anteriores libros de Nickolas Butler, seguro que cree poder intuir por dónde van a ir los tiros de su nueva novela. Básicamente, lo previsible será un retrato de tres hombres a través de los que el lector accederá a una cálida y vibrante disección de la masculinidad del siglo 21, esa que conserva la armadura de la masculinidad del siglo XX pero que ya no teme en explorar las grietas que están dejando a la vista la vulnerabilidad que hay debajo. La construcción contra reloj pondrá a prueba su amistad y, en consecuencia, Butler desplegará un análisis magistral (otro) de esas relaciones inter-masculinas que se permiten crecer a partir del amor y la lealtad, sin toxicidades que valgan la pena.
Dicho de otra forma: lo que cualquier lector de este lector esperará cuando se ponga delante de «Buenas Noches» es una suma de los retratos masculinos de «Canciones de Amor a Quemarropa» y «El Corazón de los Hombres» con el punto de thriller que ya puso en jaque la trama de «Algo en lo que Creer«. Spoiler alert: si hace esa presunción, el lector se estará equivocando. Y, de hecho, se estará equivocando garrafalmente.
Porque lo que prima en la nueva novela de Nickolas Butler es, precisamente, la atmósfera de thriller oscuro… Pero si en «Algo en lo que Creer» el thriller estaba puesto al servicio de algo intrínseca y profundamente butleriano, que era el desafío a la unidad familiar tradicional, en este caso puede pensarse que el autor se ha ido por peteneras al llevar «Buenas Noches» al terreno del (necesario) alegato anti-capitalista. Y es que, de repente, y por muy conmovedor que sean los protagonistas masculinos de este libro y por mucho que su amistad esté plasmada de forma sublime (como es habitual en Butler), Gretchen acaba siendo un elemento desestabilizador que lleva la trama hacia lugares insospechados.
La novela se abre con los protagonistas encontrando el propósito de su vida: «Por primera vez en su vida habían sentido que por fin contaban con aquello que sus padres habían tenido en la suya: un propósito. Construirían casas y apartamentos para turistas adinerados, en efecto, pero sobre todo construirían su propia empresa, un legado, algo que poder dejar en herencia cuando ya no fueran capaces de empuñar un martillo o trepar un empinado tejado a dos aguas«. Ya se sabe: el trabajo dignifica al hombre pero, desde hace ya unas décadas, cada vez lo dignifica menos.
Por mucho que trabaje, el proletario nunca alcanzará al rico porque la brecha el capitalismo se ha encargado de abrir la brecha entre ambas clases cada vez más y más. Y los protagonistas tienen claro que la industria del ladrillo es la expresión máxima de la diferencia de clases: «Así era como funcionaban las cosas, y como muy probablemente habían funcionado siempre, razonó. Aquí y ahora, aquellos hombres estaban atareados construyendo un palacio actual e «ilustrado» para alguien mucho más rico que ellos, hace miles de años la diferencia habría sido que entonces las manos se multiplicaban por cientos para construir la pirámide de algún hombre que se consideraba a sí mismo un dios. Siempre estaban los que ordenaban construir y los que construían, del mismo modo que siempre estaban los que se ponían manos a la obra y los que no«.
Entonces llega Gretchen, que podría considerarse un símbolo del capitalismo en sí mismo… pero con matices. Porque, de forma mucho más que sabia, Butler conserva el punto de vista de su manuscrito al nivel de los ojos de sus tres protagonistas masculinos, lo que implica que los motivos de Gretchen estén envueltos desde el principio en un halo de misterio. ¿Por qué tiene tantas prisas con el proyecto? ¿De dónde nace el desdén que parece sentir por un dinero que no parece agotarse? ¿Por qué parece tener su vida planificada con un deadline tan severo como el de la construcción de su casa?
El misterio se va aclarando poco a poco… Y Gretchen se va revelando como un personaje mucho más complejo de lo que parecía al principio. Pero el choque entre ella y sus tres asalariados los introduce a todos en una espiral de tensión creciente en la que, obviamente, no solo la amistad de los amigos se malogrará hasta niveles indecibles, sino que incluso su propia cualidad como «hombres buenos» quedará en entredicho. ¿Es el precio a pagar para acceder a esa nueva riqueza que Gretchen les ha puesto delante de las narices como quien espolea a un caballo con una zanahoria inalcanzable? ¿Para hacerse rico, el hombre pobre debe dejar de ser bueno? ¿Es el hombre rico (o, en este caso, la mujer rica) alguien demasiado acostumbrado a imponer sus necesidades a la dignidad humana ajena?
Al final de todo, y por mucho que este nuevo interés alrededor de los estragos del capitalismo pueda parecer inédito y sorprendente en Nickolas Butler, «Buena Suerte» se circunscribe perfectamente en el universo del autor. Aunque son llevados al límite y acaban tomando decisiones desastrosas que mellan su cualidad moral, los protagonistas masculinos acaban encontrando la paz y recuperando su honradez por la vía de la expiación (y hasta aquí puedo leer). Y, por mucho que la actitud de Gretchen parezca justificarse hasta cierto punto, el final de su arco argumental solo puede leerse bajo una alargada sombra de nihilismo existencial. Moral de obrero wins, capitalismo desalmado loses.
Porque eso es lo que Butler ya había hecho en sus tres libros anteriores: hablar de qué puede hacer un hombre para seguir siendo bueno en el siglo 21, ya sea a través de la amistad, el amor o la familia. Y, a ese respecto, «Buena Suerte» lo cambia todo para no cambiar nada. De hecho, ¿no deberíamos agradecer que el autor no entregue el mismo libro una y otra vez (como hacen otros) sino que prefiera cambiar la forma para seguir explorando un fondo que sigue hundiéndose y perforando cada vez con mayor profundidad?
Si alguien me pide que responda a esta pregunta, solo podré decir que creo sinceramente que esto, lo que hace Nickolas Butler, es lo que distingue a los autores del montón de los que van al frente del pelotón. [Más información en la web de Libros del Asteroide y en el Instagram de Nickolas Butler]