Anna O’Flynn ha renovado la carta de este icónico bar situado en el Born barcelonés en el que pueden degustarse los pasteles de la Bubó, pero también una sorprendente carta de tapas y platillos.
Hay ciertas cosas que, si no las has hecho, no puedes considerarte barcelonés de pura cepa. Y no me refiero a visitar la Sagrada Familia o bañarte en la Barceloneta, ni mucho menos. Me refiero más bien a todas esas cosas de la Barcelona secreta (o a veces no tan secreta) que nos ayudan a marcar con tiza blanca la zona limítrofe del «us vs. them«: nosotros los de aquí contra los turistas de paso. Una especie de acción disidente que nos ayuda a reclamar espacios, lugares y actividades como nuestros y solo nuestros… Y está claro que hay cierto circuito gastronómico que, aunque permitimos que también conozcan «ellos», son nuestros y solo nuestros.
Dentro de ese circuito gastronómico, la pastelería Bubó ocupa un lugar mucho más que privilegiado. Porque puede que los turistas pasen, alucinen con los pasteles de su escaparate, entren a ver qué tal y salgan con un par de quilos de más. Pero, más allá de eso, si nunca has celebrado uno de tus cumpleaños soplando las velas sobre un pastel de Bubó, eso debe significar que no eres barcelonés real. Lo siento. Y si pienso todo esto aquí y ahora es porque resulta que la familia Bubó no solo tiene la pastelería, sino que también posee un pequeño localito de tapas justo al lado que, además, estos días acaba de renovar su carta.
Esto implica que no puede usarse en este caso aquello de que «se ha renovado por dentro y por fuera»… Pero es que por fuera tampoco es que le hiciera demasiada falta renovarse. Al fin y al cabo, estamos hablando de un pequeño y entrañable espacio en uno de los emplazamientos más privilegiados de la Ciudad Condal: justo delante de Santa María del Mar. Bubó Bar es pequeñito y no tiene demasiadas mesas, algo que suple perfectamente con una decoración de vivos colores y una iluminación tenue en su justa medida. Todos los elementos juegan a su favor y ayudan a crear un clima familiar e íntimo que lo aleja totalmente de la sensación de parque temático que impera en el barrio del Born.
Un lugar al que apetece ir y al que, ahora que ha renovado su carta, también apetecerá volver. Y es que marcando las coordenadas gastronómicas de la nueva cocina está Anna O’Flynn, que aquí en Barcelona ya brilló con su propuesta de comida healthy para llevar (y algo más) en Les Tres a la Cuina y que, después de traspasar el local, se embarcó en un viaje alrededor del mundo que le llevó a aprender en cocinas de muy variadas gastronomías (incluida la del Fäviken de Magnus Nilsson). Su idea no es solo renovar la carta de Bubó Bar, sino convertirla en un listado de tapas y platillos que cambien y se adapten siguiendo los productos de temporada.
Una buena muestra de lo dicho es, por ejemplo, su decisión de celebrar la llegada del otoño substituyendo las habituales patatas bravas por los mucho más estacionales boniatos bravos. Una preparación que sintetiza el espíritu del nuevo Bubó Bar, donde el producto es la prioridad absoluta, tal y como demuestran platos como el steak tartar de ternera de Km 0, la tostada de caballa ahumada, las vieiras en salsa Teriyaki o el que ya es uno de mis preferidos: el pulpo con mojo picón, una estimulante vía de escape al ya trilladísimo pulpo sobre parmentier de patata que, además, también es una estimulante variación del feira gracias a ese sorprendente uso del mojo picón. Todo ello aderezado con otra de las constantes de la cocina de O’Flynn: esa gastronomía healthy que aquí hace acto de presencia en preparaciones como el trío de patés de verduras, la ensalada de espelta con pimiento de Piquillo, o la berenjena con queso feta, tahini y piñones.
La renovación de Anna O’Flynn, además, marida a la perfección con la otra gran novedad de Bubó Bar: la carta de cócteles que ha preparado para la ocasión el bartender Miguel Angel Palau (que, por cierto, viene de trabajar en grandes de la coctelería como el 41 Grados o el Ocaña). Sus preparaciones casan a las mil maravillas con todo lo que salga de la cocina, aunque también puedes reservar algunos de sus cócteles para darte un homenaje en forma de grand finale en el que la bebida sea el acompañamiento ideal para la selección de pasteles directamente salidos del obrador de la Bubó.
Todo lo dicho conduce entonces hacia una idea clarísima: Bubó Bar ya no es solo un lugar al que ir a degustar lo mejorcito del Templo de los Pasteles… Ahora es, por derecho propio, un verdadero Templo del Buen Comer. Ahora, de hecho, visitar el Bubó Bar de vez en cuando va a ser una de esas cosas que, si no las has hecho, no podrás considerarte barcelonés de pura cepa. [Más información en el Instagram de Bubó Bar]