Britney Spears dice que «Britney Jean» (RCA, 2013) es su disco más personal… Y, de entrada, semejante declaración de intenciones nos deja mirando pa Cuenca por eso de que, oye, cuando The Cure hacen un disco personal, le llaman The Cure y se quedan rollo «ancha es Castilla». Pero como a Britney siempre le ha sobrado anchura (y con esto no quiero decir que a Robert Smith le falte esta cualidad), ella a su disco personal le titula con una elocuente referencia a Michael Jackson. De hecho, esto lo decimos muy en serio: la referencia es tan elocuente que dudamos de si es suya o de esa amiga que tenemos todos y que se inventa juegos de palabras tipo «parece menterio» o, ya que viene al caso, «ancha es pastilla«. Y ya que estamos hablando de pastillas y piyuleo, pues resulta que de eso hay mucho en el disco más personal de Britney. Pero no avancemos acontecimientos porque, como la ocasión la ocasión la pintan calva (venga, ya basta con los refranes), el «Britney Jean» lo hemos querido llevar a juicio canción a canción.
ALIEN. La escuchamos una vez, nos pareció superboring y más teniendo en cuenta que sabíamos que después viene el superjit «Work Bitch» para el que no podemos esperar. Así que la pasamos siempre. Ni recordamos cómo suena y nos da igual. Además, ¿a quién narices se le ocurre abrir un disco de perreo con una balada? ¿Dónde tenías la cabeza, Britney Jean? ¿Dentro de una lata de Red Bull?
WORK BITCH. A esto en mi casa se le llama grower: la primera vez que lo escuché pensé que la única explicación para esto era que a Britney se le habían quedado cuatro pastillotes de Xanax obstruyéndole el riego sanguíneo y provocándole espasmos que muchos quisieron confundir con pasos de baile para una nueva generación de muñecas hinchables (ese es el nivel del baile de la Spears últimamente, para qué nos vamos a engañar). Pero, oye, poco a poco la cosa ha ido adquiriendo sentido: desde que Kelis se pusiera garrula en su «Flesh Tone» (Interscope, 2010), cada nuevo intento de las divas / perras mayores del reino de acercarse al poligonerismo han chocado frontalmente contra la máxima «Kelis tenía máquinas de humo, bitches«. «Work Bitch«, sin embargo, por fin supera el legado de Kelis. Y no sólo lo supera: se pone un arnés sadomasoquista con un pollote de plástico negrísimo y brillante y se dedica a ensanchar las paredes anales de la diva afro a base de garrulismo bigger than life y una de esas letras que no sabes si resumen perfectamente el zeitgeist de la mamarrachería de nuevo siglo o son fruto de alguien con parálisis cerebral. En la ambigüedad está la genialidad.
PERFUME. ¿La mejor balada de la Spears desde «Everytime»? Todo depende de cómo se mire… Si tenemos en cuenta que más que probablemente todas las baladas que ha hecho Britney desde entonces han sido una puta mierda, pues entonces tampoco hay que echarse las manos a la cabeza: el listón baladero de esta mujer estaba más bajo que David El Gnomo y sus colegas jugando al calipso. Pero si consideramos que el nivel general de las baladas compuestas por / para divas es alarmantemente bajo, entonces tocará celebrar «Perfume» como lo que es: una rara avis que consigue rozar la ñoñería sin resultar bochornosa y que, ¡sorpresa!, incluso invita a ser escuchada en más de una ocasión sin desear continuamente que el botón de «pasar canción» pudiera ser accionado mentalmente para saltarla lo más rápidamente posible. Todo lo contrario.
IT SHOULD BE EASY (feat will.i.am). Aquí podría coger el texto de «Work Bitch«, copiar y pegar. Pero, venga, voy a intentar currarme algo diferente. La cuestión es que, la primera vez que escuché «It Should Be Easy» (bueno, no la primera vez que la escuché, pero sí la primera vez que le presté atención de verdad), fue en el gimnasio. Estaba haciendo steps y supongo que justo antes escucharía algún temazo tipo «Vocal» de Pet Shop Boys o «Y.A.L.A.» de M.I.A., lo que significa que el las expectativas estaban altas, pero en cuanto saltó esta canción se convirtió en una de mis preferidas ever para quemar kilocalorías, que se escribe con k de anarkia y musikón por algo. ¿Lo que me vuelve loco de este tema? A ver, que empieza como si nada, pero entonces tiene un subidón a lo Calvin Harris que te deja todo loquer y ya no abandona el chunda-chunda hasta el final. Tremendo. ¿Lo único malo? Que si he mencionado a Calvin Harris es por algo, y su tandem junto a Rihanna podría hacerle sombra en algún momento a este temazo. ¿Lo más malo todavía? Que will.i.am existe sobre la faz de la Tierra y que aquí canta «la di dí, la di dá» y se queda tan pichi.
TIK TIK BOOM (feat TI). Empieza con un buzz 8 bits que evoca el espejismo (inverosímil, que estamos hablando de Britney) de Crystal Castles, sigue como si de una Katy Perry más «Fireworks» que «Roar» se tratara y al final se puede ver por ahí el worst haircut ever de Skrillex asomando en el estribillo (¿o es el worst haircut ever de Ellie Goulding imitando a Skrillex?)… Y, aunque al final no está a la altura de «Work Bitch«, «It Should Be Easy» o «Til’ It’s Gone«, hay que reconocer que esta recuperación del rollito que le imprimió Rusko a «Femme Fatale» (Jive, 2011) acaba convirtiendo «Tik Tik Boom» en otro de los winners del disco: el wonky reinventado por el hilo musical de Bershka le gana la partida al jodido EDM. Y todos tan contentos.
BODY ACHE. Bajos gordos y Britney queriendo ser M.I.A. Pero, en lugar de ir hasta las cejas de éxtasis, lo hace con una buena dosis de Orfidal mezclada con Burn sabor moka. Y como, aunque no lo parezca, a Britney Jean aún le queda algo de sentido del ridículo, no tira por el rollo étnico, sino que le aplica un buen chorro de EDM que estaba de rebajas en la discográfica.
TIL´IT´S GONE. Britney lleva años, lustros y ya casi decenios queriendo dejar de ser la Princesa del Pop para ser la Emperatriz del Extrarradio. Pues lo ha conseguido con esta canción tan Guetta style que sólo le falta una máquina de humo para ser perfecta.
PASSENGER. A nuestra Britney siempre le ha molado mucho eso de meter medios tiempitos así en plan rollo hit superpop de los 90 que no molestan y que en sus discos tienen la misma función que el papel de periódico de los bolsos de la Misako: relleno puro y duro.
CHILLIN´WITH YOU (feat Jamie Lynn). En cierto momento de su carrera, Björk decidió que era tan genia que podía permitirse crear el concepto de «hiperbalada»: lo hizo juntando la tristeza infinita de este tipo de canciones con un tempo bailable puramente electrónico. En otro momento temporal muy diferente, muchos años después y a muchas muchas galaxias de distancia, Britney Jean decidió que también era una puta genia y que ella también puede hacer una «hiperbalada» por mucho que a ella el nombre de Björk le suene a mesa supletoria comprada en el IKEA. Su apuesta, sin embargo, es diferente: ella pilla el cuerpo de una balada y, cuando llega el estribillo, le mete ahí un rollito de post-grime que da miedo. Yo todavía no sé si esto es una mierda o una genialidad. Pero, oye, después de todas las canciones que vienen antes de «Chillin’ with You«, ahora incluso me podrías meter una canción de la última bazofia de Lady Gaga y me la tragaría sin rechistar.
DON´T CRY. Y acabamos «el disco más personal de Britney Spears«, como no podía ser de otra manera, con una balada. Porque los artistas, cuando quieren comunicarse con el mundo para transmitir sus sentimientos, sólo pueden hacerlos con baladas. Pero esta no es una balada normal con su piano y sus cosas, no, esta balada tiene UN SILBIDITO a lo banda sonora de un spaghetti western que no pinta nada, pero nada de nada, porque la canción es pura moñería con drops, pero mira. Britney Jean ahí, innovando como siempre y amenazando con que este puede ser «the last goodbye«. No mujer, con lo bien que te ha quedado, aún no nos dejes.
VEREDICTO. «Work Bitch» llegó siendo un drama y ha acabado siendo un grower de esos que no los para ni un camión de la Pegaso. Y de «Britney Jean» la verdad es que esperábamos tan poco que, al final, visto en perspectiva, resulta bastante fetén. Así de entrada tiene tres jitazos discotequeros de esos que te pones en repeat en el gimnasio («Work Bitch«, «It Should Be Easy» y «Til Its Gone«), una balada bastante grower también («Perfume«, que acaba siendo una torch song de manual, bien ejecutada y tal) y un relleno más que aceptable que, por suerte, no se hace nada largo ni pesado. En total diez canciones que pasan como un suspiro sin más pretensiones que las de ser un producto que puedas escuchar mientras pasas la aspiradora o practicas el running. Eso sí, con eso de que es «tu disco más personal», ahí te has pasado, querida Brit. A no ser que lo más personal que quepa en tu interín a estas alturas sean las luces de los autos de choque, que entonces ni tan mal.
[Raül De Tena + Estela Cebrián]