Dicen que el rock ‘n’ roll ha muerto. Se repitió tantas veces esa sentencia que, hoy por hoy, suena a broma… Lo que ocurrió las últimas tres décadas fue que el rock se metamorfoseó (a veces a la manera kafkiana) y mutó hasta tal punto que sus contornos se difuminaron y sus componentes básicos se mezclaron con otros elementos aparentemente antagónicos. Vamos, lo que vendría a llamarse (r)evolución, obligatoria o por inercia. Con todo, muchos se negaron a meterse en ese proceso de centrifugado (los más tradicionalistas) o, directamente, siguieron su propio camino. En el segundo conjunto de rebeldes nos toparíamos con British Sea Power (BSP), posiblemente, lo más conocido de Brighton junto a sus compañeros de gremio The Kooks, Norman Cook y el muelle decimonónico que protagoniza las postales turísticas de la ciudad.
Resulta curioso que nombremos a esta banda como estandarte de independencia (en todos los sentidos) dentro del rock alternativo británico, cuando realmente su sonido es fruto de una amalgama de múltiples influencias. ¿Es eso posible? Sí, tratándose de Yan, Noble, Hamilton y Wood (más las últimas incorporaciones: Sumner y Fry). Sólo ellos podían empaquetar en un solo disco (su debut, “The Decline Of British Sea Power”; Rough Trade, 2003) los ecos de David Bowie enmarañados en un post-punk enérgico potenciado por un power pop rocoso y, años después, pasarse al pelotón de Arcade Fire sin que se les cayesen los anillos preguntándose (con mucha ironía) si te gustaba la música rock (“Do You Like Rock Music?”; Rough Trade, 2008). Por si eso no fuese suficiente, su siguiente paso consistió en elaborar la banda sonora de uno de los documentales de ficción más emblemáticos del pionero del género: “Man Of Aran” (1934), de Robert J. Flaherty. Así, BSP se alejaban de su conocida hormigonera guitarrera para acercarse a los postulados de la música atmosférica y demostrar, por un lado, su valentía a la hora de encarar un proyecto tan especial y, por otro, descorchar su amplia paleta creativa. Ese impasse en su discografía añadió cierta confusión con respecto a qué envoltorio cubriría su nueva referencia: ¿la tensión de sus comienzos? ¿La épica de tres años atrás? ¿La amargura existencial de su álbum intermedio “Open Season” (Rough Trade, 2005)? ¿O la experimentación del score de “Man Of Aran” (Rough Trade, 2009)? Pues… un poco de todo ello y nada. De hecho, el avance de este “Valhalla Dancehall” (Rough Trade / PopStock!, 2011), el EP “Zeus” (Rough Trade, 2010), podía haber anticipado el rumbo que tomarían los BSP actuales, pero en el largo sólo se encuentran mínimos rastros de él, sobre todo en el aspecto formal, ya que sólo repite uno de sus cortes (la canción-río “Cleaning Out The Rooms”) e incluso se atreven a dejar fuera el monumental tema titular, “Zeus”.
Los de Brighton no abandonan su (valerosa) actitud y vuelven a pasar de todo y de todos en este disco que recurre a la mitología nórdica para encabezar su portada: Valhalla, situado en el palacio de Odín, es el destino final de los guerreros que cayeron en combate. Aunque esa metáfora legendaria no es más que una excusa para que Yan brame (en parte) contra las calamidades y las incongruencias de la sociedad actual y sus compinches tengan la oportunidad de seguir practicando su rock de chuletón: de nervio definido, repleto de proteínas, apetitoso y de pesada pero a la vez placentera digestión. Ese chorreo cárnico-sónico de lírica urgente y directa se aprecia en la primera mitad del disco, que arranca con una furiosa “Who’s In Control”, se incrusta sin piedad en la cabeza a base de tormentas melódicas bien dirigidas al cerebro (“We Are Sound”, “Stunde Null”) y acaba salpicando sus últimas gotas de rabia con “Mongk II”, cuyo dulce ritmo motorik transcurre en un limbo suspendido entre espacios terrenales y cósmicos. Precisamente, una vez descendidos al mundo real, BSP relajan paulatinamente su discurso (ralentización sólo rota por “Observe The Skies” y “Thin Black Sail”) y se adentran en parajes de armonías regadas por ambrosía envenenada, las mismas que conectan entre sí “Luna”, el single “Living So Easy” y la final (y ensoñadora) “Heavy Water”. Entre ese trío se despliega una opus de once minutos, pausada y de arquitectura brumosa (“Once More Now”), que invita a meditar o a, simplemente, divagar, según convenga.
Estas son las diferentes caras de British Sea Power condensadas en “Valhalla Dancehall”, un LP que no tiene nada que ver con sus anteriores trabajos pero que se relaciona de algún modo con cada uno de ellos. De ahí que a los que no aún no les entró por el ojo (y por el oído) el combo de Brighton anden dando vueltas en busca de la etiqueta perfecta que los sitúe y oriente. Un ejemplo: los blogueros de a pie se empeñan ahora en comparar a Yan y compañía con Kings Of Leon (aparte de David Bowie, por supuesto) por sus similitudes vocales y la forma de exprimir las guitarras… Pierden el tiempo.