Nuestros padres nos enseñaron que a un eclipse no hay que mirarlo directamente… Pero ¿cómo no mirar directamente el «Eclipse» de Brain & Beast aunque nos quedemos ciegas (de placer)?
Me pongo a pensar y llego a la conclusión de que, ante un desfile como este «Eclipse» de Brain & Beast, existen fundamentalmente tres posibles reacciones… La primera de ellas es la de aquellos desmemoriados que fueron al 080 Barcelona Fashion a disfrutar la fiesta que siempre se monta en todos los desfiles de la firma de Ángel Vilda. Que, oye, no hay nada malo en ello. Y, a ese respecto, los que fueron a por fiesta y sarao social, lo tuvieron: un desfile mucho más largo de lo acostumbrado que, a la vez, fue un festín para los ojos a un nivel de intensidad nunca visto en la marca.
¿Te ha sorprendido el uso del «desmemoriados» al describir la primera reacción posible? Entonces permíteme que te explique cuáles son la segunda y la tercera reacciones posibles ante el «Eclipse» que tuvo lugar ayer sobre la pasarela barcelonesa. A poco que alguien haya seguido la carrera de Brain & Beast, no resultaba nada difícil reconocer algunas prendas de anteriores colecciones que se iban infiltrando entre las nuevas… Una tendencia que explotó en la traca final de la segunda tanda de looks, ya que el desfile se dividió en dos partes separadas por un interludio a modo de respiro. En esta segunda parte, el goteo de referencias a colecciones pasadas se convirtió en un revival absoluto. Se mezclaron piezas que inicialmente habían estado separadas en el tiempo de la cronología interna de Brain & Beast pero que, ensambladas en estos nuevos estilismos integradores, revelaban nuevas posibilidades.
Esta recuperación de la memoria, imagino yo, podía desembocar en las ya mencionadas dos posibles reacciones… Por un lado, habrá quien flipase bastante y se preguntase qué carajo estaba ocurriendo sobre la pasarela: ¿a qué venía esta poco habitual recuperación de prendas de pasadas colecciones? Pero también habrá quien llegase al desfile de Brain & Beast con los deberes hechos, lo que implicaba saber que la colección se titula «Eclipse» precisamente porque remite al concepto freudiano del «recuerdo encubridor»: una memoria falsa que el cerebro usa como herramienta para ocultar memorias verdaderas que pueden resultar perturbadoras para la psique debido a su intensidad. Un verdadero eclipse de la memoria que nos podría hacer pensar que se han perdido los recuerdos, cuando realmente están ahí, agazapados, esperando a ser refrescados.
Darle coyuntura a una colección usando un concepto extraído del campo de la psicología es, a la vez, otra juego de capas en la memoria interna del propio Vilda, que ya fascinó a propios y a extraños recurriendo al fenómeno transicional de Donald Winnicott hace algunas colecciones. En aquella ocasión, el «fenómeno transicional» servía de puente entre el decálogo de colecciones del que salía Brain & Beast y la trilogía que acaba de cerrar con este «Eclipse«. Y, en esta ocasión, el «recuerdo encubridor» vuelve a ser un juego de conceptos que no solo da sentido a este remembering, sino que además lo aleja de cualquier tipo de autocomplacencia. La firma vuelve a cerrar una etapa, la de la trilogía, y lo hace con una especie de maelstrom que lo desordena todo precisamente para volver a ordenarlo habiendo sacado hacia la superficie nuevas capas de sentido.
El propio desfile volvió a funcionar, como suele ser ya normal en Brain & Beast, como una especie de cuento con una fascinante narratividad interna. La primera mitad podría entenderse como la nueva colección en sí, aunque también resulta interesante pensarla como un rework de las filias y las fobias, de las obsesiones y las constantes de Vilda… Muchas de ellas llevadas al extremo. Su voluntad de sacar al patronaje del sota, caballo, rey de las siluetas tradicionales llega a un sanísimo extremismo en el que resulta francamente inspirador el hecho de que a los periodistas nos falten los términos para referirnos a las prendas. Ya no se puede hablar de vestidos o suéteres o camisetas: estas son formas avanzadas que tienen sentido en sí mismas y en el propio imaginario de Brain & Beast.
Los tejidos se trenzan y destrenzan sin seguir los cánones que mandan que, por ejemplo, un pantalón no pueda ser a la vez denim y extravaganza. Las formas y los volúmenes vuelan hacia mundos de fantasía mientras los géneros, definitivamente, son cosa de un pasado ancestral y bien lejano. Y, si más adelante Vilda juega a la recuperación de diseños históricos, en este primer tramo el espíritu de esas y otras prendas icónicas aparecen como piezas de diferentes puzzles que, para sorpresa de nadie, encajan a la perfección.
Por último, cerrando el segundo tramo de este «Eclipse«, el propio Vilda recorre la pasarela en calzoncillos y con la piel simulando la quemazón de un turista. Puro «moreno paleta». Y, de nuevo, su elección no resulta casual: es irreverente y desafiante, sexy e irónico, cachondo y provocador. También es alguien que se ha quemado por sobrexposición al sol, el mismo sol que ciega cuando miras a un eclipse… Esa ceguera momentánea ante un espectáculo deslumbrante que, al recuperarse los ojos, te deja un poso de melancolía. Pero sobre todo te deja muchas ganas de seguir hacia adelante. Ahora, ya, a pleno sol. [Más información en la web de Brain & Beast]