Blacanova han anunciado que se despiden (¿por ahora?) con su disco «La Cabeza»… Un título bien curioso si consideramos que es todito alma y corazón.
Una de las cualidades que ha caracterizado a Blacanova a lo largo de su trayectoria ha sido la facultad de trasladar a sus oyentes toda clase de preguntas con cada uno de sus discos. Especialmente tras su segundo trabajo, “¿Cómo ve el Mundo un Caballo?” (El Genio Equivocado, 2012), cuyo título presentaba un interrogante de gran poder visual que empujaba a hallar la contestación a través de un camino sonoro en el que se fundían lo onírico y lo siniestro.
El posterior “Regiones Devastadas” (El Genio Equivocado, 2015) planteaba más cuestiones: si la vida nos introduce en las tinieblas personales, ¿resulta fácil abandonarlas? ¿Hay posibilidad de reconstrucción tras pasar por un apocalipsis afectivo? El grupo sevillano certificaba con ese álbum su capacidad para remover los pensamientos de todo aquel que se sumergiera en unas canciones que se balanceaban entre el dream-pop, el slowcore, el shoegaze, el post-punk y el new wave ejecutados desde una óptica muy particular, rodeada de sombras, psicodelia y surrealismo.
Blacanova se erigían así en una banda única en su especie, siempre dispuesta a introducirse en escenarios tenebrosos para regresar de ellos y relatar la travesía mediante pasajes sonoros subyugantes y desarmantes letras crípticas en un proceso de experimentación con la eterna dicotomía entre luz y oscuridad. Un contraste que se acentuó en el mencionado “Regiones Devastadas”, que dejó tras de sí otra pregunta clave: ¿se pueden encontrar espacios luminosos en medio de la negrura más profunda? Daba la sensación de que Blacanova se habían propuesto rebajar la intensidad de su discurso estilístico y suavizar el desasosiego de su lírica sin perder, eso sí, su belleza poética.
“La Cabeza” (El Genio Equivocado, 2018) consuma esa transformación al presentar a los Blacanova que se acercan al shoegaze de una manera más directa y rotunda para extraer de él todo su jugo sensitivo. Algo que resulta muy curioso, ya que el título del LP -los títulos en la discografía de los sevillanos siempre han sido importantes- apela a la parte del cuerpo humano a la que dirigieron con más ahínco sus canciones en el pasado. Esta vez, sin embargo, ponen su punto mira en el alma y el corazón, a los que llegan mediante un conjunto de composiciones que se apoyan en los sintetizadores -con mayor protagonismo que antaño- y en la para ellos novedosa combinación de percusión electrónica y batería.
A partir de ese esquema, Blacanova alcanzan definitivamente espacios abiertos y radiantes, en los que las voces de Armando Jiménez e Inés Olalla flotan en total armonía (“El Arte de Amar”) y el grupo recorre sus vericuetos ensoñadores siguiendo la vía más melódica del shoegaze (“Una Mujer Venezolana” -¿se escucha de fondo el “Heroes” de David Bowie?-, “Zoe” -muy Ride– y “El Abismo” -deudora de los requiebros rítmicos de My Bloody Valentine-) y la senda del pop evocador (la espectral y evanescente “Esa Sensación” podría ser la particular “Just Like Honey” de los sevillanos, con los ojos puestos en The Cure; “El Ángel Exterminador”, de título buñueliano, roza el fondo y la forma de Cocteau Twins).
Después, cuando Blacanova empiezan a tomar el camino de vuelta de la gran nebulosa que es la primera parte de “La Cabeza” para alcanzar el final del álbum y dejar que el receptor asimile los estímulos recibidos, convierten su último tramo en una especie de salto atrás en el tiempo, hacia su época post-rock y slowcore. Como si quisieran traspasar una gargantúa interestelar y explorar qué hay más allá hasta verse a sí mismos en el pasado para contarnos en el futuro la experiencia una vez acaben el parón indefinido que han decidido activar a partir de este -quizá último- disco. Si ese retorno se hace realidad algún día, será el momento de continuar buscando respuestas a las preguntas que produce la música de Blacanova. [Más información en el Facebook de Blacanova // Escucha «La Cabeza» en Apple Music y en Spotify]