Belén Chanes y Luis G. Morais, Luis y Belén. Tanto monta, monta tanto. Vaya par de personajes los que tenemos aquí… Para los que viven en esa España superflua, fofa, trasnochada, de tocomocho y repleta de expertos en verdurología, belenestébanes y otras chonis (¿el demonio de Pérez Reverte acaba de invadir mi cuerpo o qué?), que sepan que son los fundadores de L-Kan, grupo agitador por excelencia de lo que se da (o dio, no se sabe si ya se acabó) en llamar electrospain, versión española de la eclosión electroclash en los albores del siglo XXI. Una pasarela por la que desfilaron tontipops, gaylors, tortillers, viciosos y viciosas, castos y castas, gente aburrida de estar salida, modelos de Inditex y cualquiera que por allí pasase. Por cierto, si alguien se da por aludido y le molestan los términos usados que no se ofenda, por favor; los digo con cariño, superenserio.
Al grano. Estos madrileños encabezaron, sin querer, una especie de movimiento-antimovimiento que seguía la estela más ochentera del pop nacional en todas sus vertientes. Otros miembros más o menos conocidos de esa nueva ola de la nueva ola patria eran Chico Y Chica, Ciëlo, Alma X, Superputa, La Monja Enana… y otros nombres igual de repensados. Sin embargo, era más que probable que esa corriente no durase más que lo que lleva beberse un cubata en una discoteca ibicenca en pleno verano. Por eso L-Kan fueron los más listos de la clase y anunciaron en uno de sus discos que ellos eran otra cosa, que podía haber vida más allá de la broma pasajera.
Así que Belén y Luis, Luis y Belén, se quitaron de encima estigmas y tópicos (qué curioso que todos esos conjuntos que huían de ellos los acabasen creando, suele pasar…) para demostrar que sobre todo eran dos músicos, simplemente. El primer paso de ese cambio parece que se refleja en la propia portada de “La Mejor Enfermedad” (Elefant, 2010), su debut como Bla: una bucólica estampa de pareja amish poseída por el enigma del matrimonio Arnolfini, alejada de los colores chillones y del estilo a lo Martirio de antaño. El segundo tiene que ver con lo estrictamente musical, ya que extienden su campo de acción a otras décadas diferentes de los ochenta y se libran de la tiranía de la caja de ritmos ampliando su paleta instrumental (¿qué me dicen de la sesentera “La Mejor Enfermedad”?). Lo que sí que conservan son las letras sencillas (a veces surrealistas), de rimas fáciles bajo títulos llamativos. En eso consiste el pop, ¿verdad?
Quizá sea por la voz de Belén que algunos pasajes recuerdan poderosamente a Aerolíneas Federales. Sin ir más lejos, la inicial “Tú Fíjate”, que también toma de los vigueses el ritmo vivaz y el estribillo adhesivo. O “Yo Soy Como Portugal”. Atención a su letra: “todos me descubren tarde y mal, un país sin visitar hacia el final”. Si algún amiguete del país vecino la escucha, mejor que no eche pestes por esa cruel realidad ni por la forma en que Belén pronuncia el portugués. Si al fin y al cabo, y obviando la metáfora personal, puede hacer que más de uno acabe yendo de excursión a Portugal, y no sólo para comprar toallas… La ironía, que nunca falte. También “Los Ex-novios” se podría meter en el cajón aerolíneo, más que nada por su mensaje: espero que a ninguna ex mía se le pase por la cabeza lo que dice Belén, no quiero sentirme como una camiseta apolillada tirada en un desván (es que además alguna vestía fatal, así que no tendría derecho a hacer esa comparación). Relajémonos, que Bla no tienen la culpa de nada.
Adelante, más chicas. Otra que me viene a la cabeza es Linda Mirada y su pequeño hit “San Valentín”, que habla de cruce de miradas en barras de bar y encuentros amorosos en pistas de baile. La continuación natural de esa secuencia podría ser “Te Espío Y Te Archivo”, que además introduce unos aires hawaianos (palabras textuales del dúo) que impregnan otros cortes del disco (“Cómo Seremos”, “La Lluvia, El Viento, Los Contratiempos”, “Mira Lo Que Se Oye Cuando Estamos Callados” y “El Señor De Ese Bar”). Esa frescura formal no impide que Bla se atrevan a tratar cuestiones un poco más profundas relacionadas con el día a día de cualquier individuo para que se les tome, por fin, en serio (no como ocurría con L-Kan).
Y yo me creo lo que cuentan. Porque aunque se llamen Bla no se pierden en parrafadas sin sentido que persiguen la risa automática. Tampoco es que se hayan convertido en unos filósofos de la vida, pues siguen teniendo ese rollo freak que nunca perderán y tan bien les identifica. Tú, que estás cansado/a de escuchar a La Bien Querida en anuncios televisivos o de ver como los insultos que sueltan Los Punsetes son lo más cool del planeta, dale una oportunidad a Bla. Belén y Luis, Luis y Belén, te lo agradecerán.