Por si alguien ha estado escondido debajo de una piedra en los últimos meses todo acojonado por la profecía maya, vamos a hacer un resumen de lo que ha acontecido durante el último año en el mundo raruno de Björk. Primero de todo, la tipa lanzó un nuevo disco, «Biophilia» (One Little Indian, 2011), que venía a ser la culminación del rollo cosmológico-místico que siempre ha llevado. Segundo, resultó que no era un álbum al uso, sino que la artista montó un chocho tremendo que, más allá de la colección de canciones, convertía a «Biophilia» en una experiencia multimedia y casi psicotrópcia: app para iPhone, documentales y una puesta en escena a medio camino entre la performance y la clase universitaria de biología avanzada. Y tercero, Björk fue una de las confirmaciones-bomba del cartel del próximo Primavera Sound 2012… Pero, significa eso que sólo se podrá ver a la islandesa en el marco de un festival. Por suerte, no. De hecho, ahora resulta que el próximo 22 de junio podremos disfrutar de las excelencias de «Biophilia» en un entorno tan incomparable como esa Cidade da Cultura de Santiago diseñada por Peter Eisenman para albergar todas las propuestas que necesiten un espacio idóneo para llevar la cultura un paso más allá. Y te puede molar o no Björk, pero está claro que esta tipa no lleva la cultura un paso más allá: la lleva hasta Júpiter.