Dos y dos no siempre suman cuatro… Resulta un poco cansino que el mundo de la música se conforme continuamente con la reproducción de los formatos en boga. ¿Que ahora es el momento de folkies con barba? Que nadie se preocupe, que montamos una fábrica que pueda producir cantidades masivas. ¿Que ahora es el momento de meter en la probeta a un chico que toque los teclados y a una chica vestida de diseño? Pues venga, que se ponga en marcha la producción en cadena de los AlunaGeorge en serie. Por suerte, siempre hay quien se empeña en hacernos creer que dos y dos a veces suman cinco.
Es el caso de BeatLove, el dúo formado por Myriam Fernández y Benjamín Rodríguez que desde sus inicios es la prueba viviente de que otros formatos son posibles. A ver, la base es la base: aquí tenemos al chico que se ocupa de la música y a la chica monísima vestida de diseño. Pero eso no significa que se dediquen a hacer lo que el resto de émulos de AlunaGeorge: desde sus primeras entregas, BeatLove siempre habían demostrado operar más bien en las coordenadas de Warp y Orbital, por poner dos ejemplos ilustres. Y ahora, con su segundo trabajo, el EP «Wins» (Sofa Tunes, 2015), han decidido ampliar el campo de batalla para que la música suene con mayor amplitud, difuminándose no sólo hacia el horizonte, sino también en los terrenos en los que convergen sus múltiples influencias.
Y es que, si hay que poner a BeatLove en relación a algún dúo chico / chica existente, al que más cercanos estarían sería a HUIAS… y ni eso. Sería de los que más cerca estarían y, sin embargo, seguirían separándoles varios mundos de distancia. Porque puede que este «Wins» tenga bastante de la oscuridad de los de «Popular» (Sonido Muchacho, 2014), pero al fin y al cabo también tiene mucho de la capacidad para construir paisajes vectoriales donde lo humano y lo robótico se dan de la mano, tal y como Downliners Sekt (por citar a unos de aquí, pero la verdad es que en este registro las posibilidades son infinitas y cada uno debería incluir a su panteón particular de favoritos). En «Wins» hay distopia emocional fragmentada a lo Burial con la luminosidad paisajista de Boards of Canada… Pero, sobre todo, lo que hay en «Wins» es algo que lo hace diferente a todo lo mentado.
Y es que, al fin y al cabo, seguimos hablando de un dúo chico / chica donde la voz de Myriam es particularmente importante. En «Wins«, las canciones de Benjamín se construyen con la profundidad de campo de otros magos de la electrónica consagrados a explorar la música como espacio en el que extirpar las voces para que sea la propia música la que se perciba en todo su esplendor. Pero, a la vez, Rodríguez y Fernández consiguen establecer una entente cordiale en la que sus dos campos, música y voz, son capaces de crecer juntas sin perder un mínimo de profundidad por separado. Hablando en plata: reconozcamos que en los grupos como AlunaGeorge muchas veces la música es poco más que una tonadilla resultona pero plana a más no poner y que bebe más de la unidimensionalidad pop que de la electrónica multi-capas. Pero BeatLove consiguen que no hayan puntos débiles y que «Wins» sea una fortaleza magnánima y, sobre todo, única en la orografía de la música actual. Imaginad cuando decidan convertir esta fortaleza en un rascacielos…