«Beast Rest Forth Mouth» (Hometapes, 2009) fue un álbum que aterrizó en la escena musical como un gigantesco OVNI en una película de ciencia ficción. Serie B, para más indicaciones. Uno de esos OVNIs que descienden sobre una ciudad yanki (evidentemente) y se queda en el skyline, suspendido, durante un tiempo indefinido, causando la fascinación extrema de todo la población que no sabe qué pensar… ¿Vendrán en son de paz? ¿O nos lanzarán un rayo laser y nos iremos todos de baretas? Porque lo cierto es que aquel disco abría los horizontes de un género, el synth pop, en pleno revival: dejando de lado las propuestas imperantes en aquel entonces y las que estaban por venir, lo de Bear in Heaven sonaba a banda sonora para un futuro incierto en el que la humanidad había sido extirpada en la Tierra por una nueva estirpe de seres cibernéticos capaces de bailar atávicamente alrededor de una hoguera. Algo así como la respuesta sci-fi a las ciencias puras de Battles y otras bandas obsesionadas con el math-rock. «Beast Rest Forth Mouth«, de esta forma, debería haberse convertido en una brecha en el continuo espacio-temporal que condujera al synth-pop hacia una nueva dimensión sonora… Pero resulta que eso no ocurrió. Resulta que, visto en perspectiva con la excusa del lanzamiento de su nuevo «I Love You, It’s Cool» (Hometapes / PopStock!, 2012), Bear in Heaven siguen siendo tan rara avis (o raro alien) como en 2009.
No es que en el tercer álbum de Jon Philpot y compañía no puedan rastrearse las huellas de todo lo que ha ocurrido en este revival synthero. Hagamos recuento… En estos últimos años, el synth ha sido el protagonista absoluto tanto en el chill wave como en su revisión con la partícula «post» plantada delante del nombre del género. Y, sin embargo, es probablemente de esta tendencia mayoritaria de la que más se alejen Bear in Heaven en «I Love You, It’s Cool«: una presencia por omisión, por voluntad de huida de la suciedad de las texturas sonoras y de los ambientes ensoñadores hacia la concreción ultrasónica y la precisión cyborg. Por el contrario, con cierta tendencia con la que podría relacionarse este disco más por alma que por cuerpo es con el goth-synth de Trust, Light Asylum y compañía: puede que lo de los de Brooklyn esté en las antípodas del bombeo sexual de estas bandas (ya se sabe: los robots, como los ángeles, no tienen sexo), pero hay que reconocer que en estas canciones hay tanta o más oscuridad como en las bandas mencionadas. Es una oscuridad, sin embargo, alienígena. Algo que podría emparentarlos con el kosmische o con la electrónica galáctica más metronímica… Y, sin embargo, nada que ver. Porque el concepto de cosmos aparece en «I Love You, It’s Cool» más como el escenario de una estilizadísima película de ciencia ficción que como un espacio musical.
Entonces, ¿estamos hablando de que Bear in Heaven juegan en una liga que no existe? ¿Que practican un género ajeno a modas y escenas? ¿Que son pilotos intergalácticos extraviados en la inmensidad del espacio? Algo así. Pero es que «I Love You, It’s Cool» no necesita de referentes ni géneros ni escenas ni referentes para ser disfrutado. Imposible no doblegarse ante temas como «The Reflection of You» (single pluscuamperfecto con ese crescendo para nada evidente que acaba implosionando en un cúlmen como una fiesta en un salón de gravedad cero), «Cool Light» (donde la atención se aleja de los sintetizadores para centrarse en una percusión con errores de buzz digital en una aliteración que desemboca en latigazos ochentosos), «Kiss Me Crazy» (probablemente la más deudora del sonido «Beast Rest Forth Mouth» en su progresión de sintes como una carrera de vainas en el desierto de un planeta al que no llega la luz del sol) o, sobre todo, «Space Remains» (o ese momento en el que la nueva civilización de cyborgs se van de after con un subidón de adrenalina tras haber encontrado todas las pelis de «Mad Max» en una cápsula del tiempo). Sí que se intuye una evolución sonora respecto a su anterior referencia: aquí los temas suenan más cerca de la Tierra que perdidos en el espacio. Pero no queda del todo claro si «I Love You, It’s Cool» sería una precuela en la que todavía queda parte de la humanidad en nuestro planeta o más bien es una secuela en la que los robots empiezan a ser más humanos que los humanos.
Tres discos después de su debut con «Red Bloom of The Boom» (Exile on Mainstream, 2007), Bear in Heaven siguen siendo la misma banda que, desde Brookly, dejaron a la escena musical con una ceja alzada. Y lo cierto es que si «Beast Rest Forth Mouth» se hubiera convertido en la punta de lanza de toda una avanzadilla de rémoras practicando el mismo sonido, ahora tendríamos que valorar «I Love You, It’s Cool» a la baja: es evidente que el sonido de Philpot y sus acólitos no se ha movido ni un ápice de las bases sentadas en sus anteriores trabajos. Pero, sinceramente, cuando encuentras tu sonido y es algo que no están erosionando los demás, una nueva entrega no es algo cansino: es un evento a celebrar. A celebrar, evidentemente, como androides que no sueñan con ovejas electrónicas, sino con osos que vuelan por el cielo.