Puede que después de que Damon Albarn se transformara en hombre orquesta de nuestro pop contemporáneo y que hasta incluso grupos de heavy mainstream como Metallica hayan seguido la estela de Deep Purple, Gustavo Cerati, Astrud, Cat’s Eyes y una buena panda de grupos de diferente calibre y talla a lo largo de todo el mundo, ver que Basement Jaxx jueguen a la fusión de géneros entre barrocos y ultramodernos nos suena a chicle y a ya hecho. La realidad es más bien otra cuando suena «Basement Jaxx vs. Metropole Orkest» (Atlantic Jaxx Recordings, 2011), nuevo y más arriesgado material del dúo británico conocido por merodear territorios eminentemente bailables y de electrónica purista de corte house en sus diferentes facetas (deep house, progressive o house a secas). No es que pretendan transformarse en una suerte de Clint Mansell meets Brian Eno meets Danny Elfman, pero casi. El experimento, registrado en un concierto entre Basement Jaxx y la Metropole Orkest en Eindhoven, Holanda (país de origen de dicha orquesta), amenaza con ser la banda sonora de una película imaginaria hasta ahora no filmada pero que, por su gama de matices clásico-barrocos y pueriles, pasa la nota de corte a la perfección si nos la venden como el soundtrack original de la nueva superproducción de Hollywood o un experimento burtoniano que se sirve de los clásicos más celebrados del dúo londinense y los pasa por el bastante estimable filtro de una de las orquestas modernas más importantes del mundo: la Metropole Orkest.
Detrás de una discografía impoluta en el ámbito del baile y la danza housera ibicenca se esconde un proyecto adulto, arriesgado, que inmola la personalidad de un artista y lo abre hacia terrenos no sólo nunca antes explorados de esta manera por un artista de electrónica, sino que lo convierte en cine de terror, en fantasía de Disney y en trabajo conceptual a la vez. Al margen de adaptaciones como la que The String Quartet ha realizado de la más variada gama de artistas (desde Radiohead y Muse a Lady Gaga, Nirvana o Michael Jackson por mencionar sólo cinco de una lista que se amplía a decenas) o de colaboraciones puntuales que gente como Kanye West, Coldplay o artistas de pelaje, estética y géneros diferentes han aplicado en algún momento de su discografía, Basement Jaxx transforma a David Guetta y a Carlinhos Brown en súbditos de Bach y Mozart, recreando singles aclamados de su discografía más básica como «Red Alert«, «Raindrops«, «Bingo Bango» o «Samba Music» a un terreno de ópera clásica, de salón, prescindiendo del ritmo festivo en el grueso de los casos y, como mucho, llevándolo hacia zonas más cercanas a la música balcánica («Hey U«), la raíz del cabaret de los felices años 20 americanos («Do Your Thing«) o ejercicios de varieté de radiofórmula mestiza neo-soulera («Good Luck» o «Hush Boy«: de lo más funkadelico). Todo menos caer en el ejercicio de electrónica discotequera, centralizándose más en ciertos riffs y espacios que utilizan las canciones originales para trasladarlo de la forma menos fiable posible al campo de la orquesta clásica. De esta manera, apenas sobreviven melódicamente piezas como «Drill Loops» (la que más gana y una de las más celebradas en el directo que firman ambos grupos) o «Where’s Your Head at» (bien intervenida y estructurada casi como un canon paródico de la época de la música clásica mezclado con zonas de hair rock ochentoso y pop moderno). Basement Jaxx se transforman en Danger Mouse a la hora de recrear junto a una orquesta (como hiciera recientemente con Daniele Luppi en «Rome» -EMI, 2011-) un erario público del bailoteo juvenil que da el paso a la adultez en la transición de la reinvención de un material que, probablemente, de no sufrir un revés revisionista tan notable, no nos hubiéramos parado a preguntar qué hacer con él hoy, más de quince años después de que Felix Buxton y Simon Ratcliffe dieran el «sí, quiero» a la hora de formar Basement Jaxx.
[Alan Queipo]
Basement Jaxx Vs Metropole Orkest by Atlantic Jaxx Recordings