Basta ya de visiones idealizadas o distorsionadas… Luis Costa recurre a la historia oral para clarificar lo que ocurrió en la ruta del «¡Bacalao!».
Para aquellos que crecimos en los 80 y los 90 fuera de Valencia, la Ruta del Bakalao era algo así como el Santo Grial de la fiesta: un concepto más mágico que real que, en ocasiones, llevaba a gente de tu entorno a soñar y decir «venga, pillamos un coche y nos vamos a la Ruta Destroy». Pero luego nadie lo hacía. Éramos demasiado jóvenes. Yo, de hecho, no tenía edad ni para tener el carnet de conducir… Así que ya te puedes hacer una idea. Igual que te puedes hacer una idea de cómo se degradó la imagen pública de esta misma ruta en cuanto entraron los medios de comunicación ávidos de sensacionalismo y el ojo público más mojigato.
Por eso mola tanto que a Luis Costa haya decidido poner los puntos sobre las íes y limpiar el nombre de todo este tinglado en su nuevo libro «¡Bacalao!«, editado por Contra. Para hacerlo, además, no podría haber recurrido a una herramienta más idónea que la historia oral: los que allá estuvieron, los que así lo vivieron, los que lo gozaron en todo su esplendor son, al fin y al cabo, los más adecuados para explicar la verdad en primerísima primera persona.
Ya era hora de que alguien explicara las cosas tal y como fueron y no tal y como se idealizaron (o distorsionaron). Los inicios a principios de los 80 en plena resaca post-franquista, los primeros visionarios que confiaron en un modelo de negocio basado en el hedonismo, los fiesteros de pro dispuestos a perderse en maratonianas sesiones encadenando discoteca tras discoteca, los djs que introducían los nuevos sonidos en España a través de Valencia… Los nombres son archiconocidos: Barraca, Chocolate, Spook Factory, Puzzle, A.C.T.V y muchos otros que no faltan en el «‘¡Bacalao!» de Luis Costa. Igual que no faltan las voces de los que mejor pueden explicarlo todo: sus protagonistas.
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