LEONES. Cinco adolescentes. Una búsqueda o una huida, quizás ambas, acaso en círculos. Un bosque que es una prisión. “Leones” podría ser un cruce imposible y lo-fi entre “Lost (Perdidos)” y Antonioni. Un canto (desafinado, como el de Daniel Johnston) al nihilismo y a la incomunicación, donde los cinco muchachos hablan y hablan sin parar pero no se dicen nada; o, al menos, no mucho. Travelings infinitos que son como cuchillos ardiendo sobre mantequilla en este notablemente perturbador debut en la dirección de la argentina Jazmín López, lleno de misterios nunca completamente resueltos. Hermética y misteriosa, en “Leones” López nos muestra casi exclusivamente las espaldas de los protagonistas en su periplo enajenado, ocultando los rostros de los jóvenes en gran parte del metraje. Ello quizás no solo obedece a añadir un elemento de suspense, sino también a preponderar la voluntad de despersonalizar a los cinco amigos, enfatizando así que el auténtico protagonista es en realidad el paisaje y su aullido, perturbador y magnético, del que al final, sólo tal vez, parecen poder escapar. No es fácil enfrentarse a “Leones”; pero, en caso de hacerlo, es obligatoria una mirada desprejuiciada. Casi casi como «Los Cinco» de Enid Blyton en un mundo deshumanizado filmados por Gus Van Sant. [DMDLH] [7,5]
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LIKE SOMEONE IN LOVE. Hay a mitad de «Like Someone in Love» una escena preciosa en la que Akiko, una estudiante que ejerce de chica de compañía, casi fuera de campo (apenas entrevemos su reflejo difuminado en un televisor), se insinúa al profesor Takashi desde su cama, el cual torpemente intenta evitar el encuentro carnal mientras de fondo suena la versión cantada por Ella Fitzgerald del estándar que da título al último film de Abbas Kiarostami. Este momento, quizás el más bello de toda la película, divide «Like Someone in Love» en dos partes claramente diferenciadas: la primera, centrada en el periplo nocturno de Akiko que desemboca en el encuentro de la joven con el profesor; y la segunda, más narrativa, siguiendo a Takashi a la mañana siguiente en lo que empieza casi como una comedia de enredo y progresivamente adquiere sutiles tintes dramáticos. A pesar de esa diferenciación formal, en todo el metraje prevalece un característico tono de amargura (la visión fugaz de la abuela de Akiko esperando en una plaza, los mensajes en el buzón de voz de la nieta, el «Qué será» que le canta Takashi a su joven amiga/amada) que es finalmente lo que trasciende en el espectador. Kiarostami vuelve a convertir el automóvil en insólito diván (recordemos «El Sabor de las Cerezas«): diálogos, silencios, miradas y los reflejos del cielo de Tokio en el taxi que recoge a Akiko y en el coche de Takashi vertebran el núcleo emocional de esta nueva y memorable cinta del maestro iraní, que nos enseña que el amor o algo parecido puede nacer y mutar a partir del contexto menos previsto. [DMDLH] [8,2]
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LOS INVISIBLES. Sébastien Lifshitz fue el director de una cinta injustamente olvidada que aprovechó la estela surcada primero por la fundamental «Los Juncos Salvajes» de André Téchiné y después por su discípulo Gaël Morel en «A Toute Vitesse«: si la primera ya dejaba entrever el dolor del despertar homosexual y la segunda lo ampliaba ostentosamente, «Primer Verano» de Lifshitz abordaba el mismo material de la forma más oscura, destructiva y psicologizante posible. Allá, el director demostró conocer de forma excepcional la génesis homosexual y el sufrimiento que comporta, así que no debería sorprender a nadie que ahora haya querido explorar su ocaso: recurriendo al documental en su forma más descarnada y cándida (no hay alardes de ningún tipo y el realizador deja que las cosas ocurran delante de su cámara con total naturalidad), «Los Invisibles» opta por desmentir que el mundo gay esté repleto de efebos eternamente jóvenes y hedonistas. A través del testimonio de varios homosexuales y lesbianas de edad avanzada, Lifshitz no sólo consigue emocionar, sino que hace algo todavía más valioso: dar una lección de vitalismo a todos esos y esas jóvenes drama queens que creen que el dolor y la urgencia de los films mencionados anterioremente les impedirá llegar a la placidez sentimental de esta dulce «Los Invisibles«. [RDT] [8]