CALL GIRL. Mikael Marcimain se presenta en sociedad con un estupendo thriller ambientado en la Suecia de los años 70 e inspirado en una historia real. La película tiene, a priori, todos los ingredientes para revelarse como el típico dramón de sobremesa de Antena 3: la historia sigue a una adolescente conflictiva que acaba en las redes de una madame que la introduce en el mundo de la prostitución de altos vuelos. Esta tiene en su agenda a polícias, políticos en plena campaña electoral y altos cargos del Gobierno sueco, un plantel de clientes que no hace más que poner palos en las ruedas a una investigación policial frustrante y complicada. Y, sin embargo, Call Girl está construida con una elegancia pasmosa y un pulso gélido que la ponen a la altura de otros thrillers políticos setenteros de la talla de «Todos Los Hombres del Presidente» (pero sin la complicada trama periodística, eso sí). La ambientación es espectacular y la historia está increíblemente bien tejida, creando un suspenso que va in crescendo y que deja al espectador con todos los sentidos atentos al próximo paso. Imprescindible. [EC] [8,5]
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DOS. El debut en el largometraje del griego Stathis Athanasiou se salda con un resultado desigual, balanceándose peligrosamente entre lo esperpéntico y lo meritorio. “Dos” es una fábula bilingüe formalmente arriesgada sobre la desintegración de dos parejas (interpretadas por Marina Kalogirou y Stavros Yagoulis, y David Fernández Fabu e Inés Castaño), contada a golpe de salto cronológico, lo cual casi siempre es caprichoso pero efectivo. Narrada con ínfulas poéticas, pero en las antípodas de su compatriota Giorgos Lanthimos, y evitando no obstante casi siempre caer en la cursilería (más cerca por tanto del primer Julio Medem que de Isabel Coixet, a Dios gracias), “Dos” baja enteros cuando se intenta poner excesivamente estupenda (esas escenas-metáfora con Nerea sumergida) y, desde luego, cuando se pierde a la hora de glorificar esa Barcelona gótico-ravalera y manuchaoesca. No obstante, el film atesora momentos de sorprendente belleza, especialmente en ese tramo final donde, a partir de una narrativa nerviosa, puede realmente llegar a conmover e incluso angustiar. A pesar de lo relativamente irregular de su resultado final, se agradece la valentía en la propuesta de Athanasiou: su retrato personalísimo y elíptico de la génesis del amor y del hastío que lo condena a muerte no dejará indiferente. Y mención aparte merece Marina Kalogirou, magnética y estupenda, capaz de llenar la pantalla con apenas su mirada. [David Martínez de la Haza] [6,5]
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KEEP THE LIGHTS ON. Dos juicios erróneos se han emitido continuamente al respecto de «Keep The Lights On«: el primero, que el film de Ira Sachs vendría a ser algo así como el reverso oscuro de la reciente «Weekend«; y el segundo, que esta es una de las películas más importantes del último queer cinema (si es que sigue existiendo un concepto tan innecesario y anacrónico). Ambas percepciones tienen algo de verdad: está claro que el optimismo que se desprende de la cinta de Andrew Haigh a la hora de abordar la fundación de una pareja homosexual se troca aquí en algo mucho más complejo, casi tenebroso y podrido; y no hay ninguna duda de que el plot básico de «Keep The Lights On» es el de «chico conoce a chico«, así que aquí hay tanto queers como cinema, pero resulta que la sexualidad de los protagonistas de esta cinta queda en mera anécdota al enfrentarla contra la verdadera valía del film de Sachs: el desesperado retrato de la impotencia que siente una persona al ver que su pareja se transforma en alguien a quien no conoce (en este caso, debido al abuso de drogas y alcohol). Repetimos: ambas percepciones tienen algo de verdad, sí… Pero también tienen mucho de mentira que puede despistar al espectador potencial, que al fin y al cabo es cualquier persona humana que sepa que el amor siempre comporta un lado oscuro e imprevisible que es capaz de desgarrarte por dentro y dejarte tocado para el resto de tu existencia. [RDT] [8,5]