El diario de la gira europea de Aries sigue adelante con dos alegatos: una declaración de amor a los italianos y otra a los hombres libres.
Tras semana y media, tuvimos el primer día libre en Bolonia. Nos dedicamos a pasear, hacer la colada y zampar pizza.
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Al día siguiente, atravesamos la maravillosa región de Umbría.
Las señoras del hotel nos recibieron con bombones y expresos. Una vez en la sala, nos organizaron una cena junto a la chimenea. Comida deliciosa a la parrilla con todos sentados en torno a la mesa, charlando risueños.
La sala se llenó, pinchamos y bailamos.
Coinciden estas vicisitudes con mi lectura del capítulo de “El Gran Dictador” en la biografía de Chaplin, y leo:
«Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía».
Y pienso que amo a los italianos y su calurosa amabilidad y cortesía.
Al día siguiente acudimos a Padua. Aprovecho para tomarme el decimonoveno café con Nutella mientras compramos parmesano y pasta en cantidades industriales para llevar a casa.
Me pasaría toda esta parte del relato comentando lo preciosa que es Italiam pero ya todos lo sabéis. He visto pavos reales corretear por las praderas, pueblos renacentistas iluminando las montañas, cipreses saltarines custodiando calzadas romanas…
En Padua y Foligno tocamos en unos sitios chiquitos con la gente hacinada, mientras que en Bolonia lo hacemos en una sala gigante que sonaba perfecta. Me gusta mucho que cada día ocurra un tipo de concierto y me vea obligada a cambiar el show. Tener que adaptarnos a una PA cutre o a un espacio espléndido. Estar rodeada de gente o tener al público a tres metros.
Estoy aprendiendo mucho de Calvin, que controla a la gente a su antojo: lo mismo le hace partirse de risa que le riñe o lo emociona.
Su repertorio incluye una canción llamada «Every Woman«, que es mi favorita y le lleva al borde del llanto. Creo que piensa en su madre y en todas las mujeres que ha amado mientras la canta.
Albert de La Castanya se ha unido a nosotros y será el tour manager hasta Madrid. Le recibimos llenos de alegría.
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Nos despertamos con la lamentable victoria de Trump y dirigimos nuestro rumbo a Suiza. En un momento dado, puedo ver desde la ventana el lago Como con sus imponentes villas y fabulosos jardines. Resulta como una aparición. George Clooney debe estar bebiéndose un Nespresso entre las buganvillas.
Me vienen a la mente estas palabras de William Morris:
«¿Qué supone el lujo si no es un malestar enfermizo por los simples placeres de nuestra amada tierra? ¿Qué es si no una depravación de la belleza natural de las cosas para convertirlas en una perversa fealdad destinada a satisfacer el apetito hastiado de un hombre que ha dejado de serlo, de un hombre que ni trabaja ni descansa? (…)
Si me explayo en la cuestión del lujo, que es el enemigo jurado del placer, es porque no quiero que los obreros piensen ni por un instante que un club de élite es algo deseable. Sé cuán difícil es hacerse una idea de lo que es concebir una vida de placer real cuando se vive en la pobreza y la sordidez; pero les pido que piensen que la buena vida del futuro no tendrá nada que ver con la de los ricos de hoy, que la vida de los ricos no es otra cosa que la cara de su propia miseria. (…)
Los hombres libres deben llevar una vida sencilla, con placeres sencillos. Y, si esta necesidad nos intimida, es porque aún no somos libres y, por consiguiente, hemos sumido nuestras vidas en una dependencia tan compleja que nos hemos vuelto débiles e indefensos. ¿Pero qué es la sencillez? (…)
Descubran ustedes mismos aquello que les parezca un placer y háganlo. Mi idea es una vida sin trabas, y luego una vida sencilla y natural. Primero debe ser uno libre; después debe aprender a disfrutar con todos los detalles de la vida, lo cual, por cierto, es algo necesario, puesto que si los demás también son libres, uno mismo deberá hacer su trabajo. Esto es lo contrario de la civilización, que nos dice: ‘Evitaos los problemas, lo que sólo es posible haciendo que los demás vivan por vosotros’. Yo digo: ‘Esforzaos y convertid vuestro esfuerzo en placer’. Esa es la clave para la buena vida”.
Las montañas nevadas de Suiza son un espectáculo. Me acurruco bajo el abrigo y me duermo hasta llegar a Francia.