«Mermelada Dorada» es un disco en el que se intuyen muchos cambios para Aries… De todos ellos (y de otras cosas que también vienen a cuento) hablamos en esta entrevista.
Si “La Magia Bruta” (BCore, 2012), debut de Isabel Fernández Reviriego bajo el zodiacal nombre de Aries, supuso para la bilbaína un desvío radical dentro del camino que había marcado en el pasado con Electrobikinis y Charades y para los seguidores de ambos grupos una más que agradable sorpresa, “Mermelada Dorada” (La Castanya, 2014) ha significado la multiplicación de su particular propuesta. En nuestra reseña dedicada al segundo largo de Aries afirmábamos que en él se renovaban las intenciones sonoras y estilísticas exhibidas en su predecesor hasta consolidar su marca personal; de ahí que, casi de una manera inconsciente, plasmásemos el término ‘folk’ entre paréntesis para fijar toda la atención en el concepto ‘pop’.
Porque, efectivamente, “Mermelada Dorada” es el álbum pop de Aries. O mejor dicho: súper-pop, ya que muestra diversas caras del género en forma de piezas de tempo vivaz o ritmo ralentizado, adornadas con mil y un arreglos exuberantes que permiten que el oyente se balancee entre pasajes lo-fi, tribales o psicodélicos. Sin embargo, este resplandeciente aspecto externo del LP, fruto de un proceso de elaboración condicionado por la fisonomía individual del proyecto de Isabel -basado en el uso de samplers, sintetizador y secuenciadores-, no debería impedir llegar hasta el meollo de las canciones de Aries: el mensaje y su expresión melódica para captar la atención del receptor y estimular no sólo su oído, sino también su corazón.
Así pues, sitúen en un segundo plano los aspectos tecnológicos y estrictamente formales y céntrense en la visión orgánica de la música que Isabel aplica a sus composiciones -en las que confluyen todos los factores posibles, desde el entorno donde se crean hasta las personas que puntualmente colaboran en su consumación- y que transmite en cada palabra cuando se trata de hablar de Aries y de su flamante nuevo trabajo, “Mermelada Dorada”.
Has conseguido que, en poco tiempo, Aries sea una marca personal totalmente reconocible dentro del panorama alternativo español. A veces, da la sensación de que ha difuminado, en positivo, tu pasado musical. ¿Lo sientes así o consideras que a Aries aún le queda mucho recorrido para llegar a ese punto? La verdad es que no lo sé. No pienso nunca en ese tipo de cosas… Eso es algo que perciben los demás y desde dentro no es de las cosas que me preocupan. Yo pienso en mi presente, en lo que me ilusiona ahora mismo y en hacer las cosas lo mejor que puedo. El pasado forma parte de mí, claro, ¡es mi aprendizaje y mi vida!
“La Magia Bruta” me pareció en su momento un disco muy atlántico, gracias a parte de su sonido y al poso dejado por varias de sus canciones. ¿Tu traslado a Vigo tuvo algo que ver en ello? ¿En qué medida la ciudad influyó e influye en tu música como Aries? Venir a vivir a Vigo ha influido en todo: acabé haciendo música con samplers y secuenciadores porque, al llegar, no conocía a casi nadie y no tenía con quien tocar. Igualmente, mi nuevo ritmo de vida y el entorno me permitieron hacer todo con calma y felicidad. Creo que las Rías Baixas son unos de los lugares más bonitos del mundo. Más adelante, ya empecé a relacionarme y a crear lazos de amistad… Entonces conocí a personas alucinantes que me han refrescado las ganas de ir a conciertos o la ilusión por hacer cosas, así como descubierto espacios brutales donde hacerlas.
El sonido de “Mermelada Dorada” es más completo y complejo con respecto al de “La Magia Bruta”. ¿Se podría decir que tu primer disco como Aries fue como un ensayo de lo que es “Mermelada Dorada”? ¿O simplemente entre un disco y otro se produjo una evolución natural? Creo que es una evolución natural: para este disco ya estaba asentada y segura de mí misma. En “La Magia Bruta” todavía estaba aclimatándome. Era la primera vez que hacía todo sola, y aún trataba de lidiar con el cambio de circunstancias vitales. “Mermelada Dorada” igual suena más complejo porque ya me manejo bien con las herramientas que utilizo y también porque estuve meses pensando qué quería hacer y por qué.
¿Cuáles han sido los sonidos o nombres que más te han inspirado para confeccionar las canciones de “Mermelada Dorada”? Supongo que me ha inspirado todo lo que he vivido en los últimos meses. Escuché mucho a los Brincos y a Juan y Junior. También el último de Oneothrix Point Never, que me parece súper-bonito, Skip Bifferty, cajas de Trojan y Broadcast a tope. En cuanto a los sonidos, los samplers los grabo en casa con todo lo que pillo. También ir con Delorean en verano me enseñó muchas cosas técnicas y me dio ideas. ¡De todo un poco!
En “Mermelada Dorada” has contando con una serie de colaboradores de lujo. Dado que Aries es un proyecto muy personal, en el que te encargas de gran parte de la instrumentación, ¿cómo fue el método de elección para rodearte de tantos buenos músicos en el estudio? Estas colaboraciones han surgido de manera muy natural. Alba [Blasi, miembro de Extraperlo] es majísima y soy fan de ella, así que cuando fui a grabar las voces a Sant Feliu aprovechamos para que viniese y tocase algunos teclados e hiciese coros. Joan Colomo apareció con Inés [Martínez, bajista de La Célula Durmiente] en la grabación, me dieron una sorpresa y, como también soy fan de ellos, metieron unos coros. A Andrés Magán le conocí cuando Fantasmage me dijeron que tocase con ellos: fue el único grupo de Vigo que, sin conocerme de nada, quiso tocar conmigo, y eso me llegó al corazón, ya que por entonces estaba un poco sola. Y, bueno, admiro mucho a Andrés tanto como músico como dibujante.