¿Caradura? ¿Casposo? ¿Homófobo? El humorista Arévalo se enfrenta a las críticas de «2 Caraduras en Crisis» en una entrevista con luces que no evita las sombras…
Después de la publicación de nuestra reseña acerca de «2 Caraduras en Crisis», lo último que esperábamos es no sólo que Arévalo nos leyera, sino que nos concediera una entrevista. Así pues, con los nervios lógicos de quien se va a encontrar a un mito (y dejémoslo claro, independientemente de la querencia o no por su humor, Arévalo es uno de los grandes de la escena humorística española) nos dirigimos al lugar de encuentro, el Hotel Palace de Barcelona. Un lugar que alimenta una cierta sensación de intimidación, como de entrar en otra esfera, en otro mundo al que no perteneces.
Arévalo ya nos está esperando en la cafetería del hotel, agradece nuestra puntualidad e intercambia relajado algunos comentarios al respecto de nuestra reseña. Quiere aclarar algún aspecto como el de la simulación masturbatoria y, aunque se muestra distendido, amable y cercano, nos da la sensación de que ya nos ha colado el primer gol por toda la escuadra: Sí, con una simple puntualización Arévalo muestra que es un profesional como la copa de un pino, honrado a carta cabal, cierto, algo que no hay que confundir de forma alguna con ingenuidad. No, Arévalo nos demuestra su profesionalidad, deja claro que ha hecho los deberes y que sabe con quién va a tener que “enfrentarse”.
Buenos días, Arévalo… Bueno, te podemos llamar así ¿verdad? Por supuesto. Y Paco también, como queráis.
Habéis conseguido prorrogar la función de «2 Caraduras en Crisis» hasta el 12 de abril. Esto es un mes más de lo previsto originalmente. ¿Cómo os lo explicáis? ¿Cuál es el secreto de vuestra conexión con el público? El gancho con el público existe, cierto, y también influye la química que tenemos Bertín y yo. También está el tema de la edad, de generaciones que nos han ido siguiendo desde hace treinta años. Claro, la señora que tenía 25 en nuestros inicios, ahora fíjate. Luego está el tema de la transmisión intergeneracional: las hijas, las nietas de nuestras primeras audiencias nos siguen. Cuando estuvimos en Venezuela, Bertín me lo decía: «Pero que cabrón (risas), ¡te están esperando a ti!» Y eso es también por las cintas que se vendían. Esos viajes largos familiares donde se escuchaban chistes, pero también a La Trinca, a Alaska…
Desde nuestro punto de vista, estamos ante un espectáculo que podríamos catalogar como de humor clásico. Muy influido por el mundo de las varietés. Con música, chistes, anécdotas, vídeos… Un poco como un cabaret, pero sin presencia femenina. ¿Es así como lo veis? ¿Era esta vuestra intención? Os voy a ser sincero. Nuestra intención era que el público nos viera en nuestra salsa. A Arévalo haciendo cosas de Arévalo (con alguna que otra sorpresa, como cantar algún tema y tal); y a Bertín, sin perder su galanura, estar al hilo conmigo de todo. Como te decía, tenemos buena química, nos conocemos y sabemos guardar los tiempos respectivos, aunque es cierto que Bertín suele ir más a su aire. Sí, está todo muy medido para que ambos tengamos nuestro momento, pero esto no es exactamente variedades, sino un obra que sigue un hilo, sin aparentemente guión, aunque lo hay….
La conversación queda interrumpida momentáneamente por el servicio. Traen el brunch y el café al que amablemente nos ha invitado nuestro interlocutor. En estos momentos, Arévalo nos conmina a tomarnos las cosas con calma, sin estrés. Nos da señal de que tenemos tiempo y de que la cosa funciona, el ambiente se relaja, la conversación fluye. Arévalo retoma el tema justo donde lo habíamos dejado, como si el paréntesis del frugal ágape fuera casi literal, como si el tiempo se hubiera detenido únicamente para disfrutar de un momento de asueto para, a continuación, proseguir como si tal cosa.
… Como te decía, si bien es cierto que no buscábamos las variedades per sé, en USA son el número 1 en espectáculos. Más que la revista, más que… Tienes un tío que canta muy bien, que es un showman, tienes un mago, uno que cuenta chistes, una mujer que hace no se qué. En fin, que tiene muy buena consideración. De todas maneras, el hecho de juntarnos una pareja tan extraña a la vista del público y ver que funciona, que la gente se lo pasa bien, entonces piensas: joer, esto es un filón. La prueba está en lo que pasó en Valladolid, como escuchásteis en la anécdota de la obra. Y, a partir de ahí, un no parar.
Ya que comentas lo de la “extraña pareja”, nos llama la atención lo bien compenetrados que estáis. ¿Tenéis asumido cuál es vuestro rol en escena o dejáis que fluya un poco, hasta el punto de intercambiar papeles? Bueno, es cierto que a veces algunas cosas de las que se me ocurren se las paso a Bertín porque son muy buenas y él tiene menos recursos. Con Bertín se ríen porque es muy guapo, es un tío fenomenal y tiene mucha gracia, natural, personal. Mi misión es hacer reír, claro, soy cómico, pero es cierto que la gente se ríe porque quiere. Si vas a un sitio y en tu cabeza piensas que no te vas a reír, no te ríes…
De lo temático, de la actualización, hablaremos más tarde. Sin embargo, querríamos preguntarte: como sabrás, recientemente falleció Pedro Reyes y, claro, ahora se publica que era un genio, un precursor del humor absurdo. Al hilo de todo esto, ¿crees que es necesario este encumbramiento? ¿No crees que, incluso después de una temporada donde el cómico estaba desprestigiado, es un poco injusto que hayan de pasar tragedias como está para recuperar la memoria? Sí que es verdad, aunque no sólo al respecto de los cómicos. Cuando alguien se muere, se empieza a ensalzar a la persona. Nunca antes. ¿El motivo? Pues porque hay gente muy falsa pero también gente muy sincera que reconoció al artista desde el principio. Los compañeros teníamos ese concepto de Pedro Reyes: buena gente, un cómico que hacía un humor muy absurdo, muy atrevido. Lo mejor es que tenía mucho estilo en lo suyo. Pero te diré que incluso era mejor como actor, por ejemplo en «Makinavaja«. Por desgracia, y no lo entiendo, no le metieron en más papeles. Vete a saber si hay una camarilla donde siempre entran los mismos y tal… Luego se muere uno y, en fin, era el mejor, un maestro.
Al hilo de la herencia de Pedro Reyes y de vuestro humor más clásico, querríamos preguntarte si estáis al tanto de las nuevas corrientes en el género, lo que se llama post-humor y donde entran artistas como VengaMonjas y otros. Parto de la base que todo lo que sea hacer humor me gusta. Ahora bien, hay una clase de humor que para mi no es entendible, muy moderno, muy de vanguardia. Con léxico moderno que no entiendo, que no sé de que me hablan. Pero, bueno, es un humor para los chavales, claro, no para la gente que vendría a ver nuestra obra.
Y, al revés, ¿crees que la juventud os entiende? Nos entienden perfectamente… Mira, tú te reíste también, y los de veinte años se ríen más todavía. Ven a alguien veterano hablando de cosas actuales, de cosas reales, como la anécdota de los urinarios. Hablamos de «Sálvame«, de políticos… ¿Cómo no lo van a entender? Y luego lo del Tenorio. ¡Si no hacemos nada del Tenorio! ¿Cómo no lo van a entender? Buscamos sorprender, ante todo. Mira, volviendo al Tenorio, ponemos a Bertín de monja y a mí de galán cuando debería ser al revés… (risas)
Entendemos, entonces, que a través de la sorpresa buscáis fidelizar al público. A modo de ejemplo, teníamos una señora que anticipaba vuestros chistes. Supongo que debía haber visto la obra… Diez veces.
Seguro. Antes de que dijéseis nada, ya lo había dicho ella… Hay gente que nos lo ha dicho, que ha visto la obra seis o siete veces y cada vez se ríe más. Normal, piensa que cada día cambiamos tres o cuatro cosas, ya que estamos abiertos a introducir cualquier novedad que suceda excepto, claro, está cosas trágicas, ya que tenemos sentimientos como todo el mundo y no queremos herir a nadie.
Entremos en terrenos espinosos… Cierto es que hay gustos variados, ¿pero no os molesta el poco respeto que se os muestran en según que medios al calificaros de antiguos y casposos? A mi personalmente me gustan las críticas, las constructivas, la gente que habla habiendo ido al espectáculo, como es vuestro caso. Porque, todo hay que decirlo, hay gente que habla sin haber ido… Y sí, lo de casposo me molesta, porque un casposo es un señor sucio y mayor al que la cae la caspa por aquí (Arévalo hace el gesto de sacudirse el hombro)… Que suena a mueble antiguo, a naftalina. De todas maneras, esas expresiones no las usan los críticos buenos. Hay que guardar siempre las formas y la educación. Me explico: si el humor que hacemos te parece antiguo pero ves buena reacción del público, puedes comentarlo, señalando que la audiencia estaba encantada. Mira Gila: ¿alguién se atrevería a calificarlo de casposo? O yo mismo, que toco la guitarra, canto, bailo… En fin, que no, que no me gusta el término casposo.
Hablando más concretamente de la obra, creemos que es un espectáculo que transmite verdad desde el título. ¿Es intencionado? ¿El título busca ser un reflejo de lo que sois y de lo que queréis ofrecer? Sí, desde luego, esa era la intención. Piensa que venimos de hacer «Mellizos«, donde hablábamos de nuestro parto. El más absurdo que te puedas imaginar. Bueno, al cabo de dos años lo cambiamos porque ya nos conocían. Entonces propuse los dos caraduras por nosotros, lógicamente, y en crisis, engarzándolo con la época y lo que estaba pasando. Ahora presentaremos un nuevo espectáculo llamado «Por Amor Al Arte«: ya has visto lo del Tenorio, que ha sido como una prueba, y en Madrid lo haremos también añadiendo «Romeo y Julieta«. Es una parida, una gilipollez, pero con su gracia, claro.
El cambio de título, tal como nos has comentado, es una especie de “pasar pantalla”. «Dos Mellizos» era un presentación chocante, con el referente de «Los Gemelos Golpean Dos Veces», claro. ¿Lo habíais pensado así? Más o menos. El referente está ahí, claro. De hecho, el espectáculo se iba a llamar, por idea de Bertín, «Twins». Es decir, gemelos en inglés. Pero la idea es que, claro, gemelos no somos, sino que somos mellizos, concepto que no existe en inglés, con lo que podíamos ser uno más alto, el otro más bajo…
Nos has comentado que vais introduciendo novedades temáticas a medida que suceden acontecimientos. ¿Habláis de lo mismo en todos lados? Un ejemplo, en Catalunya hablar de Pujol era obvio, pero ¿en otros lugares? Sí, lo de Pujol lo contamos en todos lados. Pero lo mejor es que aquí, en Catalunya, es donde se ríen más. A mi Bertín me decía: ¿pero cómo vas a contar eso ahí? Y, mira… Es que al final es la actualidad, y cómo no vas a contar algo que afecta a los catalanes. En fin, que no quiero opinar, pero leemos la prensa, lo que ha pasado.
Teniendo en cuenta todo esto, hay quién os califica de humoristas de derechas. Más que eso, casi de humoristas del antiguo régimen. No… A ver, yo no estoy implicado en política, pero sí que me preocupa lo político. Soy un ciudadano que vota a conciencia, en función de lo que cree que es mejor en cada momento. Naturalmente, tengo mi ideología. Como católico practicante, no puedo votar a un señor que va en contra de la Iglesia. Yo no tengo carnet de nada, ni de izquierdas. ni de centro ni nada. Yo voto en función de la persona y las circunstancias: he votado al PSOE, al PP, y ahora igual voto, no sé, a Ciudadanos. ¿Por qué? Pues porque está en la línea, creo, de mis principios. Lo que no quita que haya trabajado para el PSOE o para el Partido Comunista, porque para reírse no importa la tendencia que tengas o crean que tengas. Resumiendo: eso de que somos de derechas, al menos en mi caso, rotundamente no.
Dado que no hay variedad temática en función de donde actuáis supongo que no hay público más agradecido que otro… En todos lados es igual. Al final, una vez has pasado el momento actualidad, ya vienen las actuaciones más personales, que si el Tenorio, que si la zambomba. Todo el mundo se ríe lo mismo, la verdad
Evidentemente, no sois personajes salidos de la nada, sino que cada uno tiene su background. Arévalo y sus chistes, Bertín las rancheras y el galaneo. Pero lo sorprendente es que mientras que Bertín no sale de su cliché… Es que no hemos querido que sea así. Bueno, con lo de la monja se amariconea porque tiene ese gracejo… Pero, bueno, es que las tías quieren ver a Bertín así. Hay un comparativo evidente continuo: él es alto, yo soy bajo… Como ves, sigo jugando el rol del bufoneo.
Precisamente de esto queríamos hablarte… Sí, es cierto que estás en ese rol pero, además, en tu caso se nota que eres el que lleva la voz cantante en temas de actualidad, en que hay un voluntad de modernizarse, de estar al cabo de la calle, de lo que se lleva. Hombre, claro, pero basado en hechos reales, ¿eh? Cojo el hecho y le doy un aire más divertido, buscando la gracia al tema. Mira la gente ahora con el WhatsApp: hay cinco en una habitación y no se hablan, están dale que te dale con el tema.
Si antes hablábamos de un tema sensible, la caspa, no lo es menos la mala fama que soléis tener, especialmente Bertín, con el tema de los chistes de “maricas”. Básicamente se os califica de homófobos… Con la homosexualidad no se puede jugar. Un maricón, pues lo es y ya. Bueno, mira nosotros tenemos los mejores amigos gays, y no es broma ni tópico. Aquí hay una mariquita muy conocida, Violeta La Burra, y la invitamos siempre. La gente tiene que ver cómo son las cosas: si ves un programa con tres mariquitas haciendo mariconadas, no sé, como Jorge Javier Vázquez, y además tirando la caña… Es lo que hay, cada uno con lo suyo. No es un defecto: es algo que va de nacimiento. Quiero decir, en el mundo hay tartamudos, homosexuales, cojos.. ¡Qué sé yo! Si haces un chiste de cojos o una película donde el protagonista es un cojo, como lo que hacía Alberto Sordi, no dirás que es una película de un señor que camina mal por no decir la palabra en cuestión. Que no es un insulto, es lo que es.
Por tanto, os consideráis políticamente incorrectos… Pues hombre, claro. Pero si es que hemos llegado un punto en que un enanito no puede trabajar porque el colectivo de enanitos se queja… Yo, que empecé a trabar con mi padre en el «Bombero Torero» con los enanitos. Ahora sacas un enano, te burlas; sacas un maricón y te burlas. Voy a Canal Sur y me dicen: no hables de maricas, ni de gangosos, ni de… Bueno, ¿entonces de que narices hablo?
A veces tenemos la sensación de que nos hemos pasado de vueltas. Una cosa es el respeto a los colectivos y otra que no se puedan ni mentar… Igual es que no estamos acostumbrados a gente que hable con este desparpajo y naturalidad. Es que meterse con alguien es meterse con alguien. Insultar, decirles cosas, maricón de mierda… Eso no es lo mismo que hacemos nosotros, no. La humillación no se debe consentir. Pero, bueno, es que todo está así. A mi me dice Santiago Segura: pero, oye, cabrón, ¡que eres muy políticamente incorrecto! Y yo le digo: pues claro, ¡por eso se ríe la gente!
Veo que también hiciste cine… Yo llegué tarde al cine.
Aún así, ¿no crees que igual este encasillamiento te perjudicó? Lo último que hiciste fue en 2007… Bueno, es que, como te comentaba hay ahí un circulito que no deja paso a otros. Joder, llaman a Pajares y a Esteso, y dicen: joder, ¡qué bien están! ¿Pues no lo van a estar? ¡Si son dos grandísimos actores! ¿Y ahora lo descubren? Yo soy un todoterreno, puedo hacer musicales, comedia… Todo. Pero al final te tienes que buscar la vida. Como con Bertín, que somos Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como. Como me decía mi amigo Alfredo Landa: qué pena que hayas llegado tarde al cine. Claro, en esa época yo estaba con mis shows y me iba muy bien, ¿eh? Firmaba un montón de autógrafos. Claro, yo estaba en el «1 ,2, 3» y lo que está claro es que, si en el cine tienes un punto en de popularidad, en la tele tienes diez. Yo había llegado incluso a ganar el premio al Mejor Actor Secundario por un papel que hice en un producción llamada «Flor de Mayo«. Que luego se reconozca o no… El tiempo dirá.
Comentabas la popularidad que te daba la tele, pero hoy en día la popularidad también viene dada por esa “nueva tele” que es Internet. Y a ti te vemos muy activo en las redes sociales… ¿Quién te introdujo en el mundillo? Pues nadie, la verdad. Bueno, empecé poco a poco para cosas útiles y luego descubrí Facebook, Twitter… Y la verdad que esto último te da vida porque tienes feedback inmediato de la gente. Que si te envían fotos, recuerdos, yo pido cosas y la gente me las busca… Ahora tengo unos 7000 seguidores, y la verdad es que no sé cómo lo voy a conseguir, pero la haré.
Es cierto que, además, proyectas una imagen cuando menos chocante. Uno no se espera ver a Arévalo en Twitter, por aquello de la antigüedad. Y, claro, la reacción espontánea es seguirte ni que sea por curiosidad. Amén de la promoción para la obra… Efectivamente, funciona de maravilla. Además, mi cuenta la llevo yo, no me la lleva nadie. De hecho, hay gente que me dice que no, que no soy yo el que la lleva, pero me hago una foto y ya está. A mi me gusta llevarlo por los momentos personales que te da, como un taxista que me da los buenos días cada día. Bueno, joder, nos haremos una foto, digo yo…
Y, así, lentamente, pasamos a la sesión de fotos para la entrevista, entre risas, comentarios más personales y alguna que otra chanza sobre las edades respectivas. Así es Arévalo, un profesional como la copa de un pino, un hombre que se viste por los pies y que hace gala de kilómetros y kilómetros de carrera, de seriedad de saber estar. Lo que no le impide ser sincero, honesto, cercano. Un mito terrenal. Un placer haber compartido con él este tiempo. Y de fondo, apagándose el «Ave María» de Schubert…