Imagina una serie de David Lynch adaptando a Gabriel García Márquez… Y, ahora, deja de imaginar y ponte a leer «El Ala Izquierda» de Mircea Cărtărescu.
Muy al inicio de este primer tomo de «Cegador«, Mircea Cărtărescu describe de forma obsesiva cómo un pequeño bicho se aferra al interior de un libro de Dostoievsky mientras el narrador, que no es otro que el propio autor, sopla e intenta sacarlo de las páginas de esa ficción escrita a la que el insecto se aferra con sus patitas diminutas. La significancia metafórica de la escena puede pasar desapercibida si no sabes lo que vendrá después en la trilogía de Cărtărescu que se inaugura con este «El Ala Izquierda«… Pero la delicadeza con la que el escritor magnifica la escena, como vista a través de una lupa gigantesca que no solo amplía los volúmenes sino que también dilata el propio tiempo, deja bien claro que esta reflexión tiene que ser importante.
A partir de ese momento, la mise en abyme presente en «El Ala Izquierda» va haciéndose más y más evidente hasta que Cărtărescu ni quiere ni puede evitar la referencia a Berkeley y su filosofía del cuestionamiento de esta realidad como pensamiento de una conciencia superior. ¿Quién dice que no somos parte de una ficción? De hecho, si estamos leyendo un libro como este, ¿cómo puede ser que dudemos que se trata de una ficción que ocurre dentro de la cabeza del autor?
Pero empecemos por el principio: «El Ala Izquierda. Cegador, I» es el primer libro de una trilogía en la que Mircea Cărtărescu aborda los recuerdos de su propia vida y le añade los recuerdos de otras vidas cercanas como la de sus propios padres. Su biografía es, de hecho, todo lo que podemos esperar de la vida de cualquier rumano que haya nacido en la década de los 50 y que haya vivido una infancia de posguerra en la que los límites de la realidad se vieran difuminados por los ecos de la barbarie bélica.
Lo curioso en este caso es que Cărtărescu se niega en redondo a ofrecer una biografía realista y lineal. Lo suyo es puro realismo mágico, por mucho que no tenga nada que ver con Gabriel García Márquez: lo del colombiano es realismo de magia blanca, mientras que Cărtărescu prefiere practicar un realismo de magia negra pagana de esa que se conjura con sangre desde lo más profundo de la oscuridad nocturna. En los primeros capítulos de «El Ala Izquierda«, cualquiera podría pensar que asistimos a la (re)construcción de la memoria infantil fragmentada del autor, que recuerda de forma clarividente los edificios cambiantes que alteraban el horizonte de Bucarest.
Pero pronto la voz narrativa de «El Ala Izquierda» empieza a volar libre y lejos en deliciosas digresiones que van y vuelven, que llevan al lector a historias periféricas que pueden o pueden no tener nada que ver con el corazón narrativo de la novela. La pluma desbordante pero opaca de Mircea Cărtărescu induce a ese tipo de hipnosis en la que percibes lo que estás leyendo como el recuerdo de un sueño. ¿Era una pesadilla? ¿O es más bien un recuerdo perdido en el tiempo? De repente, tras un buen puñado de páginas de puro desconcierto, te das cuenta de que realmente estás metido hasta las trancas, por poner un ejemplo concreto, en los recuerdos de juventud de la madre de Mircea. O en una surrealista visita a un hospital pesadillesco.
De hecho, algunos de los pasajes más poderosos del libro (el inexplicable tramo en el que la acción de repente salta hacia Nueva Orleans o la increíble misa negra seguida por una procesión en las catacumbas subterráneas de Bucarest) no encajan en «El Ala Izquierda» hasta el último capítulo, donde las piezas de este puzzle de carne y hueso, también de sangre, se ensambla delante de nuestros ojos para construir de forma fascinante una trama de ficción mágica en torno una especie de secta que se hace llamar Los Conocedores.
Antes del orden, sin embargo, el lector ha vivido chapoteando en un perturbador líquido amniótico de caos extrañamente reconfortante. «El Ala Izquierda» remite en su título a una mariposa o a un insecto alado, haciendo pensar que la trilogía «Cegador» se estructurará de tal forma que el segundo volumen sea el tronco central del insecto y el tercero el ala derecha. Pero es que este primer tomo ya se estructura como una mariposa de alas oscuras que se pliega sobre sí misma: el ala izquierda es la infancia, el tronco es el inquietante capítulo de Nueva Orleans, el ala derecha vuelve a una biografía en la que todo o nada ha cambiado, pero en la que ya ha quedado claro que la magia que practica Mircea Cărtărescu es más negra que blanca.
Esta es la biografía del autor y a la vez es una ficción pura que vive dentro de la ficción de un autor que está sembrando sus historias en tu propia ficción, que ya sabes que es tan solo un breve pensamiento de una conciencia superior para la que no eres nada. Ese es el corazón de «El Ala Izquierda«, un cuestionamiento de la realidad desde la ficción que Cărtărescu articula mediante pasajes realmente impactantes y, sobre todo, cero complacientes: “Qué extraño resulta vivir en la historia de otra persona, como si fueras una de esas criaturas soñadas (…). Ser un personaje secundario en la novela de otra persona y aparecer no con tu complejidad de planeta enorme, sino para traer tan solo una bandeja con una carta. ¡Al diablo con tu corazón y tu vulva y tu fe! ¿Has entregado el mensaje? No volverás a aparecer nunca más, en este libro ni en ningún otro”. Formamos parte de una ficción, pero no somos los protagonistas. Ni mucho menos.
“Ahora se veía lo que todos habían presentido en algún momento de su vida: que la realidad es tan solo un caso particular de lo irreal, y que todos somos, por muy concretos que nos sintamos, una ficción de quién sabe qué mundo que nos crea y nos abarca«, escribe Mircea Cărtărescu al final de «El Ala Izquierda«. Y es esa capacidad para escarbar entre los límites de la realidad y la ficción, para doblegar los límites de la realidad con las herramientas de la ficción hasta que propia disposición molecular ceda y se quiebre, la que emparenta al autor con otro gran nombre de la magia negra contemporánea: David Lynch.
Leer «El Ala Izquierda» es, en ocasiones, como ver la explosión nuclear alargada en unos gloriosos 20 minutos de la tercera temporada de «Twin Peaks«. Aquí no hay narración, solo digresión. Pero es imposible apartar la mirada, es imposible dejar de ver, dejar de leer. Esto es como si David Lynch dirigiera una serie de quince capítulos a partir de una novela de Gabriel García Márquez. Quince capítulos en los que no pasa nada y en los que pasa todo porque, al final, lo importante no es lo que pasa en la pantalla o en las páginas del libro: lo importante es lo que te pasa a ti como espectador y lector. Y en el caso concreto de «El Ala Izquierda«, lo que te pasa es magistral. Colosal. Monstruoso. [Más información en la web de la editorial Impedimenta]